Aquel día de los Santos Inocentes de 2008 hacía el mismo frío que en años anteriores, pero la UD Almería estaba caliente tras despachar a Gonzalo Arconada por unos resultados que no le cuadraban a Alfonso García Gabarrón. Los aficionados nunca conectaron con el donostiarra, Tribuna le cantaba y esto siempre acaba igual: técnico despedido y presidente tranquilo con la grada.
Nadie esperaba un golpe de timón de tamaño calibre ya que el caché de Hugo Sánchez era internacional y necesitaba dirigir en Primera División. Esto ayudó a que la operación saliera según lo previsto por el presidente.
Mediático
La llegada de Hugo Sánchez al Aeropuerto de Almería deparó la primera de las sorpresas, ya que las cadenas de México pusieron en Almería una especie de delegación para seguir a la estrella que aquí sonaba más por su gran pasado en el Real Madrid.
Baldomero Titos, como presidente de la Peña El Tomate, le regaló la bufanda del Almería y Hugo empezó a saludar con el dedo pulgar hacia arriba en clara muestra de agradecimiento al Almería y a unos aficionados que le perdonaron todo mientras los resultados le iban dando la razón.
Si en el Aeropuerto hubo gente, a las puertas del Gran Hotel Almería también hubo movida y regaló estampas a los fieles que le vitorearon junto al inolvidable consejero Jesús Verdejo.
Pasó allí la noche, y a la mañana siguiente a un campo Anexo donde no cabía un alfiler y atendía a muchas de las televisiones de su país.
Estrella
Vino y se fue como lo que era. No engañó a nadie y mantenía una distancia con el futbolista que solo la tienen aquellos que lo han sido todo en este deporte. Con Hugo se ataron los machos los jugadores y se mejoraron los resultados salvando la categoría casi con la gorra, pero la estrella del Almería era Hugo por encima de todo y de todos.
Alfonso García era feliz con el entrenador mexicano, y Hugo estaba contento con lo que le daba su primer club en España en la máxima categoría. Renovó.
Práctico
El Almería de Hugo jugaba para sumar puntos. Lo tenía claro y no engañó a nadie siendo un entrenador resultadista que cuadró las cuentas de la primera temporada, para luego caer en una monotonía que le costó el puesto, ya sin Álvaro Negredo como referente ofensivo para salvar muchos partidos sin gol. Hugo fue despedido como todo entrenador que se precie, pero siendo una estrella.
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