La ciudad de Almería vivió de nuevo este domingo una gran fiesta del fútbol, otra jornada para el recuerdo. El balón volvía a rodar sobre el césped del Mediterráneo, ya renombrado como Power Horse Stadium, y lo hacía con la UD Almería en Primera, en un primer duelo de retorno a la máxima categoría que disfrutaron miles de personas, ansiosas de volver a ver al conjunto rojiblanco en acción.
Tras el parón veraniego, las ganas por regresar al cada vez más cotizado asiento del templo rojiblanco y de entonar los cánticos de aliento al equipo de Rubi, eran más que evidentes en los fieles que, luciendo la elástica indálica y bufanda o bandera en mano, pusieron rumbo al campo. Un viaje de ida que siempre se hace con una sonrisa de oreja a oreja. La vuelta a casa, sin embargo, suele ser otra historia si el resultado es adverso.
Gestos de ilusión delataban la felicidad de los seguidores por un arranque liguero que no podía presentarse mejor para los amantes del balompié, nada más y nada menos que ante el Real Madrid. Un hueso muy duro de roer como comité de bienvenida a la mejor liga del mundo.
El rojiblanco vuelve a conquistar las calles
El ambiente en los aledaños del Power Horse fue inmejorable, con una afluencia masiva de espectadores que ya calentaron motores en distintos bares cercanos, que pintaron de rojiblanco las calles, llegados desde prácticamente toda la provincia, unidos por un mismo escudo. Pero también hubo gente de otras provincias, incluso de distintos países, que vieron en esta cita una buena oportunidad para ver al considerado mejor equipo de la historia, un Madrid que también tuvo su apoyo en la grada, pero que claramente perdió ese partido fuera del césped antes del pitido inicial. Almería fue rojiblanca.
El calor no venció a los fieles de la UDA, que horas antes del partido recibieron al autobús con cánticos y bengalas. Y es que para muchos espectadores, este era el partido más importante de sus vidas. Numerosos críos, acompañados por padres y abuelos, iban a ver por primera vez a su Almería luchar contra un gigante.
Hubo corazones divididos, o más bien compartidos. Un chico con la camiseta rojiblanca iba de la mano de una joven que llevaba la de Benzema, dejando una preciosa estampa de lo que debe ser este hermoso deporte en el que este domingo en Almería, como dice una famosa canción que invita a refrescarse el gaznate, el resultado prácticamente daba igual.
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