Mirado desde el punto de vista del espectador imparcial el duelo entre el Valencia y el Almería fue un auténtico partidazo plagado de intensidad, lucha, incertidumbre, alternativas en el juego y en el marcador, oportunidades y goles.
Pero los abonados de uno y otro equipo alternaron alegrías y depresiones de forma casi continua con el devenir de la confrontación, porque resulta incuestionable que durante muchos minutos la contienda se convirtió en una auténtica montaña rusa con subidas y bajadas para ambos competidores.
Apuntaba Rubi en la previa que había varios factores que iban a condicionar la puesta en escena de su equipo en Mestalla, enumerando fundamentalmente el trabajo de los suyos ante el Cádiz y el At. de Madrid y las virtudes del Valencia. Todo ello le llevó a mantener el mismo esquema de siempre con dos extremos y un delantero centro y a realizar dos cambios en la formación inicial con la presencia de Mendes por Pozo y Ramazani por Embarba. Erró en todo. Los sustitutos no dieron la talla y el equipo volvió a ofrecer los problemas que acarrea el trasnochado dibujo del técnico del Almería. Hasta que apareció Portillo.
Balance
No fue ninguna sorpresa que desde el minuto uno el Valencia se fuera a por el partido buscando el gol que pusiera el duelo donde más le convenía. Durante los primeros 20 minutos los de Gattuso movieron el balón a su antojo mientras lo perseguían seres voluntariosos ataviados con camisetas a rayas rojas sobre fondo blanco. Ahogados en la salida por la buena presión de los locales, los nuestros bastante hicieron con capear el temporal consiguiendo que el temido gol en contra no llegara. Todo ello a cambio de no inquietar para nada al meta contrario.
Pero poco a poco los de Rubi lograron calmar la tormenta inicial y hacer que el duelo entrara en una fase más favorable para sus intereses. Cerca del descanso tiembla Mamardashvili cuando Ramazani coloca el balón en el punto fatídico, pero el rojiblanco estrella la pelota en el palo.
El fallo del belga produce un doble efecto. Hace que la fría grada de Mestalla entre en combustión y que la moral indálica se desestabilice, cual boxeador que deambula por el ring esperando el golpe final. Le salvó la campana del descanso. Pero a los dos minutos de la continuación Kluiber le asestó el primer gancho al mentón.
Respondió Chumi con un gran testarazo para empatar, pero al Valencia le faltaba poner broche de oro al festival de inconsistencia de los nuestros y lo hicieron con el tanto de Gayá.
Rubi realiza entonces un doble movimiento que le cambia la cara a su equipo, deshace el entuerto de la formación inicial y le deja a un paso de la victoria. Entraron Pozo y Portillo. La presencia del malagueño supliendo a un extremo potenció la medular y dio el dominio del juego a los rojiblancos. Fue el cuarto poder de Rubi en Mestalla.
El propio Portillo hizo el tanto del empate y a la contra los de Rubi pudieron sentenciar... o perder en el minuto 96. Pero en todo caso firmaron una fase de juego brillante en la que ofrecieron su mejor cara y volvieron a poner de manifiesto que lo de los dos extremos no vale cuando los exteriores no ofrecen lo que el sistema exige: Desborde y gol.
Sobresaliente actuación de la pareja formada por Gil Manzano en el terreno de juego y Estrada Fernández en la sala VAR. En un encuentro cargado de jugadas polémicas en las áreas, sobre todo en la del Almería, fueron capaces de acertar en todas sus decisiones. La más susceptible de polémica fue la de la señalización de penalti por mano de un defensor local. El disparo de Touré toca en la bota del central, luego da en el césped y en la mano de Gabriel que estaba completamente despegada del cuerpo y en posición anti natural. Penalti sin discusión pese a que algún teórico ‘imparcial’ en Almería lo pueda poner en duda.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/338/ud-almeria/251067/el-cuarto-poder-de-rubi-en-mestalla