En el fútbol moderno está más que demostrado que cualquier equipo que se olvide de defender y confíe sólo en los delanteros para conseguir sus objetivos, está condenado al fracaso. En la vida todos los proyectos exitosos deben de estar sostenidos por unos cimientos firmes a base de un programa coherente y unos materiales y medios suficientes.
En el fútbol no puede ser diferente. Los conjuntos tienen que partir de un buen entramado defensivo para estar más cerca de conseguir los objetivos. Un equipo que como el Almería ha recibido 18 goles en siete partidos es el mejor ejemplo de que la falta de equilibrio es sinónimo de fracaso. La hecatombe defensiva de nuestro equipo es de tal magnitud que ha provocado que haya tirado a la basura cinco de los ocho goles que ha marcado. Sólo el logrado por Kaiky en Cádiz y los dos de Arribas en el último duelo en casa frente al Valencia han sido provechosos y han valido para dar el ridículo botín de dos puntos a nuestra entidad.
El partido de Sevilla ha colmado el vaso y ha puesto en la picota a plantilla y entrenador. Se firmó a Vicente Moreno con la ilusión de que con él se iba a taponar las imponentes vías de agua que el Almería sufrió la pasada campaña con Rubi y que le llevaron a estar muy cerca, tocando casi, el descenso de categoría.
Balance
Y para mi sorpresa me encuentro con un técnico que partido tras partido se presenta a jugar con al menos cuatro delanteros, con una falta de conexión alarmante entre líneas y un entramado defensivo ineficaz e impropio de un club modesto como el nuestro. Mi gozo en un pozo. Me equivoqué al juzgar al técnico valenciano como capacitado para esta tarea; porque un trabajo defensivo mal planificado ha sido una de las principales causas de que estemos como farolillos rojos de la categoría. El cese era inevitable y así lo ha entendido el club.
Pero la razón del naufragio rojiblanco no está sólo en el banquillo. La dirección deportiva la ha pifiado al máximo en el capítulo de fichajes. Una vez transcurridos siete partidos de Liga son muy pocas las incorporaciones que aprueban demostrando que están capacitados para competir en Primera. No voy a entrar en el capítulo de gastos porque un jugador no es rentable por lo que cuesta o deja de costar, esto sería demagogia que no es mi estilo, sino por lo que rinde.
Fichajes
De las ocho incorporaciones realizadas en el mercado estival estimo que sólo tres superan la prueba del algodón de competir en la élite. El lateral Marc Pubill, el medio centro Dion Lopy y el delantero Sergio Arribas. Hasta el momento Édgar González y César Montes no mejoran los servicios al club de Ely y Babic. Baba está muy por debajo de Samú Costa. Maximiano cumple bajo palos pero en las salidas no está siendo mejor que lo fuera Fernando. Koné, salvo que el nuevo técnico obre un milagro con él, está años luz de El Bilal Touré.
Fracasos
En estos momentos la única medida viable para intentar cambiar la dinámica es traer otro inquilino para que ocupe el banquillo del Almería. Con el plantel no se puede hacer ningún tipo de modificación y toca que tirar con lo que hay, que no es demasiado bueno. Así que a partir de hoy a rezar para que los responsables de la parcela deportiva acierten, después de acumular demasiados fracasos este curso, con la contratación de un técnico que sea capaz de dotar al equipo de la solidez defensiva que necesita. La tarea no será fácil porque en el mercado no hay demasiados nombres de garantía.
Quizás habría que mirar hacia entrenadores emergentes en la categoría de plata y no viejas glorias sin un buen currículum reciente. Turki e Ibán Andrés tienen la obligación de acertar con el nuevo técnico. La plantilla tiene que dar cien pasos adelante en responsabilidad, entrega, actitud, intensidad y agresividad para intentar sacar al equipo del infierno. !Turki, toma el mando!
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