Juan Goros, el Pichichi del Almería

Juan Pardo López era conocido por Goros y fue el ‘9’ que todos quisimos ser

Tony Fernández
07:48 • 10 mar. 2024

Tuve la inmensa fortuna de cantar sus goles en Las Chocillas y en el Estadio de La Falange. Copié todos sus movimientos en el área y la vida me dio la oportunidad de contárselo todo. Nos conocimos en 1971 en el Escribano Castilla de Motril, cuando era capitán del Almería. Estaba muy nervioso (yo), y él tan pancho hablando con el árbitro. Me quedé con su salida al campo haciendo la señal de la cruz con tierra del terreno de juego, y ese saltar abriendo los codos para ganar la posición. Tenía calidad de Primera División y pillería de la calle. Goros era un tanque del área y el fútbol era su pan.



Todos los niños cuando íbamos a ver al Plus Ultra primero y al Almería después copiábamos todo de Goros. Su valentía, su salto, su pundonor y ese empapar la camiseta sin límite. Era un líder y mandaba en el vestuario y fuera de él. Mucho ojo con no cumplir con la nómina, ya que si la plantilla no cobraba se iba a por el presidente y le cantaba las cuarenta. Con Juan Goros lo blanco era blanco y no se andaba con chiquitas.



El futbolista
Goros era Goros en el trabajo y en el campo. Fue profesional y jugó en el Cádiz y en el Tomelloso, viviendo del balón, pero a su regreso a Almería no llegaba a fin de mes y alternó el balón con la profesión. No se le caían los anillos por bajar una o dos categorías, porque sus goles eran pan en casa y Loli tenía muchas bocas que alimentar. Jugaba lesionado y entrenaba ‘reventado’ después de largas jornadas laborales, siempre dando la cara y sabiendo que sus números en sobre el campo le hacían llegar a fin de mes.



No era fácil cobrar en aquellos clubes de Regional Preferente cuando regresó a Almería, pero se apañaba con lo que le daban. Era un todoterreno y sus goles daban ascensos y permanencias al club de su ciudad. Por la calle lo paraban y lo saludaban esos niños -yo entre ellos- que querían ser como Goros y suspenderse en el aire antes de rematar de cabeza a la meta rival. Fue un placer gritar “¡gooool!” de Goros en el Estadio y en los viajes por Andalucía aplaudiendo al Almería.



La persona



La gloria deportiva de Goros desbordaba como la persona. Era tan cercano y cariñoso que parecía de la familia. Luchó mucho para poder caminar por una grave dolencia, y me lo cruzaba del brazo de su Loli luchando para seguir adelante como hacía para ser el máximo goleador.



Me quería mucho porque yo era yerno de Carlos Miralles, su querido vecino de la calle Patrón. Grande, Goros.




Me quería mucho porque yo era el yerno de Carlos Miralles, su querido vecino de la calle Patrón. Grande, Goros.


Inmenso legado del Pichichi del Almería.


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