El Almería, del cero al infinito con los cambios

La historia del partido frente a Osasuna se repitió en el enfrentamiento de los nuestros con la Real Sociedad, pero con la importante variante de que en esta oportunidad el conjunto almeriense sumó un punto y en el encuentro de casa salió goleado.

Las matemáticas en la vida son la mejor prueba del algodón para casi todo y el hecho de que el Almería haya recibido cinco goles en sus dos últimos choques pone de manifiesto que la consistencia defensiva del Almería de

Mel anda por los suelos, con posterioridad a la portería a cero de Las Palmas. Pero que el Almería fuera presa fácil para la Real hasta la llegada del segundo local no fue fruto de la casualidad sino una consecuencia de un mal planteamiento inicial del técnico madrileño que se presentó en territorio hostil con una defensa de cuatro y sin que ninguno de los seis restantes tuvieran entre sus virtudes balompédicas destacadas la de ser muros de contención y recuperadores.

La pizarra

La consecuencia de todo ello fue que los laterales no se vieron arropados en sus labor defensiva y que los centrales fuesen desbordados por la llegada de los jugadores de segunda linea de los locales o por falta de rigor en las marcas por parte de Robertone y Lopy. Así el primer gol local llegó tras una perdida de balón de Luka y una desatención de Robertone.

Entre la falta de puntería y sobre todo por las felices, acertadas y brillantes intervenciones de Maximiano el Almería llegó vivo al descanso.

Era evidente que el entrenador no había dado a su equipo las armas necesarias para combatir con éxito ante el séptimo clasificado. Reaccionó el técnico tímida e insuficientemente en el intermedio dando entrada a Ramazani por Luka, pero la Real siguió siendo dueña y señora del juego hasta darle la vuelta al marcador.

Entonces y sólo entonces Pepe Mel decidió tomar medidas drásticas aplicando el bisturí a la delantera con la entrada de Lozano por un desaparecido Baptistao y cuatro minutos después haciendo que Lopy cediera su plaza a Baba.

'Choco' Lozano

El hondureño formó una sociedad sin limite con Ramazani hasta tal punto de que sólo a la falta de gol del belga se debió que los almerienses no se trajesen los tres puntos de San Sebastián. La presencia de Baba dotó de consistencia a la medular, taponó a los volantes locales y dio libertad de acción a Robertone para dirigir el juego del equipo.

El Almería de los últimos 20 minutos fue otro equipo. Bastaron tres pinceladas bien dadas, aunque fueran tardías, para dar vida y luz a un cuadro indálico ajado al que sólo Maximiano y Embarba aportaban algo de color.

La cúpula directiva encargada de la parcela deportiva del Almería encabezada por el presidente y secundada por Mohamed El Assy y Joao Gonçalves debería de tomar muy buena nota de lo sucedido en Anoeta y saber que el alma de un equipo de fútbol es su entrenador. Que los conocimientos de los técnicos y su capacidad de maniobra, trabajo y convencimiento es vital para cualquier equipo.

El Almería debería de haber comenzado el trabajo de planificación de la próxima campaña y las cabezas pensantes y ejecutantes de la entidad deberían de iniciar la construcción del nuevo edificio por los cimientos contratando un técnico avalado por su trabajo reciente , porque sus equipos muestren en el terreno de juego la personalidad de su maestro y por los resultados que haya cosechado.

Desde la llegada de Turki a la presidencia el Almería no ha sido capaz de contar con un inquilino de garantía en el banquillo, sólo Garitano ha destacado dentro de la mediocridad de los preparadores contratados. Es verdad que entrenadores hay muchos, pero la mayoría de ellos son rutinarios, no marcan diferencias y no son capaces de hacer que su equipo funcione como bloque, es por ello por lo que encontrar un mirlo blanco para el banquillo se convierte en una premisa imprescindible para el éxito del proyecto deportivo ilusionante de la próxima campaña. Haberlos hay, pero como son pocos el mérito está en encontrar una válido que sea capaz de devolver al Almería a la élite.