Mago Cobra: “Todos queremos creer que es posible”

Entrevista con el artista que reside en El Solanillo

El mago cobra con sus inseparables aves, que viven con él en su casa de El Solanillo.
El mago cobra con sus inseparables aves, que viven con él en su casa de El Solanillo.
Marta Rubí
11:45 • 19 ago. 2014

Fascinación, seducción, arte de crear ilusiones mediante la habilidad. Las definiciones y sinónimos de la RAE para el término “magia” no sólo se palpan en los espectáculos del Mago Cobra, sino también en una conversación con él. Su relato, sencillo, humilde, de cómo ha llegado a ser uno de los artistas imprescindibles en la agenda cultural de Almería, más aún en verano, evoca un mundo donde la magia es parte del día a día.  




Porque su llegada a Roquetas de Mar forma parte del “nada es lo que parece”. “¿Que si imaginaba que me quedaría aquí? Para nada”, confiesa. Todo comenzó en una escuela de París, a donde acudió para formarse como animador cultural desde Lille, de donde es oriundo, a pesar de que su familia no lo veía muy claro. Desde allí se marchó a Grecia, a trabajar en un hotel, con apenas 22 años. “El jefe de animación me vio y le gustó mi espectáculo. Al cabo de dos años me llamó. Estaba en Almerimar y me hizo venir”. Antes, Cédric había probado suerte en otros hoteles griegos o en Senegal. 




Su lugar, quién se lo iba a decir, estaba sin embargo en Almería. “Era el año 1995. Comencé a trabajar en los hoteles, donde es muy difícil porque el espectáculo es gratuito y conseguir que los huéspedes se queden a verte es un reto. Les tienes que ofrecer algo que verdaderamente valga la pena”, explica.




Puso en práctica, al igual que hace ahora, las premisas de la producción audiovisual. “En las series americanas se dice que tiene que haber una acción menor cada minuto; una acción mayor cada cuatro minutos, y algo que llame la atención cada quince segundos, para que quienes hacen zapping se queden a verte. Es mi forma de trabajar”, revela el mago sus ‘trucos’.




Improvisación
Pero aunque mida la tensión con sus gestos, toques de humor, efectos e ilusiones, el Mago Cobra da rienda suelta a la improvisación continuamente. “Al principio no me gustaba ensayar, y por eso también dependía del día. Llenar el aforo eran pequeños triunfos, pero también había fracasos. Ahora soy más disciplinado, sobre todo si introduzco un número nuevo”.




El humor esuna de sus bazas, “algo con lo que es muy difícil trabajar”, y reconoce que en el día a día “según lo que dicen soy bastante movido y gracioso; aunque al principio parezco serio”.




Por aquel entonces era Jafar, el hechicero de Aladdín. “Estuve siete años dentro de este personaje. Año a año iba adquiriendo más calidad”. En 1997 tenía ya su propia empresa de espectáculos y se recorría todos los hoteles de Roquetas de Mar, antes de empezar a ser incluido en los programas culturales de los pueblos y de ser demandado en celebraciones de todo tipo: “El Mago Cobra entra por los sentidos. Alguien me ve y me contrata para otra cosa; allí me ve otro, me contratan para otra... De un espectáculo pueden salir cinco o seis”.




Así que debe estar dispuesto a completar agenda de un día para otro, cargar su atrezzo y vestuario en la furgoneta -“ya que yo ofrezco el espectáculo completo, desde el telón de fondo, montaje, luces, sonido...”- y actuar un día en Mojácar y al otro, como ocurrió precisamente ayer por la noche, en Jaén. “He estado en Madrid, este otoño voy a Manzanares, por ejemplo. Y lo más lejos es la gira que hice por Francia”, cuenta sobre su país de orígen con el que todavía guarda relación. “Mi familia ahora está muy contenta por mí”, aclara.


También ha visitado la meca del espectáculo, Las Vegas. Y fue allí donde Jafar dio paso al actual pirata en el que se ha convertido el Mago Cobra. “El cambio fue justo antes de que comenzara la saga de ‘Los piratas del Caribe’, lo que sin duda fue un acierto. Respaldó mi espectáculo y me proporcionó una banda sonora espectacular”, añade.


Y es que la música es otro de los ingredientes básicos de su espectáculo cuyo secreto está en su internacionalidad. “La banda sonora y el mimo hacen que para cualquier espectador, el Mago Cobra habla en su idioma”. El idioma de la ilusión y los sueños. 


“Lo que nos atrae de la magia es nuestra dimensión espiritual. Todos queremos creer que es posible que ocurra lo que estamos viendo sin trucos ni artificios. Nos da satisfacción”. Y a él, la satisfacción de seguir arrancando los aplausos de mayores y pequeños en todos los escenarios de la provincia.



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