Desde mi barrera del 2: Más de lo mismo, pero hoy, sin catedráticos

Los tres toreros de este domingo, sin duda entre los toreros de moda del momento, han venido llenos de ilusiones y con ganas de agradar, se han esforzado y han dado todo lo que tenían; otra cuestión es si el material a su disposición era apto para brillar como ellos querrían. Los toros que ha enviado Núñez del Cubillo están a años luz de los que habitualmente se lidian en las plazas de prestigio y que han convertido a la ganadería en una de las Top del toro bravo. Miren ustedes para que juzguen y no se me acuse de derrotista: la corrida del sábado (520+457+493+440+451+435 = 2.796) sumó diez kilos más que la del domingo (475+476+438+457+480+460= 2.786. Ahí lo dejo. 

El público, que ha llenado la plaza (en cuanto a lo posible), que ha cumplido religiosamente las imposiciones legales por la pandemia, ha estado a una altura que merecía más para otros años queda la pelota en el tejado de la empresa.

Y vamos con lo acontecido: Emilio de Justo es puro pundonor y honradez torera. A su primero, un toro noblote y con posibilidades, no lo ha entendido, le ha apretado tanto que lo ha ahogado, no le ha dado distancia y aunque el torero se ha esforzado no se puede torear tan rápido a un toro que se deja. A destacar cuatro naturales con la derecha, de lo mejor de la tarde, o por lo menos, lo más puro del festejo; en cuanto a la oreja, sin duda, una donación altruista del público almeriense, aunque quizá los cuatro naturales la valían. El segundo, un toro basto y cornigacho, ha puesto en evidencia al Presidente que, - les juro que pensé que estaba soñando - ¡le ha dado dos orejas! No se quién ha puesto a este señor, pero con todo respeto, dicho sea sin acritud pero con simpatía, el público almeriense se merece y necesita a alguien que sepa de toros lo suficiente como para corregir sus devaneos toreristas; si el alma del pueblo es débil, debe haber quien la refuerce. Las dos orejas de hoy, dicho sea con el debido respeto son más propias del Bombero Torero, de moda en estos momentos, que de una plaza de capital de provincia. La segunda, facultad del Usia, es de las que Llapisera se colocaba en la solapa para dar la vuelta al ruedo.

Roca Rey es un ciclón con valor para hacer cien toreros y con un buen gusto que supera incluso el buen hacer que le enseñara José Antonio Campuzano; ha dado un recital del toreo que llena las plazas y antaño, enriquecía a los reventas; pero con los mimbres que le han dado hoy, apenas una cestita ha podido hacer; dos orejas de ley para el peruano que, si no es declarado triunfador de la feria, será debido a que quien ha de decidir al respecto está capacitado para presidir una plaza de carros en un pueblo de las Alpujarras, como mucho. En cuanto al quinto que era el único que podía pasar desapercibido por su “trapío” (hasta el agua es escasa en la sopa del pobre) y no ha podido ser (quiero señalar que, inexplicablemente, mis paisanos, sin duda la beneficencia taurina de España se han enfriado con él y no le han pedido la oreja que, hoy hubiera pasado entre la nube). Sus dos orejas han sido las única que, en justicia en una tarde Tombolera, se han debido de cortar. 

Pablo Aguado ha querido pero no ha podido, ni él ni cualquier otro, el tercero era un novillete impresentable y el sexto no se merecía su afán y su esfuerzo. La oreja del sexto; pues ¿qué quieren que les diga? Cuando la tómbola que se colocaba en el parque, necesitaba llamar al público, abría la mano y regalaba la muñeca “Chochona”; y, al fin y al cabo, en una tarde de “guasa” una más no importa.

Queridos paisanos, ¿os habéis divertido? Pues de eso se trata. 

Hasta el año que viene y un fuerte abrazo.