Roscos, papaviejos, pestiños con miel, leche frita, buñuelos . . . y demás son algunos de los dulces tradicionales que se elaboraban en las casas de nuestras abuelas y madres en las fechas previas a la Semana Santa, para tener para todos los días y satisfacer a toda la familia cuando se reunía.
Los aromas al aceite frito, matalauva y demás invadían las calles de los pueblos sobre todo mientras que los niños y más golosos de la casa se acercaban a los fogones para probar los primeros. Luego los dejaban enfriar y tras pasar los dulces fritos por azúcar y canela o por almíbar de miel, los guardaban habitualmente en latas de hojalata o de cartón para tener para los días más señalados cuando llegaban todos.
Tradición
Los más golosos y amantes de los dulces tradicionales están de enhorabuena en estas fechas, ya que ante ellos se abre una amplia gama de exquisitos dulces. Pero la costumbre y tradición de este tipo de dulces, que suelen ser económicos se basan en la harina, huevo, leche, azúcar y poco más se remontan a los tiempos de la escasez porque es lo que había en las zonas rurales sobre todo y no se podía comer otra cosa, lo que daba el campo. Y nuestras abuelas transformaban los productos que daba la tierra en exquisitos manjares.
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