La Semana Santa ofrece estampas de bella factura, independientemente del fervor y la creencias de cada cual, durante estos días de Pasión, el ambiente que se respira en las calles es un agasajo sensorial construido por la música, el incienso, el color y la imagen. Sí, la imagen, la que se alza sobre el trono y la que capta el cerebro a través de los ojos. O quizás ¿esta no sea esta la única manera de admirar una talla en su parada procesional?
La Agencia de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) en el Poniente ha organizado una dinámica en colaboración con la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Amargura en la que han participado una decena de personas con ceguera total, y sus acompañantes para para poder ver palpando la imagen del crucificado.
La iniciativa, dirigida por Luís Muñiz, director de la Agencia de la ONCE en El Ejido, ha reunido en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora en El Parador a estos devotos que durante el devenir de sus vidas quedaron privados de ver a la popular imagen marchando en volandas por El Parador, a lomos de La Legión Española. Antes de que la escuadra de gastadores del Grupo Logístico II hiciera acto de presencia en el templo, los afiliados de la ONCE se acercaban al Cristo de la Buena Muerte guiados por sus acompañantes y poniendo sus manos sobre la talla, volvieron a poner cara al nazareno.
Cuando Luís Muñiz fue invitado por la cofradía para asistir a los actos procesionales, recordó algunas iniciativas puestas en marcha en Andalucía para acercar la Semana Santa a las personas invidentes. El director de la Agencia de la ONCE en El Ejido transmitió esta idea a la hermandad de El Parador, que fue muy bien recibida, permitiendo a la comitiva palpar durante unos minutos la talla, así como estar presente en el templo durante la primera guardia efectuada por La Legión, Un acto que suele reservarse para las personas que vayan a recibir la medalla de la Cofradía.
"Ha sido una experiencia muy grande" explicaba Francisco, que hace algunos años perdía la vista a causa de una enfermedad congénita. Para él haber podido palpar el cuerpo crucificado del Cristo supone haberse encontrado con aquellos años en los que su Semana Santa no era descrita a través de sus amistades, además de detalles que desconocía "ahora sé que tipo de barba tiene". Este sentimiento se fue repitiendo a medida que el tacto de los asistentes continuaba descodificando cada herida, músculo o cabello de la talla.
Muñiz, sabedor de que "hay que hay que aprender a sacarle partido a los demás sentidos", valoraba muy positivamente la jornada de esta tarde como un acto de poner la Semana Santa en situación de igualdad. Capturar los momentos, de eso se trata y en en ese momento en el que las manos miraron fijamente al Cristo, apoyadas sobre su cuerpo, ya constituye, en palabras de algunos de los asistentes, una experiencia que servirá para recordar el rostro de la imagen cuando vuelva a procesionar por las calles.
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