Huércal-Overa

“No tienes perdón de Dios”: así lamentan el cierre de un histórico bar

Juan Antonio Pérez se jubila después de 3 décadas al frente del Bar de la Estación de Autobuses

Juan Antonio Pérez rodeado de familiares y amigos en su fiesta de jubilación.
Juan Antonio Pérez rodeado de familiares y amigos en su fiesta de jubilación. La Voz
Marina Ginés
22:45 • 04 jul. 2024

“Juan ponme lo que veas”, esta ha sido la frase que más ha sonado en las últimas tres décadas en el histórico bar de la Estación de Huércal-Overa. Así lo recuerda Juan Antonio Pérez Asensio, el responsable de este mítico establecimiento huercalense que ha echado la persiana después de décadas alimentando y sirviendo de lugar de encuentro de todo un pueblo, pero también de transeúntes llegados desde todas partes del mundo.

Han sido muchos años de trabajo y de sacrificio que han llegado a su fin, a Juan le toca jubilarse pero hoy recuerda su vida en el bar con una satisfacción apasionante. “El trato con la gente me ha encantado y ver que el cliente se iba contento y volvía al día siguiente era lo que más me llenaba. Cuando uno echa la vista atrás te recompensan más las alegrías que las penas y por supuesto la satisfacción de saber que el Bar de la Estación ha sido la casa de muchos huercalenses”, así ha quedado demostrado ya que muchos clientes han sobrepasado esa línea y se han convertido en parte de la familia de Juan Antonio Pérez.






Fue el 4 de abril 1992 cuando Juan y su mujer (Ana Jose Parra) se embarcaron en la que fue la aventura de sus vidas, regentando este bar con una concesión municipal. “Un local pequeñito, con muy pocas mesas, la cocina muy pequeña...una quinta parte de lo que es ahora y ahí estuvimos 10 años”. Así empezó todo, pero el buen hacer de esta pareja llena de ilusión y ganas de emprender convirtió ese pequeño local en un establecimiento mucho más amplio, tal y como se ve a día de hoy. “El Ayuntamiento me ofreció hacer una obra de mejora y hacer un edificio nuevo. Nos iba muy bien y dijimos que sí y ahí renovamos 17 años más, hemos estado pagando un crédito para afrontar esa obra eso sí. Así estuvimos tirando hasta la fecha”.

Ahora solo 15 días después de la jubilación de Juan los vecinos le llaman para increparle: “No tienes perdón de dios. Nos has dejado perdidos”. Y es que su clientela eran vecinos de toda la vida que llegaban a su bar en el desayuno para el café y volvían a la cerveza al mediodía y recuperaban con el aperitivo por la noche. “Los bares son sitios de costumbres y la gente quiere volver a su bar de siempre”.






Los Desayunos y el tapeo han sido las estrellas del establecimiento. Entre los platos que más triunfaban: su montadito estrella, ‘El Taxista’. Fácilmente habrán repartido miles y miles de estos contundentes bocados de pan tostado, sobrasada, tomate, jamón serrano y lomo. Una tapa confeccionada con mimo y cuido por Juan y un grupo de taxistas del pueblo que decidieron una tarde configurar un montadito a su medida y que ha sido uno de los grandes reclamos del establecimiento, sin olvidar platos tradicionales como la oreja, las mollejas, los caracoles, o unos buenos gurullos o guiso de pelotas.



Juan que además de hostelero es un gran apasionado del campo y de la agricultura asegura que gran parte de los ingredientes de sus platillos, los cultivaba el mismo en su huerto. “Todo 100% ecológico”. Pero el éxito de todos estos platos no era de Juan sino de la cocinera: su mujer, Ana Jose que ha estado al pie del cañón, codo con codo, trabajando en el bar desde sus inicios con su marido.






Ahora tras la jubilación del huercalense el bar se traspasa con una muy buena noticia para el futuro beneficiario de la explotación hostelera. “Mi mujer se queda incluida en el bar”, bromea Juan que asegura que traspasa el local, con la maquinaria y con su mujer dentro. “A mi mujer aun le quedan unos meses para jubilarse así que si quieren seguir manteniendo la misma cocinera pueden hacerlo”.


Al hostelero ahora le toca cambiar la barra del bar y las cañas por la azada y el tractor, ya que está totalmente volcado en su nueva labor como agricultor en su finca. “Ahora me voy al campo y se me pasan los días volando, siempre me habían dicho que en la jubilación te faltaba tiempo y no me lo creía, pero es verdad”. Y en cuanto a esos clientes que se han quedado huérfanos de bar, solo les queda esperar la reapertura del Bar de la Estación y disfrutar de nuevo de los taxistas, los gurullos y los caracoles en esta nueva etapa.


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