Cierra (temporalmente) el bar más antiguo de Almería

Emprende reformas en cocinas y aseos y después en su fachada histórica

Casa Puga ha cerrado sus puertas temporalmente por unas semanas.
Casa Puga ha cerrado sus puertas temporalmente por unas semanas. La Voz
Manuel León
20:14 • 26 oct. 2024

Por unas semanas estará cerrado a la parroquia, su parroquia, que es como la de San Mamés o la de los Angeles Lakers; una parroquia que va de adolescentes con acné de 15 años a ancianos de chato de vino con 80; cierra Casa Puga para hacer unas obras de rehabilitación de la cocina y los aseos, porque renovarse es no morir. Y Puga suma más de siglo y medio sin mirar. Será la primera fase de unas obras que continuarán después de Pascuas con una reforma de la fachada. Rehabilitaciones varias que no afectarán a sus esencias: a sus vinos de Albondón, a sus azulejos a sus colecciones de botellas añejas. Todo seguirá ahí como el primer día para que Puga siga siendo Puga como un nuevo Puga. Como en El Gatopardo de Lampedusa: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". Una frase tan lapidaria y enigmática como enigmático es el triunfo de un bar del centro de Almería que atesora la solera de más de trece décadas en su mostrador de mármol y en sus tres filas de acceso para hacerse con una tapa de champiñones o de gambas con gabardina.



Está documentado que en 1870 el inmueble, en pleno casco histórico de la ciudad, era una taberna que regentaba Luis García Romero en la entonces calle Santo Cristo. Juan Puga Antequera, un alpujarreño de Albuñol, tomó las riendas con el nombre que aún mantiene en 1909, junto a su mujer María López . La taberna de Juan Puga pregonaba en 1921 en La Crónica Meridional su “cerveza helada y sus tapas exquisitas”. Fue el germen de la actual botillería de Jovellanos, santuario de la tapa para nativos y forasteros, que ven peligrar su bar de culto.



Tras la Guerra languideció el bar y el fundador lo traspasó a su sobrino Leonardo Martín López, padre de los actuales arrendatarios, que tras décadas de trabajo, desde niños, se han ganado un merecido descanso. La taberna decana de Almería, junto a la calle Las Tiendas y el convento de Las Claras, ha gozado siempre de un abolengo ininterrumpido entre las botillerías de la ciudad.



Allí se ha bebido y se ha tapeado en tiempos de República, Dictadura y Monarquía. Sobre el serrín de su suelos, entre sus azulejos andaluces, entre chato y caña, los hombres de Almería fueron envejeciendo y los muchachos madurando, como el néctar de La Contraviesa. En 2015, tras abrirse una campaña de recogida de firmas contra su cierre en las redes sociales que alcanzó 1.500 rúbricas, el bar Casa Puga fue traspasado por la familia Martín López a la empresa Servicios Hoteleros de la Catedral.







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