El valor de Jorge Martínez abre la feria de la Virgen del Mar

El novillero criado en Almería se presentó ante la afición mostrando estar listo para el toro

Jorge Martínez, en su presentación como novillero en su plaza de Almería.
Jorge Martínez, en su presentación como novillero en su plaza de Almería. Antonio Jesús García
Jorge Ponce
02:19 • 20 ago. 2022

Comienza la feria de Almería recordando a las ferias de clavel y reventa de la lejana década de los noventa con una novillada picada con un novillero criado taurinamente en Almería. Jorge Martínez hacía el paseíllo desmonterado, presentándose a una afición que lo esperaba para auscultarlo como médico que trata al paciente condolido para decidir si hay futuro. En este caso hubo unanimidad en el diagnóstico: hay futuro y la salud es fuerte.



Vamos por el principio. Sorprendió gratamente una noble y brava novillada de Guadaira, terciada de hechuras pero que permitió pasar una entretenida tarde de toros a los asistentes que cubrieron la mitad del aforo de la plaza.



Como triunfador convenientemente anunciado en la cartelería hizo el paseíllo Víctor Hernández: se estiró con la capa encajando los riñones en verónicas, mejores por el pitón izquierdo y un quite por tafalleras y caleserinas. El comienzo con la muleta -tras brindar a Ruiz Manuel- fue arrollando la razón, pasándose al novillo por la espalda de rodillas a destiempo, siendo arrollado por el novillo, que lo buscó en el suelo dejando una cornada de 12 cm que llegó al fémur izquierdo, y aún así continuó toreando el novillero. 



Rehecho Hernández toreó muy templado y estético, especialmente por el buen pitón derecho. Ayudados por alto fueron el epílogo de la faena, que tras rematar con la espada valió una oreja que paseó antes de pasar a la enfermería. El segundo tuvo pocas opciones, y aunque lo intentó el novillero el pozo estaba seco.



Jorge Martínez, centro de las miradas durante toda la tarde, sorteó un primer novillo bravo y con mucho ritmo en la embestida. Tras recibirlo por verónicas quitó por gaoneras con el compás abierto. Ya con la muleta en la mano mostró el novillero valor, temple y gusto. Las mejores series fueron largos naturales de dentro afuera y de arriba abajo, como los que describía en su tauromaquia Pepe Alameda. Aguantó un parón del novillo de los que hielan la sangre. El veredicto en los tendidos fue unánime: el novillo se le queda pequeño al toro. Remató Martínez con ajustadas manoletinas y lo peor de la faena fue una estocada excesivamente delantera que no impidió la concesión de las dos orejas.



El cuarto derribó al picador de turno -Antonio Galván, Bala- y coprotagonizó un espectacular tercio de banderillas en el que se desmoteraron por rotunda aclamación popular Curro Vivas y José Magaña. Tras brindar a Pablo Ruiz la muerte de este novillo Martínez volvió a clavar las zapatillas en la arena y a ligar series de naturales y derechazos, tratando de bajar la mano y hacer el toreo que compra cortijos. Martínez saldó la actuación con una fuerte ovación y vuelta al ruedo.



Álvaro Alarcón sorteó el lote más deslucido. El manejo del capote parece fácil en las manos de Alarcón, y con la muleta dejó en la arena valor, quietud y gusto, en las pocas embestidas que le regaló el de Guadaira. Todo quedó en ovación.




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