Comienza la feria de Almería recordando a las ferias de clavel y reventa de la lejana década de los noventa con una novillada picada con un novillero criado taurinamente en Almería. Jorge Martínez hacía el paseíllo desmonterado, presentándose a una afición que lo esperaba para auscultarlo como médico que trata al paciente condolido para decidir si hay futuro. En este caso hubo unanimidad en el diagnóstico: hay futuro y la salud es fuerte.
Vamos por el principio. Sorprendió gratamente una noble y brava novillada de Guadaira, terciada de hechuras pero que permitió pasar una entretenida tarde de toros a los asistentes que cubrieron la mitad del aforo de la plaza.
Como triunfador convenientemente anunciado en la cartelería hizo el paseíllo Víctor Hernández: se estiró con la capa encajando los riñones en verónicas, mejores por el pitón izquierdo y un quite por tafalleras y caleserinas. El comienzo con la muleta -tras brindar a Ruiz Manuel- fue arrollando la razón, pasándose al novillo por la espalda de rodillas a destiempo, siendo arrollado por el novillo, que lo buscó en el suelo dejando una cornada de 12 cm que llegó al fémur izquierdo, y aún así continuó toreando el novillero.
Rehecho Hernández toreó muy templado y estético, especialmente por el buen pitón derecho. Ayudados por alto fueron el epílogo de la faena, que tras rematar con la espada valió una oreja que paseó antes de pasar a la enfermería. El segundo tuvo pocas opciones, y aunque lo intentó el novillero el pozo estaba seco.
Jorge Martínez, centro de las miradas durante toda la tarde, sorteó un primer novillo bravo y con mucho ritmo en la embestida. Tras recibirlo por verónicas quitó por gaoneras con el compás abierto. Ya con la muleta en la mano mostró el novillero valor, temple y gusto. Las mejores series fueron largos naturales de dentro afuera y de arriba abajo, como los que describía en su tauromaquia Pepe Alameda. Aguantó un parón del novillo de los que hielan la sangre. El veredicto en los tendidos fue unánime: el novillo se le queda pequeño al toro. Remató Martínez con ajustadas manoletinas y lo peor de la faena fue una estocada excesivamente delantera que no impidió la concesión de las dos orejas.
El cuarto derribó al picador de turno -Antonio Galván, Bala- y coprotagonizó un espectacular tercio de banderillas en el que se desmoteraron por rotunda aclamación popular Curro Vivas y José Magaña. Tras brindar a Pablo Ruiz la muerte de este novillo Martínez volvió a clavar las zapatillas en la arena y a ligar series de naturales y derechazos, tratando de bajar la mano y hacer el toreo que compra cortijos. Martínez saldó la actuación con una fuerte ovación y vuelta al ruedo.
Álvaro Alarcón sorteó el lote más deslucido. El manejo del capote parece fácil en las manos de Alarcón, y con la muleta dejó en la arena valor, quietud y gusto, en las pocas embestidas que le regaló el de Guadaira. Todo quedó en ovación.
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