“La década de la vida cotidiana”

Remedios Martínez Anaya
20:51 • 08 may. 2014

Parece que desde los años 80 a la actualidad hubieran pasado siglos, al menos es mi impresión personal. Yo era muy joven y vivía en un pueblo, y no estaba en contacto con las movidas de las grandes ciudades, pero casi todo lo que nos llegaba a través de los periódicos y la televisión, tenía un aire esperanzador.


Puedo decir, con lenguaje pedagógico, que nuestro país progresaba adecuadamente. Lentamente, sí, pero iba en buena dirección porque estaba mejorando la economía, que los que habían vivido las penurias de la posguerra lo sabían apreciar y hacían todos los sacrificios a su alcance para que sus hijos tuvieran una vida mejor que la suya. Y los jóvenes que habíamos estudiado o aprendido un oficio en los Sesenta y Setenta, encontrábamos muy pronto el porvenir resuelto y eso nos daba seguridad para plantearnos crear una familia.


Entramos en la Unión Europea, lo que era una prueba de que ya nos consideraban una nación democrática. Otro aspecto por el que debíamos estar orgullosos era por los Pactos de la Moncloa, que aunque habían tenido lugar unos años antes, nos hacían conservar el orgullo de apreciar con qué generosidad se habían comportado los políticos de derechas e izquierdas, cediendo todos no un poco, sino bastante, con el fin de lograr un país unido que mirara hacia el futuro.




En aquellos años se produjo el golpe de estado del 23 F, cuyo fracaso hizo que nos sintiéramos como si hubiéramos alcanzado la mayoría de edad.


Muchos de estos acontecimientos dieron un gran prestigio a nuestros políticos porque, en general, eran personas de mucha valía personal y sobre todo porque demostraban altura de miras y generosidad. Al menos así lo veíamos los ciudadanos de a pie, aunque como suele ocurrir en nuestro país, pagamos con mucha ingratitud a Adolfo Suárez.




Más tarde, la llegada de Felipe González ilusionó a gran parte de los españoles y demostró que estábamos madurando en democracia, que ya no necesitábamos que nos condujeran de la mano como en los largos años de la dictadura.


En los últimos tiempos de Felipe González empezó a surgir, o a manifestarse, la lacra de la corrupción que por desgracia sigue asolando nuestro país.




Ya se empezaba a hablar en los pueblos de la droga, pero como una rareza. Y los jóvenes no habían inventado todavía el botellón, y estoy segura de que bebían menos alcohol, salvo raras excepciones. Y en vez de salir de marcha a las doce de la noche, como es costumbre ahora, regresaban a esa hora, como muy tarde.


Empezaban a aparecer las discotecas pero la mayoría de las fiestas seguían celebrándose en las casas, entre amigos, aparte de las fiestas típicas de los pueblos en las que se reunían jóvenes y mayores y bailaban unos y otros pasodobles y tangos junto a las nuevas canciones de los ‘cantantes modernos’.


Empezó la movida madrileña, aunque para mí estaba muy lejos en todos los aspectos. Pero se oía hablar de algunos conjuntos como Mecano, Los Secretos, La Unión, Hombres G, y, en especial para los habitantes de Cuevas del Almanzora, Los Puntos, que llegaron a gozar de fama nacional. 


Recuerdo a Rocío Durcal, que había dejado de ser niña, y a Marisol, que rompió con su pasado de estrella infantil, al posar desnuda para Iterviú y empezó a hacer papeles dram&a


Temas relacionados

para ti

en destaque