“Me enamoró el calor de esta tierra”

Sarah Lark
21:13 • 08 may. 2014

“Me gusta mucho más esto que Nueva Zelanda, y claro que me encantaría escribir novelas ambientadas aquí, pero mis lectores quieren que mis personajes estén en Nueva Zelanda. Me ha pasado con las novelas del Caribe, que  a mí me han gustado mucho, pero quienes me siguen conciben más mis historias en ese país oceánico de naturaleza única, con una historia corta, más pacífica que la de otros lugares, y con esa cultura maorí tan interesante.


Escribí ya una novela ambientada aquí, una novela histórica sobre Mojácar en la Reconquista, basada en la historia de la fuente, pero no tuvo gran éxito en Alemania. Ahora espero a que vuelvan a mí los derechos para que se traduzca”.


‘Indalo’ llama ella al libro, ‘Der  Palast del Sonne (Historischer Roman)’ reza la portada, novela histórica de Christiane Gohl, en nombre propio, sin pseudónimo esta vez.




La manera en cómo Christiane Gohl (Sarah  Lark de principal pseudónimo, pero no el único, porque es también Elisabeth Rotemberger y Ricarda Jordan), habla del paisaje físico y humano que la rodea hace crecer las ganas de ver por fin esos derechos devengados y la traducción al español de su novela almeriense.


 




Amor y calor


“Me enamoró la zona desde la primera vez que vine, a Bédar para pasar unas vacaciones con caballos. Me pareció muy bella. Me encantó y pensé que estar aquí me resolvería además un problema muy serio que yo tenía en Alemania, el enorme frío que pasaba. Allí yo tenía frío todo el año. Bochum, mi ciudad es muy bonita, y la región igual, muy verde, llena de bosques... Pero llueve siempre y siempre hace frío.




Además, en Alemania todo tiene mucho orden, todo está muy organizado, lo que tiene su lado bueno y su lado malo. Por ejemplo, está prohibido hacer casi todo con los caballos. Creen que es sólo una actividad de ricos. Aquí, no. Aquí a todos les gusta ver los caballos, aquí todos tienen afición a los caballos. Igual no los cuidan muy bien, pero a todos les gustan”.


Christiane, o Sarah (le da igual cómo la llamen, “ya me he he acostumbrado a tener dos nombres”), ha buscado un ejemplo ligado a los caballos, su otra media vida, su otro medio-yo, el de amante de los caballos que compagina con el de escritora.


Estamos, en efecto, en medio de un mundo de caballos. En el patio interior de la casa donde charlamos se oyen relinchos cercanos.  Cuesta averiguar qué hay más, si caballos o perros de los que van y vienen por toda la finca, la casa y el patio. Se ven gatos también, aunque es difícil contar gatos: puede haber veinte y todos menos uno escondidos, o apenas uno pero que se mueva tanto que parezca él solo veinte.


 


Refugio para caballos


“He hecho un refugio para caballos, desde ponys hasta pura raza. Siempre han hecho falta centros para la protección de los animales, pero desde que ha estallado la crisis, más. Hay muchas personas que ya no pueden atender sus caballos, que se ven obligados a darlos o, si los animales tienen algún problema, a sacrificarlos.


Y a eso dedico una buena parte de mi tiempo, a ayudar a estos caballos qu


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