Hay una Almería en el interior del interior, allí donde se guardan los tesoros más preciados, preparada desde tiempos inmemoriales para ser descubierta. Una Almería oculta a los ojos de la superficie, pero con verdaderos botines en sus entrañas que en muchos casos se configuran como joyas geológicas a nivel mundial. Si esplendorosa y atractiva es la Almería que vemos, tanto o más es la que habita bajo tierra, la Almería que hay en ti… y en sí misma.
La gran joya geológica de la corona se encuentra en el noreste de la provincia, casi al borde de los límites provinciales y en el interior de una mina que por algo se la conoce como la Mina Rica, en la pedanía pulpileña de Pilar de Jaravía. La Geoda de Pulpí cuenta con unas dimensionas que permiten catalogarla como gigante y es la segunda conocida más grande del mundo, la mayor de Europa y la más importante a nivel mundial de las visitables, ya que la que se encuentra en México (Mina de Naica) y que la supera en tamaño ofrece unas condiciones muy extremas de temperatura que hacen prácticamente inviables las visitas.
Una geoda es una piedra hueca tapizada de cristales, normalmente de cuarzo, amatista y yeso cristalino, formaciones que suelen tener un pequeño tamaño y que son consideradas joyas naturales. Ubicada a 50 metros de profundidad, la de Pulpí mide casi 9 metros de largo, 3 de ancho y casi 2 de alto y posee una gran colección de formaciones cristalinas de gran tamaño. Una verdadera ‘habitación’ de cristales preciosos digna de ser contemplada. Y esto en lo concerniente a su ‘estancia’ principal, ya que la cueva ofrece también a la vista otras geodas de menor tamaño, pero igualmente espectaculares. El enorme interés que generó su apertura al público es la mejor prueba del rutilante recurso turístico que supone para Pulpí y toda la provincia contar con tal maravilla natural.
Lo mejor de todo es que los apasionados de la geología y la espeleología tienen más donde disfrutar en la provincia, pues también cuenta con una importancia capital a nivel planetario la compleja red de galerías subterráneas que conforman el Karst en Yesos de Sorbas. Se trata de un extraordinario complejo de cuevas, cañones, dolinas, geodas y otros fenómenos kársticos, excavados en todos los casos por la acción del agua sobre un enorme depósito de yeso. Los karst se producen cuando el agua va disolviendo, con el paso del tiempo, o bien rocas calizas (más comunes) o, como en el caso de Sorbas, de yeso.
En total, se contabilizan más de 1.000 cavidades excavadas en yeso, con gran cantidad de galerías repletas de espeleotemas de gran belleza y en algunos casos, únicos, tales como estalactitas y estalagmitas (que se producen cuando el yeso disuelto en agua vuelve a cristalizar), así como corales, anillos, bolas de yeso... El karst de Sorbas alberga el 15% de las cavidades mundiales con desarrollos por encima de los 500 metros, así como la tercera, cuarta y quinta cuevas en yesos más profundas del mundo. La baja pluviosidad histórica de Almería ha permitido que el estado de conservación, y por tanto la posibilidad de ser visitadas, sean óptimos, pues el proceso de formación y desaparición del karst por acción del agua es mucho más lento que en casi todos los lugares similares del planeta, lo que explica que sea uno de los complejos de este tipo más impresionantes y mejor conservados del mundo. Un verdadero paraíso para los espeleólogos.
Diputación de Almería continúa acercando a visitantes y almerienses los tesoros que esconde la provincia en sus entrañas
Y la provincia de Almería está salpicada en todos sus flancos por vestigios de un pasado relativamente reciente de actividad minera. Plomo, hierro e incluso oro son metales que predominaban en distintas zonas y que, especialmente durante la segunda mitad del siglo XIX, propiciaron una gran actividad económica y desarrollo para las poblaciones.
Serón es uno de los principales referentes mineros de Almería, en concreto el poblado de Las Menas, que se levantó a varios kilómetros del núcleo urbano, lo más cerca posible de los grandes filones de plomo y hierro de la Sierra de los Filabres. Durante más de 80 años fue considerada una de las principales zonas de extracción metalúrgica de toda Europa, reuniendo en dicho poblado a más de 2.000 personas. Hoy en día quedan a la vista numerosos vestigios de aquella actividad, como una coqueta iglesia de estilo inglés, barracones, un colegio e incluso un hospital, así como cargaderos y restos de las vías de tren que se utilizaban para el transporte del mineral. La mejor forma de conocerlo es a través de la Vía Verde del Hierro de Serón, que precisamente recorre parte de este trazado ferroviario y que atesora una gran belleza.
Un pasado minero muy reciente de la provincia
En Rodalquilar, pequeña población perteneciente a Níjar y ubicada en pleno Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, era oro lo que buscaban y encontraban los mineros. En torno a 100 años, y con fecha límite a mediados de los 60 del siglo XX (como en Serón), estuvieron suministrando oro estas minas, de las que también quedan a la vista numerosos vestigios. Recoge la documentación existente al respecto que en un solo día podían extraerse más de 600 toneladas del preciado metal, lo que da una idea de la importancia de este yacimiento minero.
Son muchos los lugares donde se ha extraído históricamente hierro y plomo en la geografía almeriense. Muy significativos resultan tanto Bédar como Lucainena de las Torres, en el Levante Almeriense y la Sierra Alhamilla, respectivamente. Los vestigios de las minas de Bédar protagonizan una preciosa ruta senderista, la Ruta de la Minería, y son muchos y muy visibles, significando una gran experiencia para los visitantes. Tolvas, cargaderos, o los restos de las vías ferroviarias sorprenden al senderista y lo transportan a un pasado no tan lejano. Y algo muy similar sucede en el considerado uno de los ‘Pueblos Más Bonitos de España’, Lucainena de las Torres, que se comunicaba por una gran vía férrea con el núcleo costero de Agua Amarga, a casi 40 kilómetros, y por donde se le daba salida al mar a sus cargamentos de hierro y plomo. Parte de esta vía es la protagonista de una Vía Verde análoga a la de Serón, en la que el caminante descubre los restos de grandes hornos donde se fundían parte de los metales extraídos.
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