La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) aconseja qué hacer con los alimentos con moho, cuáles se pueden consumir y cuáles no.
El moho en los alimentos es la señal visible de un deterioro que también tiene manifestaciones invisibles peligrosas para la salud: micotoxinas, bacterias oportunistas... Por eso, salvo contadas excepciones, no es buena idea quitar los pedazos mohosos y comerse el resto. Aprende cuándo puedes y cuándo no poner en práctica esta medida ahorrativa, pero no siempre acertada.
Alimento mohoso, siempre sospechoso
Miras el frutero y ves una fresa o una pera con un poco de moho; le quitas el trozo afectado, la lavas y te la comes. Abres un túper que guarda salsa de tomate y ves que en una esquina se ha formado moho; lo quitas con una cuchara y como lo demás huele bien y lo vas a calentar a fondo, se lo echas a los macarrones... Como estos ejemplos hay muchos más, y todos obedecen al deseo de ser ahorrativo y no tirar la comida. Sin embargo, comerse el resto del alimento mohoso es mala idea y puede perjudicar a tu salud.
Los típicos mohos verdes, blancos o negruzcos que invaden los alimentos son hongos que los colonizan y se nutren a su costa, llegando a penetrar profundamente en su interior a través del micelio, unas finas ramificaciones difíciles de percibir a simple vista. Los riesgos del moho son básicamente dos: puede producir micotoxinas, sustancias tóxicas capaces de inducir cáncer y alteraciones genéticas y junto a los hongos pueden crecer bacterias patógenas indetectables por el ojo humano.
Los 3 tipos de alimentos que sí se pueden comer
Dado que la mayor parte de los alimentos a los que les ha salido moho se deben tirar a la basura, memoriza los que sí se pueden comer y las medidas que debes tomar primero.
1. El jamón y los embutidos curados
En el jamón, la cecina o el salchichón, es normal que aparezca algo de moho si tardan en consumirse. Raspa el moho y toma el resto.
2. Los quesos duros
Los quesos duros, es decir, aquellos que tienen poca humedad, como el manchego, el emmental o el gouda, se pueden comer después de quitar con un cuchillo toda la parte que rodea el moho, con una propina de 2 centímetros alrededor y por debajo de la zona afectada.
3. Las frutas y vegetales turgentes
Los vegetales de carne firme, como la zanahoria, el pimiento o el repollo, se pueden comer tras quitar con un cuchillo toda la zona alrededor del moho, incluido el mismo margen de seguridad de 2 centímetros alrededor y por debajo.
Todo lo demás se tiene que tirar
Salvo esos tres alimentos, el resto deben tirarse si tienen moho, sin intentar salvar unas parte sí y otras no. Quitar una parte y comerse el resto #NoCuela en una larga lista de alimentos.
#Nocuela
Los fiambres, el beicon, la panceta, las salchichas y los embutidos tiernos como la butifarra o la mortadela
Los alimentos húmedos son más propicios al crecimiento de microorganismos indeseados y el riesgo de que se formen micotoxinas es más alto cuando hay humedad.
Los quesos blandos, molidos, troceados o en lonchas, los yogures, la mantequilla...
Los quesos blandos son más propicios a la expansión de los mohos y al crecimiento de bacterias junto a ellos. En cuanto a los quesos cortados o rallados, tienen mucha superficie expuesta a la contaminación y el propio instrumento de cortar ha podido repartir los hongos por todo el alimento.
Los quesos hechos con hongos
Hay quesos hechos con hongos "buenos". El ejemplo típico es el de los quesos azules, como el cabrales, el roquefort, el gorgonzola... También se compone de hongos la corteza blanquecina del camembert o del brie, por poner un par de ejemplos. En estos casos, se trata de distinguir el moho del propio queso, que se puede comer sin miedo, de otros mohos extraños, que obligan a tirar el alimento ya que pueden ser peligrosos.
Las frutas y los vegetales de carne blanda o harinosa
En la carne tierna y húmeda de los vegetales blandos o harinosos, como una pera, un tomate o una manzana, es más fácil que penetren los filamentos casi indetectables del micelio de los hongos, a través del cual se alimentan. Así que nada de salvar trocitos pochos. Intenta tomar la fruta y la verdura poco después de la compra, sin darle tiempo a laciarse o estropearse; estará más rica y reducirá los riesgos.
Los guisos, los platos preparados, las sobras y los alimentos cocinados a base de cereales (pasta, arroz...)
Todos esos platos contienen humedad y la contaminación puede haber penetrado fácilmente bajo la superficie. Además, es posible que los alrededores del moho hayan sido colonizados por bacterias.
Pan y productos de panadería y bollería
Aunque estén horneadas, las masas de panadería y bollería son esponjosas y llenas de cavidades propicias para la expansión de los hongos. Si notas señales de moho, tíralo todo.
Jaleas y mermeladas
A veces, los botes de confituras se eternizan en la despensa o en la nevera; aunque el azúcar es un conservante natural, la contaminación por hongos no está descartada. Si ves que en un bote ha salido un parche de moho, deshazte de él porque hay riesgo de formación de micotoxinas.
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