El Lugarico: Luis Miguel Dominguín: “Lucía, el niño va a ser maricón”

‘El hijo del Capitán Trueno’, memorias de Miguel Bosé hace una foto de familia desgarradora

Miguel Bosé posa durante la presentación de su libro ‘El hijo del Capitán Trueno’.
Miguel Bosé posa durante la presentación de su libro ‘El hijo del Capitán Trueno’. Europa Press
Francisco Giménez-Alemán
07:00 • 20 nov. 2021

“En el desierto de Almería hacía un calor que partía las piedras, y eso que era mediados de enero”. Así comienza el último capítulo del libro de memorias que acaba de publicar Miguel Bosé, buena parte del mismo absolutamente prescindible. No así algunos capítulos, sorprendentemente bien escritos, en los que hace una foto de familia desgarradora y en ocasiones cruel al contar con detalle las andanzas bien conocidas de su padre, el gran matador de toros Luis Miguel Dominguín, célebre en los ruedos y en las alcobas del todo Madrid. El libro, inclasificable dentro del género de autobiografías, es una argucia editorial para calentar la serie que vendrá después en televisión de pago en la que al parecer el afamado cantante desmenuzará su otra vida a partir de 1977 cuando irrumpe con indiscutible éxito en el mundo de la discografía.



Hay un capítulo de elevada crueldad cuando se cuenta el viaje a Mozambique para participar en un safari, y al que Luis Miguel obliga a ir a su hijo de diez años que vuelve a Madrid, después de nueve días, enfermo de paludismo y al borde de la muerte. La narración es desgarradora y pone en evidencia la personalidad despótica, autoritaria y falta de escrúpulos del que fuera uno de los mejores matadores de toros de todos los tiempos y, sin duda, el más acreditado de los golfos de su tiempo. Y es a la vuelta a casa cuando Luis Miguel, ante aquel niño escuchimizado por la enfermedad y sicológicamente hundido, le dice a su madre: “Lucía, el niño va a ser maricón”.



Por mi afición a la lectura he dado en muchas ocasiones con textos horribles en los más variados géneros literarios, pero nunca había tropezado con una narración tan desprovista de humanidad y tan radicalmente impregnada de un machismo y de una homofobia que por sí mismas descalifican al personaje. Es verdaderamente repugnante el comportamiento que Bosé revela de su progenitor.



Pero desde luego lo que no me ha producido el libro es la más mínima sorpresa en cuanto a la idea que el padre tenía de su hijo. Y lo digo porque coincidí con Luis Miguel Dominguín y Rosario Primo de Rivera, su entonces mujer, el 2 de julio de 1986 en la fiesta del bautizo del hermano menor de Juan Antonio Ruiz Espartaco. La celebración tuvo lugar en la Hacienda El Visir, en la carretera de Gines a Espartinas, y a mi esposa y a mí nos pusieron en la misma mesa que al torero y su compañera. El recién nacido había recibido los nombres de la gran figura del toreo, Luís Miguel, y ya oscurecido estábamos disfrutando de una velada agradable mientras dábamos cuenta de los manjares que se estaban sirviendo. Debió ser en algún momento de la distendida conversación cuando una de las invitadas le dijo al maestro lo mucho que admiraba a su hijo, lo bien que cantaba y qué letras tan bonitas interpretaba. Esta señora se interesó por otros detalles de la vida y la carrera de Miguel Bosé, y fue entonces cuando su padre, que hasta ese momento había permanecido en silencio, miró con cierto desprecio a la mujer que le interrogaba y le espetó: “A ver si te enteras de que Miguelito es niña”.  Menos mal que pude desviar la conversación sacando a relucir su ascendencia almeriense. Su abuela Gracia Lucas era natural de Tíjola, jugaba al frontón como los mejores pelotaris y como matriarca del clan Dominguín fue una eficaz administradora a la que adoraban sus nietos, entre ellos Miguel Bosé y Carmina Ordóñez. Aunque lo que más recordaba de Almería era aquel segundo toro en la Feria de agosto de 1947 al que le cortó las dos orejas, el rabo y… una pata.



Pero deduje de su exabrupto que la frase estaba teñida de infinita frustración porque aquel muchacho que tantos triunfos cosechaba en el mundo de la música no hubiera sido como él mismo: es decir, el macho alfa depredador de todo lo que se ponía por delante, ya fueran actrices de Hollywood, prostitutas de los colmaos flamencos e incluso chicas de servicio en su casa. Y que no hubiera seguido sus pasos en el mundo del toro, en los safaris o en las monterías en La Virgen, la espectacular finca entonces de su propiedad en Andújar que acoge al célebre santuario de Nuestra Señora de La Cabeza.  



Afortunadamente quedan pocos españoles con el perfil de Luis Miguel Dominguín y la sociedad actual se va haciendo cada vez más tolerante con los hombres y mujeres diferentes que ejercen su derecho a la opción sexual de su libre elección. A las generaciones de la posguerra nos costó mucho trabajo entender esta realidad, acostumbrados como estábamos a que injustas leyes de la Dictadura persiguiesen y confinasen a seres humanos de los que sus propios padres se avergonzaban, como es el caso de un gran artista, excelente cantante y al parecer buena persona: Miguel Bosé, el hijo del Capitán Trueno.





Temas relacionados

para ti

en destaque