Las cifras oficiales de transmisión de covid están creciendo de forma vertiginosa, hasta ir igualando (y probablemente superarán en las próximas semanas) las de oleadas previas.
Afortunadamente, las elevadas cifras de vacunación alcanzadas, sobre todo en mayores de 60 años, hacen que la situación de las hospitalizaciones y muertes sea –al menos por el momento– menos grave que en las oleadas anteriores.
No obstante, nuestra percepción subjetiva de la situación nos dice que el número de real de casos (contagios) es todavía mayor. Familiares, amigos o compañeros nos llaman para felicitarnos las fiestas y, de paso, decirnos eso de “he salido positivo”. O en el mejor de los casos “fulanito ha dado positivo”, o “en la clase de mi hijo ha habido un positivo”. Y lo hacen con mucha mayor frecuencia que en otras oleadas.
Afortunadamente, la mayor parte de las veces –aunque no siempre– estos mensajes se acompañan de un “tranquilo, estoy bien”.
Es más que posible que haya mucha más transmisión de la que somos capaces de detectar. Muchos casos asintomáticos o paucisintomáticos no buscan atención médica. Muchos vacunados, aun sintomáticos, atribuyen sus síntomas a resfriados u otros cuadros menores y tampoco se someten a pruebas diagnósticas.
Otros (positivos en prueba de antígenos de venta al público o contactos estrechos) no consiguen contactar con unos servicios de atención primaria que, pese a su esfuerzo por responder, andan sobrepasados entre vacunaciones, realización de PCR, seguimiento de positivos, rastreos de contactos y el mantenimiento de la atención a los pacientes más complejos.
Mientras las hospitalizaciones saturan los hospitales, los contagios –incluso si la mayoría son leves– desbordan la capacidad de respuesta de la atención primaria. Estos casos tampoco existen para las estadísticas oficiales.
En este artículo intentamos dar algunas ideas de cómo actuar en estas situaciones. En general, aunque no siempre, coinciden con la última versión del documento “Estrategia de detección precoz, vigilancia y control de covid-19” del Ministerio de Sanidad. Y son adecuadas en muchas situaciones generales, pero no para algunas situaciones concretas (residencias, colegios, prisiones, centros sanitarios u otros con personas vulnerables, etc.) que requieren un manejo específico.
¿Qué hacer si tengo síntomas compatibles con covid-19?
Olvídese de la idea de que como está vacunado o ha pasado la covid será un resfriado u otro cuadro viral. Actúe como si fuera positivo (aislamiento) hasta descartar la covid con una prueba diagnóstica. Si es posible contacte con su centro de salud (normalmente le darán fecha y hora para una PCR). Si no es posible, las pruebas de antígenos de venta en farmacias (realizadas según las instrucciones del fabricante) son muy fiables en las personas sintomáticas.
Los síntomas de sospecha (suele aparecer más de uno) pueden ser la presencia de fiebre o escalofríos, tos, dificultad para respirar (“falta de aire”), fatiga, dolor de cabeza, dolor muscular, pérdida (reciente) del olfato o el gusto, dolor de garganta, congestión nasal (“moqueo”), náuseas o vómitos y diarrea.
La dificultad para respirar es el síntoma más preocupante y requiere consulta médica urgente para su valoración. También debe buscar atención urgente si presenta dolor o presión persistente en el pecho, confusión, o color pálido o azulado en piel, labios o el lecho de las uñas.
¿Qué hacer si soy “positivo” en una prueba de antígenos de venta en farmacias?
Inicie aislamiento. Use mascarilla FFP2. Contacte con su centro de salud. Probablemente lo citarán para realizarle una PCR y le darán instrucciones según su sintomatología.
El aislamiento debe durar un mínimo de 10 días desde inicio de síntomas (o la fecha de la prueba para los asintomáticos), aunque si los síntomas se mantienen, el aislamiento podría prolongarse. Deje de lado esas falsas ideas de que los vacunados, los que han pasado la covid-19 o los niños no contagian o no pueden contagiarse. Cumpla estrictamente el aislamiento.
En la mayor parte de los casos, los cuadros son leves y no requieren un seguimiento intenso por parte de atención primaria. Pero si tiene dificultad para respirar o alguno de los síntomas para buscar atención urgente comentados previamente contacte con un servicio sanitario lo antes posible.
Es muy probable que sus convivientes se hayan contagiado. Son contactos, más que estrechos, estrechísimos. También aquellas personas con las que recientemente haya compartido el aire que respira (sobre todo en los dos últimos días). Adviértales. Aunque estén vacunados o hayan pasado la covid-19.
Los contagios pueden producirse en cualquier sitio (no sólo en la restauración, el ocio nocturno o en aglomeraciones). También en el trabajo, en actividades deportivas, docentes, de culto, etc. La posibilidad de contagiar es mas alta si el encuentro se produjo en espacios cerrados, mal ventilados, sin mascarilla, con proximidad y fue prolongado. Prepare un listado con teléfonos de sus contactos para ayudar a los rastreadores.
¿Qué hacer si soy contacto estrecho?
Incluso si se hubiera contagiado, las pruebas diagnósticas, incluyendo la PCR, no darán resultados positivos hasta los 3-5 días del contacto con la persona que le contagió. Si no está vacunado, debe aislarse e intentar contactar con los servicios sanitarios para la realización de una PCR (habitualmente lo citarán en torno al 5º día de la fecha del contacto con la persona que potencialmente le contagió).
Hacerse una prueba antes (salvo que tuviera síntomas de covid-19) es de poco valor y el resultado negativo no permite levantar el aislamiento. Si la prueba al 5º día es negativa se puede levantar el aislamiento.
Si está vacunado debería hacer exactamente lo mismo que si no lo está. Actualmente, el Ministerio de Sanidad no obliga al aislamiento de los contactos estrechos vacunados (aunque alguna Comunidad Autónoma sí lo hace) y sólo recomienda reducir encuentros y evitar el contacto con personas mayores y vulnerables. Pero esta es una recomendación basada en los estudios iniciales tras la vacunación. Cuando la inmunidad proporcionada por las vacunas era reciente, la variante predominante no era delta y ómicron no estaba expandiéndose.
Este desajuste entre la situación actual y las recomendaciones de algunas autoridades sanitarias puede complicar la obtención de la baja laboral por aislamiento. Aun con esta complicación, que probablemente se resolverá en breve, trabajadores y empresarios deberían evitar exponerse a un –previsiblemente más perjudicial– brote en su empresa.
Recordemos que las cargas virales de los infectados vacunados son similares a las de los no vacunados y que, hasta donde sabemos, ómicron incrementa notablemente el riesgo de infecciones de brecha (en vacunados) y reinfecciones (en personas que han sufrido previamente la covid-19).
¿Qué hacer si no tengo síntomas y no soy contacto estrecho ni positivo?
¿Qué debería hacer cualquier persona en una situación de transmisión tan elevada? Básicamente, reducir en lo posible el riesgo de ser caso o contacto estrecho de un caso. Esto tiene dos componentes: desconfiar de los mitos y leyendas que circulan por todas partes y actuar evitando al menos las situaciones de mayor riesgo.
En lo primero, ni la covid-19 se ha convertido en un catarro (aunque muchas personas sólo sufrirán cuadros leves), ni los vacunados –o los que han pasado la covid-19– no pueden contagiarse o contagiar (aunque probablemente lo hacen algo menos).
Actualmente, la vacunación o haber pasado la covid-19 (y, sobre todo, ambas cosas) mantienen la protección frente al riesgo de desarrollar covid-19 grave (de tener que ser hospitalizado o de morir). Pero no completamente. Y probablemente un poco menos cuanto mayor es la distancia desde la vacunación. Y probablemente menos con la expansión de ómicron.
Mucha transmisión derivará (ya lo hace) en el desbordamiento de la atención primaria. Y muchos pacientes –covid-19 y, sobre todo, no covid-19– sufrirán las consecuencias. Además, si las cifras de contagios son elevadas también saturarán los hospitales y dificultarán la atención de los casos (covid y no covid) más graves.
Y si aproximamos el límite en que ya no podemos atender adecuadamente a los casos más graves, las restricciones duras –como ahora impone Países Bajos, con una cifras de hospitalización, UCI y fallecimientos muy superiores a las de España– serán inevitables. Y las restricciones incrementarán la pobreza y la infelicidad de muchas personas y, por descontado, el malestar social, el malestar de todos.
Son tiempos festivos, pero también el momento para reducir nuestros encuentros. Si puede evitar contactos, de cualquier tipo, evítelos. Si no puede, mejor al aire libre. Si no puede ser al aire libre, mejor en locales bien ventilados, y manteniendo distancia y mascarilla siempre que sea posible. Tanto si está vacunado, como si no. Tanto si exigen pasaporte covid-19 para entrar, como si no. Tanto si se ha hecho pruebas de antígenos, como si no.
Y cuando pueda, y sobre todo si es mayor de 60 años, vaya a por su tercera dosis. No la postergue. No es el momento.
Salvador Peiró es investigador, del área de Investigación en Servicios de Salud, FISABIO SALUD PÚBLICA, Fisabio,
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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