Un aspecto del castellano que llama mucho la atención es la cantidad y variedad de expresiones que tenemos para hablar del clima y de los fenómenos atmosféricos. Estos dichos tan populares los llevamos escuchando desde que éramos pequeños y quizá por eso no nos suenan raros, pero si te paras a pensarlo hay algunos que no son nada literales y que de hecho parecen no tener ningún tipo de sentido. Sin embargo, suelen tener su propia historia. ¿Te animas a conocerla?
En primer lugar, la expresión «caer chuzos de punta» se emplea para decir que llueve, graniza o nieva mucho. Ahora bien, ¿qué son los chuzos? El Diccionario de la Lengua Española los define como ‘palos armados con un pincho de hierro, que se usan para defenderse y atacar’. Efectivamente, los chuzos eran eso: un tipo de arma medieval compuesta por un palo que llevaba en un extremo un pincho afilado y puntiagudo. Que «caigan chuzos de punta» es como que caigan estos objetos con la parte puntiaguda hacia abajo, un simbolismo de que no es bueno salir al exterior porque el clima es violento y adverso.
Un sentido más literal tiene la expresión «llover a cántaros», que hace referencia a la vasija de barro o metal que solía llenarse de agua o vino. Según la mayoría de fuentes, todo apunta a que la expresión simboliza que llueve tanto que es como si alguien estuviese lanzando el agua a través de cántaros. A propósito de esto, en inglés tienen un dicho muy curioso para decir que llueve muchísimo: “it's raining cats and dogs”, que se traduce literalmente como ‘están lloviendo gatos y perros’.
Si atendemos a las expresiones relacionadas con el calor, una de las más frecuentes es «hace un sol de justicia». Este dicho en concreto tiene un origen un poco turbio. Antiguamente se llevaba a cabo una especie de “juicio” donde la culpabilidad del acusado se dejaba en manos de Dios. ¿Cómo? Sencillo: se inmovilizaba al prisionero bajo el sol durante horas o incluso días, sin darle ningún tipo de bebida o alimento y por supuesto sin ningún método de protección para evitar las quemaduras. Era así una especie de justicia divina: dependiendo de la fuerza con la que golpease el calor del sol, el reo aguantaría más o menos tiempo vivo; es decir, sufriría durante una mayor o menor cantidad de tiempo. Si después de estar el tiempo asignado bajo el sol el individuo lograba sobrevivir (algo que rara vez sucedía), se consideraba entonces que en realidad era inocente y por eso Dios no había querido que falleciese. Por eso, cuando el sol es abrasador se evoca a este método diciendo que «hace un sol de justicia», tal y como el que brillaba por encima de los prisioneros que esperaban su fatal desenlace.
Otra expresión asociada al calor es «sudar como un pollo». Para entender esta hay que considerar el dato de que los pollos no tienen glándula sudoríparas, por lo que no pueden sudar. En realidad, ese sudor de la frase se refiere a cuando el pollo está dando vueltas en el asador y suelta una especie de jugo. A causa de las altas temperaturas que se dan durante ese proceso, no es de extrañar que se haya asociado con los momentos en los que hace mucho calor.
Un caso muy similar al de arriba es el de «sudar como un cerdo». Inconscientemente pensamos que como el cerdo es un animal que tiende a estar sucio y que cuando una persona suda se tiene esa sensación de falta de higiene, esta expresión es fácilmente comprensible. Sin embargo, el cerdo al que se refiere no es un animal. Esta frase es una traducción literal de “sweating like a pig”, que en castellano significa ‘sudar como un cerdo’. La cosa es que este “pig” en realidad es una forma acortada de “pig iron”, que se traduce como “arrabio”. El arrabio, según el Diccionario de la Lengua Española, es la «fundición de hierro que se obtiene en el alto horno y que constituye la materia prima de la industria del hierro y del acero». Así, tanto en el caso del pollo como en el del cerdo la asociación con el calor viene por el entorno en el que se encontraban los protagonistas: un asador y una fundidora.
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