Un singular y extraño personaje permaneció casi dos años encarcelado en la prisión provincial del Acebuche y tras su puesta en libertad antes de que se celebrase su definitivo juicio aplazado por diversas circunstancias desapareció de la faz de la tierra. El sujeto, detenido por tráfico de estupefacientes en Málaga, alegó en su defensa ser un agente infiltrado de la Agencia Estadounidense Antidroga (DEA) que intentaba introducirse en un importante clan de narcotraficantes afincados en la Costa del Sol.
El 21 de mayo de 1990, la Audiencia Provincial de Málaga dictó una orden de búsqueda y captura contra Valerio Fernández de nacionalidad paraguaya al no presentarse a juicio por tráfico de estupefacientes señalado para el día 8 de ese mismo mes en el juzgado de Instrucción numero 1 de Málaga. Su abogado defensor, el almeriense Darío Fernández aseguró en los medios de comunicación que había perdido todo contacto con su cliente, pero sabía que el hombre estaba muy asustado y que había recibido presiones e incluso amenazas de muerte.
Darío Fernández afirmó, que él también había sufrido diversas amenazas y no descartó la posibilidad de que el procesado contase con el propio apoyo de la DEA y los servicios secretos para protegerlo de la trama criminal donde trataba de introducirse y facilitarle su inmediata salida de España con destino a un lugar desconocido.
Detenido
El domingo 10 de octubre de 1989 salió por primera vez de Acebuche en una conducción especial de la Guardia Civil para asistir el día siguiente al juicio en Málaga ya que fue precisamente en esta ciudad el 17 de julio de 1988 cuando fue detenido en el aeropuerto a la llegada de un vuelo de la Royal Aire Maroc procedente de Rio de Janeiro con escala en Casablanca.
Según relató entonces su abogado, Valerio Fernández al ser detenido por la Guardia Civil llevando tres kilos de cocaína ocultos en el doble fondo de su maleta, manifestó a los agentes que pertenecía a la DEA norteamericana-un elitista grupo antinarcóticos- y que su misión en nuestro país era infiltrarse en una importante organización criminal de carácter internacional y operativa en casi toda Europa.
Aquello que alegó no debió ser muy convincente para la Benemérita ni para el juez, quien ordenó su inmediato ingreso en prisión. Fue trasladado a la prisión de Acebuche el 26 de octubre de 1988 y alojado en el modulo cinco. Durante su estancia en la cárcel almeriense recibió una visita y en una sola ocasión. Fueron dos norteamericanos-que no llegaron a ver al detenido- aunque si le dejaron ropas y una importante cantidad de dinero.
El caso se instruyó en el juzgado número 1 de Málaga y según se dijo públicamente, existía en el sumario, una certificación de la organización policial norteamericana reflejando que Valerio Fernández era colaborador de la DEA y que su presencia en España obedecía a una operación de infiltración en una red dedicada al narcotráfico. Este extremo sin embargo fue negado ante el juez instructor por los principales responsables de la DEA en España, los norteamericanos Víctor Olivieri y David Herrera.
Según los investigadores antidroga de la Guardia Civil, los tres kilos de cocaína incautados a Valerio Fernández, nacido en la localidad paraguaya de San Pedro, habría llegado a alcanzar un valor en los mercados clandestinos europeos superior a los cuarenta millones de pesetas una vez debidamente cortada y manipulada.
Se conoció que el objetivo del paraguayo era viajar hasta Madrid donde los servicios de seguridad de la Guardia Civil del aeropuerto de Barajas estaban ya avisados de su llegada, después de haber pasado las fronteras de países como Bolivia, Brasil y Marruecos sin problemas, como llegó a manifestar su propio abogado. Un cambio inesperado en los planes de la organización criminal motivó que el acusado se viese forzado a desviarse hasta tomar un vuelo directo hasta Málaga, donde allí los servicios de seguridad de la Guardia Civil estaban totalmente ajenos a los movimientos extraños de ese sujeto.
El enigmático “agente de la DEA” mister Fernández, el 20 de abril de 1990 salió en libertad de la prisión de Acebuche después que alguien- se habló de su familia o alguien de su entorno-pagase la fianza impuesta por la Audiencia Provincial de Málaga a través de su abogado. Desde aquel día y citado para el 8 de mayo de 1990, Valerio Fernández estaba ya totalmente “mising” y nadie explicó en su día, todos y cada uno de los puntos misteriosos existentes en esta singular desaparición por arte de magia, si esta persona carecía verdaderamente de recursos, apoyos, ni pasaporte y que pudo zafarse de la presión policial y judicial. Un caso, al menos extravagante, y que pasó a ingresar la nómina de algún que otro asunto rodeado de incógnitas que tuvo de alguna manera vinculación con nuestra provincia.
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