Ya pasada la frontera de los setenta, el almeriense José Luis Torres Cuadra ha sido sin genero de duda un singular personaje del pasado siglo quien, por esas extrañas circunstancias de la vida, se convirtió en teniente coronel “honorífico” de Saddam Hussein, contratado por el ex dictador iraquí para fabricar armas para este país. Antes, este ingeniero aeronáutico nacido en la barriada de Ciudad Jardín diseñó material bélico en Filipinas, Siria e Irán.
Fue en el invierno de 1982 cuando comenzó su aventura al firmar un contrato que le llevó hasta Teherán como experto en cohetes balísticos. En Madrid, dos hombres a los que no conocía contactaron con el ingeniero proponiéndole trabajo en Irán desarrollando misiles.
Le ofrecieron quince millones de dólares para desarrollar un proyecto de su propia creación de un proyectil destinado al ejército de los “pasdaran,” brazo armado de la revolución islámica de Jomeini. Dirigió el principal complejo de fabricación de armas. Una vez en Irán, fue tratado casi como un prisionero, retenido durante ocho meses en un polígono militar de Teherán bajo la atenta mirada de sus guardianes metralletas en mano.
Torres Cuadra, fue objetivo de un atentado el 15 de diciembre de 1982. Sus guardianes utilizaron una espoleta preparada para detonar cuando la tocase y la bomba le estalló en la mano arrancándole tres dedos, que el mismo recogió y guardo en formol.
A partir de ese momento su obsesión era huir de Irán. Un día pudo contactar con un amigo en Madrid. La embajada española en Teherán se movilizó. El cónsul lo visitó y tras varias semanas de gestiones diplomáticas, el 26 de junio el ingeniero llegaba a Madrid tras ocho meses de cautiverio.
José Luis Torres, en 1963 fabricó el “primer” cohete espacial al que llamó “España I” que podía alcanzar los 50.000 metros de altura le valió ganar el premio Dulcinea. En 1966 colocó en orbita al ratón Adoko en un lanzamiento que hizo desde Cabo de Gata. En 1983 como consecuencia de una entrevista en TVE,dos miembros de la embajada de Irak en Madrid se presentaron en su casa proponiéndole trabajar para Sadam Hussein para mejorar los misiles Scud de procedencia soviética que estaban anticuados.
Ya en Irak fue tratado “a cuerpo de rey” y alojado en hoteles de lujo. diseñando las rampas de lanzamiento y los cohetes “Al Hussein” con un alcance de hasta 2.600 kilómetros y el “Scud-Al Abbas” Se llegaron a fabricar hasta tres cohetes “Al Hussein” aunque durante la Guerra del Golfo los iraquíes no lanzaron ninguno.
En agosto de 1990, cuando Irak invadió Kuwait, el ingeniero almeriense estuvo en el punto de mira de la CIA y de otros servicios de Inteligencia, porque pensaban que era responsable de los ataques a Jerusalén. Durante su permanencia en suelo iraquí conoció el ántrax y la guerra bacteriológica. Finalizado su contrato, volvió a España. No obstante, cuando Irak invadió Kuwait fue de nuevo reclamado “a filas” pero se negó en redondo a volver. Torres Cuadra manifestó entonces que Irak no tenía armas de destrucción masiva.
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