Crónicas del ayer: el angustioso secuestro de una niña de diez años en Laujar

Fueron cinco días de una angustiosa tensión e incertidumbre

La Voz
José Ángel Pérez
21:00 • 01 nov. 2022

El secuestro de una niña de 10 años, María de los Ángeles Sánchez, fue uno de los más desquiciados casos de la historia negra de Almería. Durante cinco días se vivió una angustiosa tensión e incertidumbre, al no conocerse la situación y estado de la pequeña raptada en un acto de venganza por un pastor de Laujar de Andarax, Andrés Durán, quien durante ese tiempo la mantuvo retenida y oculta en la sierra de Cacín, entre Canjáyar y Laujar de Andarax.



La pesadilla arrancó el 8 de marzo de 1984, aunque la cosa venia de antes al existir antiguas desavenencias entre la familia de la pequeña y el secuestrador por la reclamación de una deuda cuando este trabajaba para el padre de la menos. El pastor protagonizó un día antes una discusión, disparando a un hombre en La Loma de la Mezquita y dándose a la fuga.



El individuo se dirigió al cortijo 'Las Cuatro Puertas' en La Mojonera. La intención la tenía clara. Tenía que hablar con su antiguo patrón para reclamarle el dinero que le debía. Al llegar al domicilio, el propietario no se encontraba allí. Solo la pequeña María de los Ángeles Sánchez, que momentos antes había llegado del colegio y se disponía a merendar.



Algo debió de pasarle por la mente al sujeto con la escopeta en las manos y los ojos desencajados cuando, de pronto, se acercó a la niña cogiéndola de la mano introduciéndola en su coche llevándosela consigo.



El secuestrador iba armado y amenazaba con disparar a quiénes trataran de acercarse. Y empezaron a pasar las horas. Un centenar de guardias civiles, al mando del teniente coronel Campos empezaron a rastrear las sierras de Fondón, Vieres y Canjáyar. Algunos agentes iban camuflados con uniformes de guardas forestales mientras un helicóptero del Ejercito sobrevolaba cada cierto tiempo la sierra de Gádor.



El 9 de marzo, un día después del secuestro, un pastor de Padules vio a la niña y su secuestrador en la zona de El Campillo pidiendo comida por unos cortijos. La Guardia Civil seguía las pistas de los restos de comida que iban dejando y las huellas de las pisadas con la ayuda de perros adiestrados. El sábado 10 de marzo, sobre las dos de la tarde, un tío de la niña y un guardia civil camuflado estuvieron a unos treinta metros del secuestrador y la pequeña, apuntándole Durán con la escopeta, si hacían ademán de intentar acercarse a ellos.



Sin embargo, uno de los testimonios más importantes fue el de un pastor de Laujar, quien el 12 de marzo se encontró con el secuestrador y la niña en un viejo cortijo derruido en la vega de Laujar.



El cerco se iba estrechando. Y por fin, llegó el martes 13 de marzo de 1984. A las siete de la tarde, el teniente de la guardia civil, Pedro Alías y un guarda forestal del ICON descubrieron al secuestrador y la niña en un recoveco de un dique en la sierra de La Lobera. El pastor llevaba montada la escopeta con dos cartuchos.


Tras amenazar en un principio al oficial de la guardia civil y al guarda forestal, finalmente se entregó: "No quiero que la niña sufra más", dijo Durán entre sollozos


El pastor, decaído y acobardado, ingresó en los calabozos del cuartel de la Guardia Civil de Laujar. María de los Ángeles, nada más llegar al pueblo fue reconocida por la médico de la localidad, María Dolores Acosta. La niña se encontraba bien y en cinco minutos se bebió dos vasos de leche y un par de pasteles. Se acabaron cinco días infernales.


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