Hasta el anuncio del final de ETA, José Artero Quiles, ha sido el único civil almeriense asesinado por la banda terrorista. Su muerte siempre ha estado rodeada de un cierto halo de misterio. Nadie oficialmente dio una explicación lo suficiente creíble sobre las razones de este absurdo crimen.
Algunos medios de comunicación apuntaron que la víctima era un colaborador de la Guardia Civil y los terroristas de ETA lo habían puesto en el punto de mira de su siniestra nomina de objetivos al ser descubierto por la organización.
La familia de la victima negó en redondo dicha acusación, así como que el fallecido militara en algún partido político. Lo que tuvo más verosimilitud fue que el industrial posiblemente sometido al impuesto revolucionario de ETA, decidiese no pagar más dinero a la organización y en represalias la banda acordara acabar con su vida.
José Artero Quíles, tenía 42 años de edad y había nacido en la barriada de El Llano del Espino de Albox. Fue asesinado a balazos el 24 de marzo de 1980 sobre las nueve y media de la noche en la localidad guipuzcoana de Escoriaza. Dos asesinos que venían controlando sigilosamente sus movimientos lo acribillaron a sangre fría en el momento en que Artero Quiles subía a su coche.
En la penumbra de la noche acechaban sus pasos. El industrial tras salir de una cafetería se dirigió a la calle Hildalgo donde tenía aparcado su coche, un Renault 6 matrícula AL-7007.
Cuando ya había arrancado fue tiroteado desde el coche de los asesinos recibiendo ocho impactos de bala.
Murió casi en el acto, mientras un médico de Urgencias avisado por gente de la calle, le practicaba maniobras de reanimación intentando sin éxito devolverle la vida.
Los asesinos abandonaron el coche a unos dos kilómetros del lugar del atentado. El vehículo había sido robado unas horas antes a punta de pistola a un vecino de Arechava.
José Artero Quiles, marmolista de profesión llevaba unos seis años en esta localidad a donde llegó desde Alemania junto a otros paisanos de Albox y tenía un almacén de mármoles.
José Artero Quíles recibió sepultura en Fines y la noticia de su muerte causó una profunda consternación en la provincia de Almería. 1980 fue un año terrorífico. La banda de ETA perpetró en los doce meses del año un total de 105 asesinatos en el País Vasco. Los crímenes de ETA fueron indiscriminados. Además de militares, policías o guardias civiles, los terroristas se ensañaron con paisanos y civiles como camareros, industriales, agentes de seguros, abogados, mecánicos, taxistas, etc.
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