Uno de los casos sociológicos de masas, más destacados ocurrido en Almería durante la década de los años cincuenta se produjo en Terque. La fecha se sitúa en el 1955 se trató de la supuesta aparición de la virgen en una cueva que provocó la movilización de miles de personas desplazadas a Terque en peregrinación para vivir la experiencia. El controvertido caso del fenómeno visionario se mantuvo unos tres años, hasta que el obispado de Almería ordenó cerrar la cueva zanjando el tema de las apariciones marianas. El origen de estas apariciones se produjo cuando unas semanas antes unos desconocidos violentaron los accesos de la iglesia de Alhabia, saqueándola y llevarse una imagen de la virgen del Rosario. Los autores, posiblemente forasteros, no fueron nunca localizados y la imagen se halló bastantes años después.
La historia arrancó una tarde de un domingo de Resurrección de 1955, cuando una maestra de Terque paseaba por el campo con un grupo de niñas y a la altura del paraje de "La Cañada" una de las pequeñas se detuvo comenzando a gritar con alboroto que en la cueva estaba la virgen. Algunas de las pequeñas que iban con ella afirmaron en esos primeros momentos. haberla visto también. Ante la insistencia de las pequeñas y como ya por el pueblo había trascendido el robo de la imagen de la virgen de Alhabia, la maestra decidió al día siguiente volver a la cueva con el mismo grupo para comprobar si los ladrones dejaron en la cueva escondida la imagen.
Una vez en el paraje tras examinar minuciosamente el interior de la cueva y sus aledaños comprobaron finalmente que allí no había nada. Curiosamente las primeras niñas que alborozadas manifestaron que habían visto a la virgen en el interior de la cueva, posteriormente dijeron que no la veían. Numerosos vecinos y familiares de las niñas comenzaron a reunirse en torno a la cueva. Hombres y mujeres de todas las edades, jóvenes y niños caían extasiados de rodillas frente a la cueva gritando que estaban viendo a la virgen.
El tema empezó a cobrar fuerza y de forma espontánea comenzaron a llegar hasta Terque multitud de vecinos sucediéndose numerosas escenas de fervor mariano, con ofrendas de flores y rezos del rosario.
Algunos, en pleno éxtasis, afirmaban que el Señor decía la misa y otros que los ángeles les daban la comunión.
En pleno apogeo, un luctuoso suceso vino a empañar los acontecimientos marianos. Una vidente, una niña de unos catorce años que se había quedado embarazada, mató el hijo al que había dado a luz para ocultar su vergüenza.
El bebé murió destrozado nada más nacer con la cabeza machacada. Para deshacerse del cuerpo lo arrojó por la taza del wáter de su domicilio. La Guardia Civil, bajo la dirección del juez de Canjáyar detuvo a la menor por infanticidio.
La joven estuvo internada varios años en el colegio de Las Adoratrices hasta su mayoría de edad cuando la justicia decretó su destierro a Cataluña.
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