TVE dio la noticia en el Telediario del mediodía. Fue despachada en apenas un minuto. Muchos de los familiares de los protagonistas del suceso se quedaron petrificados ante la pequeña pantalla. Unas horas antes un teletipo de agencias inundaba las redacciones de los periódicos y cadenas de radio informando de la tragedia con un titular expresivo: “Un pesquero almeriense con siete tripulantes a bordo se hunde en aguas de Barcelona. No hay supervivientes”
La noticia corrió de boca en boca en Almería. Van llegando más datos. Se sabe entonces que el pesquero es de Adra. No han muerto todos, hay cinco supervivientes. La angustia y desesperación entre las familias de los pescadores se va desbordando y se suceden las escenas de dolor. La gente se agolpa frente a la Cofradía de Pescadores de Adra, aunque ya los familiares conocen el desenlace de la tragedia
"El Colorao”, un potente barco de pesca se había hundido la madrugada del seis de abril de 1979 frente a las costas catalanas de Arenys de Mar. La muerte sorprendió durmiendo a la mayor parte de la tripulación. Fue un golpe seco, violento, acompañado de un estampido ensordecedor que despertó a los marineros, aunque cinco de ellos no tuvieron tiempo de reaccionar engullidos por el mar atrapados en las literas de los camarotes.
El buque mercante “Playa Dorada” lo partió por la mitad. El accidente se produjo a unas cuatro millas escasas de la costa. De los doce tripulantes, cinco lograron sobrevivir, los restantes murieron ahogados.
Nada más producirse el abordaje, desde el pesquero y en medio de la caótica situación lograron por radio informar a la Cofradías de Pescadores de Arenys de Mar que de inmediato captó el mensaje de socorro activándose los dispositivos de rescate.
Dos remolcadores y un guardacostas acudieron a la posición señalada nada más conocerse el suceso. Cinco marineros pudieron ser rescatados y se encontraban a salvo.
A las ocho de la mañana, los equipos de salvamento rastreaban la zona, aunque hasta pasadas 48 horas no se localizaron vestigios del “Colorao”. Su rescate, hundido a cuarenta y nueve brazas, mas de ochenta metros de profundidad se efectuó el 10 de abril cuando los equipos de Salvamento localizaron en el mar los primeros tres cadáveres. Durante cuatro días más de un centenar de pesqueros y unos doscientos hombres no dejaron de buscar día y noche en turnos a los pescadores desaparecidos.
Al día siguiente la dotación del buque “Poseidón” localizaban los cuerpos sin vida de otros tres marineros flotando en el mar a unas seis millas de Arenys de Mar. El 15 de abril finalizaron las labores de búsqueda de los desaparecidos pese que aun no había sido localizado el cadáver de Pedro Campoy Tuvieron que pasar casi dos meses para que Pedro Campoy recibiera sepultura. El pesquero catalán “El Vivian” localizó su cadáver a unas cinco millas de la zona en donde se produjo el naufragio.
Los funerales por el alma de los pescadores congregaron a miles de personas en la iglesia parroquial del municipio. La solidaridad de los hombres de la mar con las familias de los desaparecidos fue patente en todo momento.
Todos los ahorros de la familia Pérez Maldonado habían sido invertidos en la compra del pesquero un par de semanas antes. Los tres hermanos Francisco, Eduardo y José Pérez Maldonado murieron en el naufragio junto a Manuel Salmerón González, Miguel Rivera y los hermanos Pedro y Jaime Campoy Vargas. Los sindicatos UGT y CCOO abrieron suscripciones populares entre el sector pesquero de Barcelona.
Se recaudaron casi millón y medio de pesetas que fueron remitidos a la Cofradía de Pescadores de Adra para los familiares endeudados con los bancos que facilitaron los préstamos para comprar el barco.
La compañía naviera aseguradora del “Playa Dorada” afirmaba que el pesquero almeriense fue quien provocó la colisión. El largo proceso, lleno de obstáculos y zancadillas tuvo como fecha final el 20 de septiembre de 1995 al interponerse una demanda conjunta contra la compañía naviera, la aseguradora y el capitán de la embarcación “Playa Dorada” y en septiembre de 2005 se ejecutó la sentencia. Los familiares de los siete marineros de Adra fallecidos después de muchos años de litigio con las empresas aseguradoras recibieron finalmente sus justas indemnizaciones.
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