Los empleados de Caja Madrid no podrán olvidar la nubosa mañana del 4 de octubre de 1996. Faltaban escasamente cinco minutos para las ocho de la mañana. Puntualmente un empleado se disponía a abrir la entidad bancaria para iniciar la jornada laboral. Tras abrir la puerta de la calle, introdujo una nueva llave en la cerradura de acceso a la segunda puerta, cuando de repente un individuo entró rápidamente, cortándole el paso al tiempo que le colocaba una pistola en la cabeza.
En el atraco a la sucursal de Caja Madrid en la plaza del Dr. Gómez Ulla junto al edificio de Correos los asaltantes se apoderaron de unos treinta millones de pesetas, pasando a la historia negra de Almería, por ser el mayor atraco a una entidad bancaria en la provincia y cuyos autores no llegaron nunca a ser detenidos. Desaparecieron si dejar ninguna pista. Dadas las características y profesionalidad en que fue cometido el atraco se sospechó que el mismo hubiese sido obra del grupo terrorista GRAPO. Extremo éste que se manejó en distintas fuentes de la investigación, aunque ninguna autoridad se pronunció al respecto. En ese año varios miembros de la banda cumplían condena en la prisión almeriense. Entre ellos Francisco Brontos Beneyto uno de los miembros históricos del GRAPO.
Esa mañana hace ahora 26 años, dos individuos, a cara descubierta, con traje y corbata, armados con pistolas automáticas mantuvieron a raya a los empleados de la entidad durante casi una hora.
Tras penetrar en el establecimiento uno de los atracadores acompañó a punta de pistola al apoderado y el segundo de los individuos entró con rápidamente hasta el despacho del director donde se encontraba una sofisticada caja fuerte, obligando a uno de los empleados pistola en mano a que introdujera la clave y la abriese. Anteriormente el otro a conminó a uno de los cajeros, a que desconectara los sistemas de alarma de la entidad y apagara el circuito cerrado de grabación interna de las cámaras de televisión del banco.Mientras se producía el atraco fueron llegando el resto de los empleados, e incluso un cliente, que sorprendidos por los individuos fueron encañonados y obligados a colocarse de espaldas fuera del patio de operaciones
Los individuos de unos treinta años de edad, aspecto normal, bien vestidos, de estatura media y con acento castellano, se movían tranquilamente por las dependencias del banco dando muestras de una gran serenidad mientras esperaban que se abriera la caja fuerte de apertura retardada. Cincuenta minutos permanecieron en el interior del banco y desde el exterior nadie advirtió movimientos extraños en el establecimiento.
Una vez abierta la caja fuerte, cuidadosamente fueron guardando el dinero en una gran bolsa deportiva de color azul, no sin antes desvalijar el cajero automático. Con el dinero en su poder, los dos sujetos fueron maniatando con cintas de esparadrapo a los empleados, encerrándolos posteriormente en una de las dependencias del local, utilizadas como archivos. Desaparecieron, antes de que diesen las nueve de la mañana.
Minutos mas tarde, los empleados lograron salir del encierro y activar la alarma. La Policía se presentó varios minutos mas tarde. Desde la sala operativa del 091 se activó el dispositivo antiatracos previsto para estas ocasiones, cerrándose de inmediato todas las salidas por carretera desde la capital.
A los atracadores se "los tragó la tierra". El caso se cerró. La sangre fría de los asaltantes y la posibilidad de que tuviesen cierta información sobre el dinero existente ese día en la entidad, especuló la posibilidad de que los autores fuesen miembros de la organización terrorista GRAPO, extremo éste que no fue nunca confirmado ni desmentido por la policía almeriense.
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