Más de un centenar de personas muertas y unas cincuenta heridas de carácter grave fue el trágico balance de un violento y espectacular accidente ferroviario ocurrido por un fallo humano la noche del 15 de noviembre de 1945 entre las estaciones de Fuente Santa y Gérgal al chocar frontalmente un TREN de mercancías y un tren correo cuando ambos circulaban en la misma dirección. A las doce y media de la noche, el jefe de estación de Fuente Santa solicitó vía libre al factor de la estación de Gérgal, quien autorizó a su compañero para efectuar la salida del tren de mercancías procedente de Almería y recorriese unos pocos kilómetros, desde la estación de Gérgal se autorizó la salida del tren expreso 1.082 procedente de Madrid con destino a Almería.
Así empezó la espeluznante tragedia. A la una menos diez de la madrugada, a unos dos kilómetros de la estación de Gérgal el tren expreso se encontraba en un tramo de pronunciada pendiente y especialmente dificultoso conocido como la Trinchera de Zamora. El tren circulaba a la altura del kilómetro 211.400 de la línea férrea Almería-Linares en el término municipal de Gérgal y a escasamente unos cincuenta metros de la barriada de Las Alcubillas entre Gérgal y Fuente Santa.
En el tren correo viajaban alrededor de unas trescientas personas. Su velocidad dada la orografía del terreno y el trazado de la vía, superaba ligeramente los sesenta kilómetros por hora.
Casi al mismo tiempo, el tren de mercancías, que había salido de Almería formado por dieciséis unidades, entraba en dirección contraria en el mismo tramo. Al instante se produce un tremendo estruendo. El tren correo y el convoy de mercancías chocaron violentamente sin que los maquinistas pudiesen hacer algún tipo de maniobra para evitarlo. Inmediatamente se incendiaron los vagones del expreso descarrilando y tres vagones del tren uvero, cuyo furgón como consecuencia del tremendo choque se aplasta contra la máquina.
Los dos convoyes quedan envueltos en llamas. En pocos minutos el incendio es devastador sucediéndose las escenas de pánico y dolor entre los viajeros que se ven impotentes para ponerse a salvo.
Solo resultan ilesos los viajeros del último vagón que logran ponerse a salvo saliendo como pueden por las ventanillas antes de que las llamas se propaguen al vagón. Pese a los esfuerzos que se hacen, el salvamento de los restantes pasajeros es imposible. Los vagones de madera arden por los cuatro costados, nadie puede acercarse y los gritos desgarradores de las víctimas pidiendo auxilio son estremecedores.
Los supervivientes cortan los enganches de los vagones que no han ardido y en ellos horas más tarde empieza la evacuación de los heridos más graves hasta Gérgal. Antes un grupo de pasajeros que resultaron ilesos acuden andando hasta Las Alcubillas para pedir auxilio. Conocido el dramático suceso, las autoridades dan de inmediato la voz de alarma. Desde la capital sale un tren socorro y desde Guadix y Granada se desplazan otros dos trenes de auxilio sumándose ambulancias, autobuses y vehículos particulares para el traslado de los heridos.
Se intenta evaluar la catástrofe, pero es muy difícil saber el número real de muertos. Muchos de los cadáveres no llegan a ser nunca identificados por el estado en que han quedado sus cuerpos totalmente calcinados por las llamas. Tampoco RENFE pudo concretar el número de pasajeros que viajaban en el tren correo, ya que muchas personas, en aquel tiempo, era usual que viajaran sin billete y pagasen al revisor durante la ruta.
Fallecieron calcinadas sobre un centenar de personas, según la versión oficial dada en su día por las autoridades almerienses, y cuarenta y cinco resultaron heridas, algunas de las cuales, fallecieron días más tarde en los centros sanitarios de Almería y Guadix. La cifra exacta, no se sabrá nunca. Algunos supervivientes hablaron entonces de que los muertos podrían ser más de doscientos. A la tragedia del accidente se sumó la decisión del jefe de estación de Gérgal, quien abrumado al darse cuenta de la magnitud del accidente y sus terribles consecuencias, desesperado se marchó a su casa, besó a su hija pequeña, suicidándose después tras descerrajarse un tiro en la sien.
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