En el apartado de Crónicas del ayer se incorpora otro nombre propio para la Almería siniestra y tenebrosa que creo que muchos almerienses desconocen. Hablamos de un paisano Francisco Ruiz Castellanos, que ejerció como verdugo oficial de la Audiencia Provincial de Madrid durante el pasado siglo XIX y que nació en el término municipal de Purchena. Aquí no le quedan raíces, ya que siendo un adolescente se quiso ir voluntariamente de su casa en busca de aprender un oficio. Por lo visto tenía notables condiciones para el aprendizaje de tan siniestra profesión. De la docena de ejecuciones oficiales que se le atribuyen a Francisco Ruiz, cinco de ellas fueron en la capital de España y las restantes en el municipio gaditano de Jerez de la Frontera.
Aunque de casta le venía al galgo. La “afición” por tan peculiar profesión le vino precisamente de su padre, también verdugo en Madrid. Tras pasar la niñez y parte de la adolescencia en Purchena, marchó con la familia a Madrid donde aprendió el oficio de maestro carpintero y después se alistó a la milicia alcanzando la graduación de sargento primero de Caballería. Ruiz Castellanos, un tipo controvertido y misterioso, tenía por costumbre besar a los reos antes de darle el pasaporte para el otro mundo y así lo hizo con seis de ellos, menos con Francisco Corbacho, este condenado a muerte. que amenazó a su verdugo cuando estaba ya en el cadalso.
Tras la ejecución, retiró la capucha que le cubría el rostro al fallecido, hecho que fue criticado por parte de los asistentes. Los verdugos auxiliares abandonaron precipitadamente el lugar de la ejecución, revólver en mano por miedo a la amenazante actitud de la multitud que se había congregado y desaprobaron la acción de Ruiz Castellanos.
Profesionalmente quiso ser conocido como el perfeccionador del terrible garrote vil, pero en su vida personal tuvo graves problemas familiares, también con la Ley y con muchos delincuentes por lo que en el año 1885 fue condenado a seis meses y un día de arresto por un delito de lesiones. Hasta el diputado Ducazcal solicitó formalmente al ministro de Gracia y Justicia que se impusiera un severo correctivo a Francisco Ruiz por sus constantes tropelías. Meses después se le formó Consejo de Guerra por desacato y resistencia a la Guardia Civil.
Francisco Ruiz Castellanos iba armado de manera habitual. Pocos días después de la ejecución de los siete reos pertenecientes a la Mano Negra, se defendió durante un atraco en la puerta de su casa, hiriendo de un disparo a uno de sus atacantes En 1888 Ruiz fue nuevamente agredido en Madrid recibiendo una brutal paliza que los postró varias semanas en la cama. Se le llegó a relacionar como amigo de uno de los sospechosos del crimen de la calle Fuencarral , José Vázquez-Varela al que dejaba probarse los corbatines que empleaba en las ejecuciones. Un angelito el paisano, vamos.
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