Crónicas del ayer: El crimen de la Carretera de Málaga

Sin motivos personales

Un crimen sin motivo.
Un crimen sin motivo. La Voz
José Ángel Pérez
20:53 • 10 abr. 2023

La muerte de Francisco del Águila de 74 años se produjo, durante la noche y madrugada del 15 de agosto de 1993 y fue asesinado en su domicilio de la carretera de Málaga de Pescadería. Su cadáver que ya empezaba a mostrar los primeros signos de putrefacción se encontró la tarde del día siguiente. Un conocido de la victima, telefoneó al 091 informando sobre un posible incidente, ya que el anciano no respondía a las llamadas que le hacían a la puerta de la casa, sospechando que pudiera estar enfermo al percibir un cierto olor nauseabundo procedente de la vivienda.



A la llegada de la Policía los agentes apreciaron diversos signos en el cadáver que evidenciaban una muerte violenta, El anciano había sido brutalmente golpeado con un objeto contundente, mientras dormía en su habitación. El cuerpo estaba boca abajo vistiendo solo ropa interior.



La víctima era jubilado de la Junta de Obras del Puerto donde trabajó durante bastantes años. Estaba soltero y vivía solo, aunque varios hermanos residían en la capital y las relaciones eran fluidas entre los familiares. Los vecinos del barrio le calificaron como muy sociable y amable, que nunca había tenido problemas siendo muy apreciado.



Según la Policía su asesino, debía ser una persona conocida por la victima, o que gozara de su confianza descartándose el móvil del robo. El astuto criminal para despistar o confundir con pistas falsas a la Policía, tras asesinarlo trasladó su cuerpo desde el salón principal hasta el dormitorio para simular que fueron unos simples ladrones los autores del crimen y que actuaron violentamente al verse sorprendidos por el anciano.



Los rastros y huellas de arrastrar el cadáver, pese a que el salón de la vivienda se encontró limpio, no pasaron desapercibidos para los funcionarios de la Policía Científica quienes durante la inspección ocular detectaron pequeños y minúsculos restos orgánicos y sangre en el suelo y parte del mobiliario. Para la Policía, allí no entró a robar nadie. La puerta y las ventanas estaban perfectamente cerradas y en la casa se encontró dinero suficiente, algunas joyas y efectos de valor, sin apreciarse signos forzamiento en el armario y restos de los muebles.



Se investigaron sus cuentas bancarias y tampoco se detectaron anomalías. Todo absolutamente normal. La Policía inició sus primeras pesquisas centrándolas en el entorno de la victima. Se interrogaron a vecinos y conocidos de la victima, familiares, todo ello con un resultado negativo.



Unos días más tarde la Policía detuvo a un joven pintor de brocha gorda conocido de la víctima. Esta persona, solía visitarle con cierta frecuencia e incluso le hacia la comida o le acompañaba al médico cuando estaba enfermo y que unos días antes le había hecho unas pequeñas reformas en la casa pitándole algunas habitaciones. El sospechoso pasó unas horas en las dependencias policiales pero una vez conducido a presencia judicial quedó de inmediato en libertad al considerar el juez que las pruebas acusatorias carecían de la suficiente solidez para achacarle la autoría del crimen.



El caso se cerró y no volvieron a tener noticias sobre el esclarecimiento del crimen. Una vez más, como ha ocurrido con otras muertes violentas que integran la siniestra nomina negra de crímenes impunes en Almería, el asesino no pagó su culpa


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