El verano ya está aquí y con él las frutas de temporada, como la sandía, el melón o los melocotones, así como los helados, los granizados y los alimentos fríos, cuanto más refrescantes mejor. Con la playa a un paso, el acuciante calor y los días más largos sumados a estos nuevos alimentos, los almerienses cambian sus hábitos nutricionales. La temporada estival invita a dejar atrás los tradicionales platos de cuchara y a frecuentar más los bares de tapeo que ofrece la provincia. Pero, ¿qué ocurre en el caso del desayuno?
Como era de esperar, esta transformación en la dieta afecta también a lo primero que entra en la boca cuando comienza el día. Como explica el nutricionista almeriense Antonio Serrano, los niños y los adolescentes se suelen levantar más tarde al terminar el periodo escolar: "Hacen lo que se llama 'una media mañana', que no es otra cosa que un desayuno tardío". Carolina González, también nutricionista en la ciudad andaluza, señala que las personas que comienzan su horario reducido o que disfrutan de sus vacaciones en esta época del año disponen de "más tiempo para hacerse un desayuno diferente" frente al resto del año.
¿La comida más importante del día?
Antonio Serrano señala la importancia de romper con los mitos que rodean la primera comida de la jornada: "El desayuno es una comida igual de importante que las demás. De hecho, hay gente que hace ayuno intermitente y no pasa nada. Lo importante es que le des a tu cuerpo los nutrientes que necesita a lo largo del día", explica. Según el nutricionista, cuando sí se puede sufrir al no desayunar es cuando se hace un cambio de hábitos brusco. Pone el ejemplo de una persona que siempre ha desayunado y que un día sale a correr sin hacerlo. Señala que es posible que "le den mareos", porque necesita un periodo para adaptarse al ayuno.
Por su parte, Carolina González indica que "el desayuno regula el resto de comidas". Las personas que no desayunan, "suelen ingerir más comida y muchas veces de peor calidad" a mediodía. La dietista aclara que "desayunar no es obligatorio", sino opcional, pero también destaca que el ayuno hay que hacerlo bien y sin atracones por la tarde. Serrano añade a esto que "tampoco se reduce el rendimiento intelectual si no se toma nada".
No siempre se ha comenzado el día llenando el estómago. Mientras que los romanos sí tomaban al alba lo que llamaban el "ietaculum", consistente en queso, olivas o fruta, en la Edad Media el hábito cambió. Y ese cambió llegó de la mano de la Iglesia, que, según afirmaba Tomás de Aquino en su Summa Theologiae, consideraba pecado capital llevarse algo a la boca antes de la misa matutina: "Quien no es capaz de aguantar sin comer tampoco puede aguantar sin beber -alcohol-". Esta última afirmación se explica con el hecho de que las comidas en este periodo histórico se acompañaban de vino o cerveza.
Fue a partir de la Revolución Industrial cuando las largas horas de trabajo industrial y rural hicieron necesario ingerir algo por la mañana antes de la hora de comer. Con la llegada de las tostadoras eléctricas y el pan bimbo, se popularizó como campaña publicitaria la creencia de que el desayuno era el rey de todas las comidas.
El desayuno recomendado
Llegados a este punto: ¿Cuál es el desayuno que los expertos recomiendan para esta época del año? Cabe recordar antes que nada que la alimentación idónea varía según la persona. Dicho esto, Antonio Serrano pone el foco en la reducción de hidratos de carbono, tan fomentada por la industria alimenticia: "Hay que evitar tomar galletas, batidos, cereales ultra procesados y zumos", señala.
Hay muchos desayunos válidos. El almeriense cuenta que estos días de intenso calor él desayuna café con bebida de almendras, frutos secos y dos piezas de fruta de temporada, como cerezas o sandía. Carolina González, por su parte, apuesta por algo más tradicional: un yogur con cereales tipo espelta, muesli o avena, con fruta fresca de temporada, acompañado de un humeante café.
La nutricionista señala que el verano es la época perfecta para probar cosas nuevas, como el té con leche o el matcha, o, incluso, para "hacerse un desayuno más elaborado": unos crepes con avena y plátano o, incluso, unos huevos revueltos al más puro estilo americano podrían aportar las proteínas extra que a veces buscan los más deportistas.
Según Serrano, la composición idónea de un buen desayuno sería uno que aporte entre el 20 y el 25% de las calorías diarias; entre 5 y 10 gramos de fibra, entre 20 y 30 gramos de proteína y, en función de la persona, entre 40 y 60 gramos de hidratos.
En cuanto al momento para relajarse con un buen café, González subraya que desayunar media hora después de despertarse es lo que suele funcionar mejor: "El cuerpo se activa y apetece más comer que recién levantada", apunta. Eso sí, "hay personas que desayunan dos horas después y no pasa nada". La conclusión de ambos es la misma: en lo que al desayuno se refiere, no hay ninguna norma fija.
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