Dueña y señora en ‘Pobre Diabla’

Cumpliendo con la última voluntad de su marido, Marcela toma posesión de la editorial.

La Voz
Pilar Martínez Manzanares
13:26 • 03 oct. 2024

Garabano no logra entrar en la mansión de los Mejía Guzmán y falla en su primer intento de acabar con Marcela. Mientras tanto, el fotógrafo que contrató Emilce le entrega las imágenes de Ariel Jr. saliendo de la comisaría y se las entrega a doña Roberta. Esta, con una sonrisa en los labios, observa detenidamente cada una de las instantáneas. "Voy a esperar al momento adecuado para usar estas fotos en mi favor y sacar el mayor provecho de ellas", dice la mujer. "No voy a parar hasta recuperar, de una vez y para siempre, la herencia de mi hijo", añade doña Roberta.



Juego de seducción



Emilce, que fue quien consiguió sacar a Ariel Jr. del calabozo, quiere ver recompensada su buena acción y le pide al joven una cita. Parece que la empresaria no cesa en su empeño de conquistar al vástago de quien fuera su amante. Nuevamente, Ariel Jr. rechaza sus coqueteos, pues no puede borrar de su mente la imagen de Marcela, la joven de la que cada día, a pesar de saber que fue la esposa de su padre, se declara más enamorado.



Un arma letal



Garabano idea el mejor modo de acabar con Marcela. El hombre cuenta en su poder con un arma: su perro Diablo. El animal está entrenado para matar y le ayudará a realizar su plan a la perfección. Garabano piensa en azuzar a su can contra Marcela en cuanto la pille sola. "Diablo matará a esa idiota y yo cobraré la recompensa que me ofreció Emilce sin mancharme las manos de sangre", piensa el hombre.



Ariel Jr, al rescate



Al día siguiente, el plan trazado por Garabano para acabar con la inocente Marcela con la ayuda de su perro Diablo no tiene éxito. Justo cuando el fiero animal se va a abalanzar en plena calle sobre la joven, aparece Ariel Jr., que, como caído del cielo, se interpone entre Marcela y el can, evitando así que su amada sufra daño alguno.



A Garabano no le quedará más remedio que intentar acabar con la mujer en otra ocasión. Además, Bárbara –que fue examante de Ariel padre– también le ha ofrecido una muy buena cantidad si logra matar a la mujer que le robó el corazón de su amado.


Amor clandestino

Clotilde continúa con su romance con Joaquín a espaldas de la severa y autoritaria doña Roberta. Esta, que no desea otra cosa que obligar a su hija a aceptar sus órdenes, tal y como ya lo hiciera con Laura, quien se vio obligada a casarse con Diego por voluntad de su madre.


Pasión a escondidas

En la editorial, Joaquín y Clotilde aprovechan cada momento que están solos para desatar su pasión.


En uno de sus encuentros, son pillados por Zaneti, uno de los fotógrafos del lugar. Este último avisa a Clotilde de que tenga mucho cuidado con Joaquín, ya que él solo la quiere por su dinero.


Golpe de realidad

Ofendida, Clotilde propina una sonora bofetada a Zaneti y le exige que no vuelva a hablar así de su novio. La joven se convence a sí misma de que las palabras del fotógrafo son producto de los celos y nada más. "Estoy segura de que Joaquín me quiere", piensa.


El poder de los celos

Quien tampoco pasa por su mejor momento es Flavio. En su familia apenas se le presta atención, sobre todo, doña Roberta, quien no le consiente intervenir en la toma de decisiones sobre el imperio de los Mejía Guzmán. Además, sigue empeñado en conquistar a Marcela, quien parece inmune a sus encantos.


Una noche, el hombre cita a su cuñada en el invernadero de la mansión. Llevado por el deseo, intenta besarla a la fuerza, sin saber que Ariel Jr., que también se encuentra en el lugar, es testigo de la escena.


Un gran malentendido

Furioso, Ariel Jr. sale de su escondite y le reprocha a Marcela que haya jugado con él, pues cree que esta siente algo por Flavio. Con el despecho latiendo en su corazón, Ariel Jr. acepta la amable invitación de Emilce de salir a cenar juntos, con el único propósito de darle celos a Marcela. Emilce, por su parte, disfruta de cada segundo que pasa cerca del joven, pues se ha dado cuenta de que este es la versión rejuvenecida del que fuera su examante.

Junto a él siente la misma alegría y emoción de años pasados.


Enfermera particular

Mientras Ariel Jr. sale a bailar con Emilce, Marcela se queda en la mansión. Es entonces cuando Alma, la madre de Ariel Jr. –que ya se ha instalado con él en la propiedad– sufre un amago de infarto. Afortunadamente, el ataque queda en un susto. Marcela, que es la única persona que se encuentra en ese momento en la vivienda, atienda a la mujer con sumo cariño y cuidado. En su corazón, Marcela siente una gran simpatía por la mujer, pues se compadece de ella por todo el dolor que ha padecido en su vida.


Consejo de padres

Cuando Ariel Jr. regresa a la mansión, le agradece a Marcela que haya cuidado de su madre. No obstante, se sigue manteniendo distante y hostil con ella. A pesar de que esta le asegura que el beso que vio fue robado, él no cree en su palabra e, incluso, la tacha de ser una oportunista que se vende al mejor postor.


Tras este agradable suceso, Marcela sopesa irse muy lejos de Ariel Jr., olvidarse de él y renunciar a la fortuna de su difunto marido, pero sus padres le aconsejan que se quede y luche por lo que le corresponde: "No puedes rechazar lo que es tuyo, por un hombre".


Un día especial

Pasados unos días, se lleva a cabo la ceremonia de presentación en sociedad de los nuevos propietarios de la editorial de los Mejía Guzmán: Ariel Jr. y Marcela. Ella no desea acudir, aunque las palabras de asesoramiento del abogado Obarrio le hacen cambiar de idea y decide acudir al evento.


La ceremonia es retransmitida por televisión y Alma, desde su casa, mira con orgullo a su hijo. Se siente

feliz de que este pueda gozar al final de aquello que le pertenece. "Estoy segura de que tendrá un futuro brillante", dice.


Un mar de dudas

A la ceremonia asisten, también, doña Roberta y el resto de integrantes de clan de los Mejía Guzmán. Ariel Jr. toma posesión del cargo de único director de la editorial, ya que, en un primer momento, Marcela se niega a codirigir la empresa con su hijastro. No obstante, y empujada por Obarrio, cambia de parecer y termina reclamando un despacho para ella sola. Una noticia que no gusta para nada a Emilce y a los Mejía Guzmán, pues creen que una chiquilla como ella no está preparada para ponerse al frente de una de las editoriales más importantes del país.


Problemas de salud

De regreso a casa, la salud de doña Roberta se ve resentida por los últimos acontecimientos. La mujer siente que su salud flaquea después de los terribles momentos por los que ha pasado tras la muerte de su hijo. A sus

persistentes jaquecas, se suma otro dolor de cabeza más: Laura. Su hija mediana sigue empeñada en divorciarse de Diego. Además, la mujer, a espaldas de su familia, continúa su romance con Obarrio. Laura ve en el abogado todo lo que le falta a su esposo: sentido común, gentileza y pasión.


Regreso inesperado

Ante la falta de noticias de su novio, Teresa decide viaja de Argentina a Caracas. Desea reencontrarse con Ariel Jr. cuanto antes, pero no tiene la dirección de la mansión y, tampoco, la de la editorial. Después de encontrar un humilde lugar en el que hospedarse, Teresa sale a comer algo por la ciudad y se encuentra con María Elena. Ambas se ponen a charlar y se hacen amigas. Cuando María Elena descubre que Teresa es la novia de Ariel Jr., no lo puede creer. María Elena le advierte a Teresa que tenga cuidado con Marcela, pues hay algo más que una amistad entre ella y Ariel Jr. Además, le da la dirección de este.


Al día siguiente, Marcela y Ariel Jr. comienzan a trabajar en la editorial. Emilce, que se ha propuesto conquistar a Ariel Jr., colabora afanosamente con él, le da buenos consejos y le enseña cómo es el trabajo en una empresa de tal magnitud. Sin embargo, Marcela, que no encuentra la colaboración, ni la ayuda que le brindan a su compañero de herencia, se siente incapaz de llevar a cabo las tareas que le competen y se rinde ante todo ese montón de trabajo que se le presenta ante sus ojos.


Viejos amigos

Por si esto fuera poco, María Elena –que sabe jugar muy bien sus cartas– se presenta en la editorial para felicitar a Ariel Jr. Este último, que siente gran simpatía por la joven, termina contratándola como su secretaria. Una noticia que no asumen bien Marcela y, tampoco, Emilce, quien ve en María Elena a otra rival a la que liquidar.

No obstante, entre tanto enemigo, Marcela encuentra en la editorial a una cara amiga. Resulta que uno de

los empleados de la rotativa es Luis Eloy, un antiguo amor suyo y uno de sus mejores amigos del barrio.


Duros reproches

Luis Eloy se toma la confianza de visitar a Marcela en su despacho y esta se lanza a sus brazos con gran efusividad. Hace mucho tiempo que no se ven y es un regalo para ella tenerle tan cerca.


Teresa acude a la mansión de los Mejía Guzmán, pero, como este está trabajando, solo puede hablar con Alma. Teresa le dice a su suegra que se vio obligada a venir hasta Caracas por la pasividad de su hijo: "Ese malagradecido ni siquiera me ha llamado. Parece que se ha olvidado de que tenía una novia en Argentina", comenta la joven.


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