Los recortadores trajeron a Almería Tauromaquia de siempre y de hoy

La primera edición del Ciudad de Almería resultó un éxito que hace pensar en próximas citas

Jacinto Castillo
01:00 • 27 ago. 2014

El certamen de recortadores Ciudad de Almería puso en evidencia que no hay nada que se pueda hacer delante del toro sin conocerlo a fondo y sin perder de vista la seriedad que exige, aunque el ambiente pueda parecer desenfadado. Más allá de esa ley no escrita pero sabida desde siempre, el espectáculo que ofrecieron los prestigiosos profesionales que intervinieron ayer en la Plaza de Toros de Almería se adueñó de la tarde. El plantel lo conformaban el veteranísimo e incombustible David Ramírez, de Arganda de Rey, que lleva ya veinte años en el oficio; Sergio Delgado que ha sido cuatro veces campeón de España y que procede de Chinchón; Fernando Gómez de la abulense Arévalo; Paquito Morillo del madrileño pueblo de Humanes y joel Rodríguez de Puebla de Montalbán, Toledo.




Los toros que se corrieron procedían de tres hierros diferentes: Jiménez Pasquau, Ángel Vilariño y el histórico Concha y Sierra, cuyo último ejemplar nacido en España, antes de que el hierro pasara a Francia recientemente, saltó a la arena en quinto lugar. La estampa y la nobleza de este Mexicano hizo despertar emociones entre los aficionados más veteranos. Seis toros diferentes en comportamiento, de buen juego en general, salvo el complicado cinqueño que hizo segundo, los cuales permitieron en su conjunto poner a prueba la capacidad y el sentido torero de los cinco recortadores.




Emociones
La emoción de los ejercicios y la precisión en esta modalidad de lidia a cuerpo limpio convencieron a los aficionados,asegurando una mayor respuesta para próximas ediciones, aunque sea todavía poco conocida esta forma de Tauromaquia que une el pasado más ancestral de la Fiesta de toros con la actualidad del hecho taurino más actual.




El depurado sentido del espectáculo que han desarrollado estos recortadores, así como los organizadores del espectáculo, constituye una experiencia excelente para todo tipo de públicos, entre los cuales, los aficionados taurinos pueden ver perfectamente la capacidad de os profesionales para conocer al toro en su comportamiento, amén de apreciar la torería de sus evoluciones en el ruedo.




Unas veces, la sugerencia eran los frescos cretenses de  Cnosos , otras, los grabados de Goya de la suerte de la garrocha. Pero siempre  el inveterado sentido de la fiesta del toro, que parece ser casi tan antigua como la cultura de la Península Ibérica, al menos en el mito yen los sentimientos compartidos.




Saltos mortales,  tirabuzones, quiebros imposibles, recortes saliendo andando de la suerte y  series de ejercicios  se sucedieron dejando boquiabiertos a los tendidos, pese a que predominaban espectadores que vivieron ayer su primer contacto con este tipo de espectáculo taurino.




El balancín con cuatro recortadores suspendidos burlando al toro que giraba en torno a este artefacto permitió comprobar como en la aparente comicidad de la estampa había mucho merito torero. Aún más con el número del Don Tancredo, en el que David Ramírez Peque y Fernando Gómez rememoraron una suerte antiquísima y que ha servido de alegoría durante más de un siglo a una determinada forma de entender la vida, de ahí que haya perdurado su recuerdo en la lengua castellana. 




En el descanso, un grupo de niños bajó al ruedo a “practicar” bajo las órdenes de Sergio Delgado, convertidos en recortadores de fortuna, cosechando una buena ración de aplausos y sonrisas.


 


 



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