La ciudad tiene su propia danza. Una coreografía improvisada que se eleva sobre el asfalto. Es el baile sin música del jubilado que ve pasar las horas muertas desde un banco, del estudiante con la lengua fuera que llega tarde a clase, de la ejecutiva pegada al móvil, de las familias vestidas de domingo a la puerta de la iglesia, de los parroquianos que llenan de vida el bar de la esquina. La ciudad tiene su propia danza aunque no siempre sea consciente de ello. A veces, incluso le cuesta ponerse en movimiento. Bien lo sabe el fotógrafo almeriense Antonio J. García, ‘Che’, que ha pasado más de un año recorriendo las calles en busca de una imagen dibujada primero en su cabeza y después capturada con su cámara. El resultado son las quince obras que integran ‘Danzad, danzad, malditos’, su primera exposición individual en diez años. Una muestra que presenta esta noche, a partir de las 20.30 horas, en la nueva sede de MECA Mediterráneo Centro Artístico, en la calle Navarro Darax, 11 de la capital.
“El título alude a una película muy dura aunque realmente lo he elegido por su sonoridad: casi podía haber sido ‘Danzad, danzad, benditos’. Son fotografías urbanas, ninguna está preparada pero parecen coreografiadas, como si todo el mundo estuviera donde tiene que estar”, cuenta ‘Che’ a LA VOZ. Cerca, Fernando Barrionuevo, director de MECA, termina de supervisar el montaje.
Benditos malditos, pues, como aquel poema de Sabina. “El título alude también a la frustración de ir durante horas y horas, días y días, por la calle, con la cámara, buscando esa conjunción de elementos que quieres para la foto. Era como: ¡venga, moveos, poneos en marcha!”.
La mayoría de imágenes están tomadas en Almería capital y el resto entre Barcelona, Granada y Madrid. Todas están hechas a pie de calle excepto una realizada desde el interior de un bar, “con una enorme terraza y una gran luminosidad” en la ciudad de la Alhambra. “En anteriores exposiciones había menos imágenes de Almería y existía algo de empeño personal en trabajar en mi ciudad sin necesidad de irme fuera. En el fondo da igual porque lo que se ve es la gente, la calle, no hay referencias a elementos señeros de Almería”.
Y aunque no ha perdido un ápice de su actitud siempre crítica -como muestra cada jueves en este periódico, en su columna de opinión ‘La vida no vale nada’- sí ha querido transmitir una “visión positiva” de la ciudad. “Habrá decisiones urbanísticas mejores o peores pero las ciudades cambian y evolucionamos en ellas. A veces somos demasiado agoreros con aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor”, reflexiona.
Asimismo, ‘Danzad, danzad, malditos’ tiene otras lecturas en su apuesta por el formato y por el método empleado. Por un lado, es una “réplica” a esa “moda” de las panorámicas de paisajes vacíos hechas a través de montajes. “Como se tardan horas en conseguirlas no sale nadie. Parece que estamos construyendo un mundo posnuclear en el que el ser humano ha desaparecido. He querido reivindicar la vida de las ciudades”. Y lo hace, además, trabajando con gran angular. “Tiene connotaciones ideológicas. Reniego del teleobjetivo, con el que puedes invadir a una persona y nadie te observa. Yo salgo a la calle con mi gran angular y me ven. Algunos, de hecho, aparecen mirando a cámara. El teleobjetivo es clasista, selecciona a un individuo y elimina a los demás. El angular socializa, incluye a mucha gente”.
‘Danzad, danzad, malditos’, o quince historias urbanas en las que la calle y sus gentes ríen, cantan, bailan, celebran, observan. “Es como el realismo sucio americano de Carver donde parece que no pasa nada. Pero en positivo”. Eso sí, hay que plantarse ante ellas con calma para desentrañar los juegos con las formas y los colores, con la geometría del alma de sus protagonistas. Saber leer la partitura de la banda sonora de la ciudad.
El regreso del samurái
Con esta muestra, ‘Che’ vuelve a presentar obra nueva en solitario tras diez años de silencio. “Cambian los proyectos que tienes en la cabeza porque eres tú el que estás cambiando al estar inmerso en algo que no funciona. Todo eso te afecta personal y creativamente”, reflexiona. Como escribe Adolfo Rosillo en el texto para ‘Danzad, danzad, malditos’, ‘Che’ ha vuelto “desencadenado”. “Como uno de esos ronin, ha estado retirado en el bosque, en el desierto, y ha vuelto”.
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