Nos enamoró la tranquilidad de este rincón, su cielo azul y sus aguas cristalinas, pero también el paisaje desértico de los Campos de Níjar, sus atardeceres ocres, el fuego anaranjado de sus crepúsculos, el rojo volcánico de sus montañas, las tonalidades verdiámbar de las minas de Rodalquilar, los amaneceres apacibles y los vientos desbocados… Nos vinculamos a estas tierras olvidadas, en las que sus gentes nos acogieron con la amabilidad sencilla y honesta de los que solo conocen el trabajo del día tras día, y, con el paso del tiempo, quisimos arraigarnos en alguna medida a ellas. (Carmen Sanz)
Este hermoso párrafo es de una de las artífices del libro ‘Yo no fui a la escuela, mujeres de Níjar 1915-2015’.
A propósito de su presentación la pasada primavera, tuve el placer de recoger en directo la esencia de este proyecto: homenajear en forma de cuidada publicación a las mujeres de tres generaciones que conforman los últimos cien años de la historia de esta tierra. Entonces hablamos de aquellas que no fueron a la escuela y que quedan primorosamente retratadas en el libro, también a través de de las bellas estampas en blanco y negro, realizadas por Milena Monti y que ilustran un tiempo casi perdido. Ahora es el turno de las del otro lado del puente, las que sí fueron a la escuela, las que descubrieron nuestra tierra en medio de su profunda transformación, y se unieron a ella enamoradas del genuino verdiámbar.
Sus mochilas contenían los justo y necesario para ejercer como testigos y enriquecerse al tiempo con la sabiduría de aquéllas que sin saber de libros, tenían mucho que enseñar a través de su experiencia vital.
Charo García, Sira Laguna, Carmen Sanz y el eslabón necesario para conectar los dos mundos, Cándida Rodríguez, han sido capaces de construir un puente bellísimo entre las dos orillas: las que sí tuvieron la oportunidad de formarse y por ende elegir su vida, llegando por su propio pie a estas tierras y, las que nacidas en los yermos Campos de Níjar hicieron de ellos su encerado.
Traían a los hijos al mundo como mano de obra, no hijos para adorar. Alicia González. (Antropóloga, prologuista del libro).
Me parecía que las que sí fueron a la escuela, habían quedado un tanto escondidas detrás del libro. Para remediarlo moví sus hojas y encontré a Carmen Sanz como portavoz del grupo en este paseo con-sentido con ojos de mujer por Níjar, cuya artística pluma abre nuestro periplo. Y comenzamos sobrevolando algunas referencias etnográficas capitales propuestas en la publicación.
Carmen de Burgos en su novela La Flor de la Playa, 1915. Los animales se morían de hambre en el campo estéril, y los braceros no encontraban un esparto ni un cogollo digno de cogerse. El hambre era general en toda la provincia. Las gente emigraban o salían por los montes en busca de raíces que poderse comer.
La Guerra de Secesión 1861-1865. En aquel momento EE. UU. era el mayor exportador de algodón, imprescindible para la producción mundial textil y del papel. La guerra se lo llevó todo por delante. Entonces el producto alternativo fue el esparto, subiendo exponencialmente el precio y dando lugar al cambio de régimen de comunal a privado de los montes. La hambruna sería generalizada donde antes al menos se subsistía.
Siglo XX. Representado por la minería, las explotaciones de las grandes fincas como El Cortijo del Fraile, constituyen hasta mediados de siglo el perfil de la economía precaria agro-ganadera.
Todo cambiaría cuando a principios de los sesenta el estado expropia parcelas de hasta 40.000 metros, comenzando el fenómeno de los colonos. Nacen los asentamientos motor de la actualidad: Puebloblanco, Atochares, Campohermoso y San Isidro.
LOS PILARES SUSTENTAN, NO SE QUEJAN. Cuando le pido a Carmen que me hable de las peculiaridades de las nijareñas objeto del libro, me subraya a la generación intermedia. Siguen siendo las que mantienen los valores tradicionales sin beneficiarse de la evolución e incorporación de otros hábitos liberadores que sí se han instalado ya entre sus hijas, las nietas de las abuelas entrevistadas.
UN LIBRO PARA TRASPASAR ROLES. Me revela su anhelo de que esta labor pudiera difundirse entre los institutos de la zona y darse a conocer entre las nuevas generaciones, quienes reconocerán en gran medida a sus abuelas o bisabuelas. Creemos que la superación de los roles tradicionales del hombre y de la mujer, y máxime en estos lugares en los que la vida ha sido tan dura para todos, es una tarea de todos.
EL TURISMO Y/O EL PARQUE NATURAL. También me subraya la dicotomía a la que se enfrenta el término municipal como todos los destinos turísticos. Al tiempo que ganan en renta per cápita, pierden identidad.
Quizá por eso sea todo un reto encontrar el equilibrio entre fuera de cobertura y nuestra propia envoltura.
EL NÍJAR DEL FUTURO. Cuando le pido a Carmen que me vaticine cómo ve el Níjar del futuro, me contesta que es necesario compatibilizar el desarrollo de los recursos naturales y económicos de la comarca con el respeto al medio ambiente y la conservación de la naturaleza a través de una gestión profesional por parte de la administración, y con un apoyo decidido de las instituciones hacia la cultura, que sigue sin ver claro.
Es suficiente con lo que aparece en el libro, me contesta sin dilación cuando le insto a que se defina así misma en unas líneas en mi ánimo de retratarla. Me voy a la solapa de Yo no fui a la escuela y compruebo que con cincuenta y siete palabras se da por esbozada.
Y me alejo de estas mujeres con profunda admiración y el hasta siempre en el alma; con el vocablo cooperación sustentando mi sonrisa; la necesaria, la inaplazable para conseguir otra sociedad que se apoye en la verdad de sus ojos cerniendo el mundo. Como resultado, esta experiencia de Níjar.
Hágase la luz… con ellas… y un fondo de mar verdiámbar…
Carmen Sanz es economista y licenciada en Filología Española. Aunque su trayectoria profesional se ha dedicado al estudio de la economía del transporte y a la gestión institucional del transporte en la región de Madrid, sus inquietudes personales se relacionan con la literatura, las artes escénicas, la creación artística y la preocupación por el conocimiento de la realidad social.
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