La exquisita mixtura del arte

Cada uno de ellos por individual dejaron en mí una huella indeleble pero juntos forman una mixtura exquisita con sabor almeriense

El espectáculo cuenta con Chencho Nzo.
El espectáculo cuenta con Chencho Nzo.
Mar de los Ríos
20:59 • 25 jul. 2016

Me maravillé con la interpretación de Julio Béjar en su espectáculo Mudanzas cuando me dejó en estado de shock en la Dulces Tardes Poéticas del 2015. Su frescura, su originalidad y descaro, componían algo muy diferente a todo lo que había visto antes. Escuché recitar a Jesús Herrera en un homenaje a Valente en la plaza Campoamor y sucumbí a la hondura de sus palabras, cabalgué sobre la poesía bien paladeada. Mi hija fue alumna de Ascensión Rodríguez en la Escuela de Artes no hace mucho y nunca la sentí tan feliz como cuando preparaban una función del Siglo de Oro.




A la bailarina Leticia Valle y al polifacético músico Chencho Nzo tuve el placer de verlos volar en el espectáculo: N392 Camille Claudel. Una exquisitez de  espectáculo mezcla de teatro y danza que recomiendo fervientemente y que los almerienses tienen oportunidad de disfrutar otra vez este verano.




Y para retratar a este cruce de caminos en territorio patrio, hoy, más que pasear, bailo con-sentido y Leticia Valle.




Ella es Camille Claudel, la escultura francesa de la Belle Epoque, que con su poética escenificación apoyada en la danza contemporánea, brilla con luz propia en la obra.




Leticia comienza su danza cuando le pregunto cuál es el objetivo de La Confluencia: No parar de movernos.  El sueño es no parar.




El Colectivo la Confluencia surge a partir de las ganas de hacer cosas y de las buenas ideas. Julio Béjar nos propone llevar su poemario a escena. De ahí nace el espectáculo Mudanzas. Acto seguido Ascensión Rodríguez nos propone Mujeres Encontradas y ahora Camille. Y en cada obra unimos varias artes, ya que es el objetivo del Colectivo.




Le celebro la sensibilidad de sus obras hacia el universo vital de las mujeres, en especial el de Camille. Me argumenta que la directora, Ascensión, escoge piezas muy especiales. La dramaturgia se apoya en el texto de Germán Giménez: Las puertas del infierno. Y todo cuadra. Ha habido muchas injusticias a lo largo de la historia y si puedes hacer arte con conciencia, mejor. Esta historia no la conocía mucha gente y a partir de nuestra obra se han interesado por las obras de Camille.




Doy fe. Yo me he enamorado de las estatuas de esta mujer que tampoco conocía, y desde entonces acaricio el blanco de su dolor convertido en arte sobre las figuras de Sakountala; una belleza de expresión del amor y del perdón, ese que a ella nadie le pidió en vida y que tanto bien le hubiese hecho, aún en el último segundo de su existencia. Treinta años encerrada en un manicomio, estando en su sano juicio, es suficiente argumento como para desear contar su historia desde el lado humano. Pero si además se es una gran escultura con alma de poeta, a la que se le atan las manos a la nada, matándola en vida, vapuleada por la sociedad machista que le tocó capear sin demasiado éxito, su verdad es simplemente un diamante en bruto para el talento interpretativo que componen La Confluencia. Y así lo han tallado, con el refinamiento de los artistas. El equilibrio entre la fuerza del texto, el complemento poético de la música sustentada por Chencho y la danza de Leticia, construyen un todo que nos arruga y nos esponja el alma a la vez, con ese suave masaje que solo saber dar el lenguaje del arte desde su verdad más profunda.


La puesta en escena, de corte minimalista, también imprime un toque de modernidad y desnudez que enamora.


El vestuario visible Me cuenta Leticia que sus dos atuendos son dos obras de arte compuestos con tejidos preciosos. El primero es de color tierra, pintado a mano, simulando el trabajo del taller y a la vez el dolor con colores muy profundos. El segundo, aunque parezca el más sencillo, es una obra de ingeniería: un corsé de Pepa Satue confeccionado con red mosquitera recia y de plástico unido por trozos con lana y cremallera. Una pieza muy especial que en este caso no facilitaba nada mi trabajo, pero me adapté yo a la prenda y encontramos el equilibrio. 


La mesa escenario La mesa escenario que soporta, que  protege, que ensalza y proyecta casi todo lo que se nos ofrenda.


Teníamos claro que la escenografía debía ser sencilla, pero a la vez que nos diera juego. Dentro de la danza contemporánea no hay límites, se puede investigar y se puede bailar con todo... Ella se convierte en un mini escenario. Así el concepto de manicomio siempre está en escena.  Luego está el trabajo de transformación de ambientes a cargo de Chencho Nzo, uniendo danza y a la vez expresando así su personaje poético: Las tres Sombras. 


El pelo flotante En la escenificación de la locura es determinante la melena suelta de Leticia. Es un elemento que proporciona acento a las figuras.


Desde pequeñas nos enseñan a recogernos el pelo para bailar en un moño perfecto lo más anatómico posible para que no moleste, no se enganche y no te perjudique en los movimientos. En la danza contemporánea el pelo da más juego y en danza-teatro, mucho más.  Se convierte en  la prolongación de tu cuerpo y colaborar a que el movimiento sea más fluido. Desde luego la escena del manicomio no sería lo mismo sin el pelo....


Dejamos al final de nuestro particular baile con-sentido un sitio de honor para los dos compañeros de reparto de la obra. 


Jesús Herrera o la solvencia del teatro Aporta la prosa del alma de Rodin. Es la encarnación perfecta de la parte más repulsiva del arte y de la vida, donde el  tamaño del ego masculino rebosa, vomitándolo todo. Su magistral dicción subraya su brillante interpretación. 


Checho Nzo o el perfume Es un músico-bailarín-actor, un ser polifacético, que en esta ocasión perfuma la atmósfera con su presencia. Interpreta a Las tres Sombras,  la poesía del dolor y de la belleza, de la soledad y del amor no correspondido…


Descansa, Leticia, aunque no quieras, toma aliento. Lo necesitarás para volver a volar sobre la Alcazaba este verano y dejarnos con el alma henchida de gozo y dolor, como solo sabe hacer una exquisita mixtura.


N392 Camille Claudel, obra interpretada por La Confluencia. Un chispeante espectáculo de teatro-danza con hondura, que los almerienses tienen oportunidad de disfrutar en la Alcazaba los días 28 y 29 de julio y los días 4 y 5 de agosto. 



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