A lo largo de sus casi quinientos años de vida -469 para ser exactos-, el Hospital Real de Santa María Magdalena -conocido popularmente como Hospital Provincial- ha sido, por supuesto, un centro sanitario pero también ha acogido a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, un hogar para niños expósitos y una residencia de mayores. Cinco siglos de historia para un inmueble gestionado por la Junta desde mediados de los ochenta que cesó su actividad hospitalaria en 2005 (las consultas externas se mantuvieron hasta 2011) a causa de su lamentable estado de conservación. Ahora, tras la unión de la Diputación, el Ayuntamiento de Almería y la Universidad para acometer su rehabilitación integral, el Hospital Provincial podría volver a ser en unos años una de las joyas del casco histórico de la ciudad.
Para acercar al ciudadano un monumento civil desconocido para muchos, la Diputación ha organizado en el Patio de Luces la exposición ‘El Hospital Real de Santa María Magdalena. Imagen y memoria’, que podrá visitarse desde esta tarde (la inauguración es a las 19.30 horas) hasta el miércoles 26 de octubre. La muestra, comisariada por la historiadora María Dolores Durán, se completa con un libro de su autoría que repasa la memoria del Hospital Provincial. “El interés de la Diputación es que un edificio y un monumento tan significativo, parte viva de nuestra ciudad durante tantos años, se acerque al ciudadano”, cuenta a LA VOZ.
Así, el visitante podrá ver la evolución del edificio desde el siglo XVI hasta el XXI a través de distintos planos y descubrir cómo eran algunas de las primitivas salas, por ejemplo, de rayos o traumatología. “Sin cargar demasiado las tintas se han incluido imágenes del estado del hospital cuando volvió a ser recepcionado por la Diputación. Es un apunte sobre el poco valor que se da al patrimonio”, dice.
Con seis camas
Según recuerda Durán, el Hospital Provincial fue construido en 1547 por orden del Obispo Villalán aunque la exposición arranca algo antes para mostrar el primer hospital que tuvo Almería, construido en la zona de la Almedina por un decreto de los Reyes Católicos a finales del siglo XV.
“En un principio, el Hospital de Santa María Magdalena tenía sólo seis camas, parecía casi un hospital de juguete, y siempre ha estado funcionando. En el libro, además de acudir a los archivos, he podido hablar con médicos ya jubilados que trabajaron allí. Todos destacan el excepcional ambiente que se vivía; eran como una gran familia. Eso también lo dice la farmacéutica que trabajó allí desde 1965 hasta que se jubiló cuarenta años después”, asegura la historiadora.
Desde el punto de vista arquitectónico, la “joya de la corona” es el “impresionante artesonado mudéjar” que puede verse en la primera planta. “Abajo hay otro muy interesante, aunque no de tanta categoría, que fue agujereado para clavar lámparas y pintado de amarillo. Son los efectos de no supervisar y valorar el patrimonio”.
Visitantes
Durante muchos años, las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que llegaron a la ciudad en 1847 de la mano de los Puche, atendieron a los pacientes. “Su labor era muy importante por el orden, la atención y la limpieza con la que mantenían el hospital. Y por el poder que tenían. Desde entonces, han estado muy vinculadas a la ciudad”.
La investigadora almeriense recuerda que el hospital era para la gente humilde, “ya que la clase acomodada recibía en casa la visita del médico”. Por eso, fue asimismo a partir del siglo XVIII hogar para niños expósitos. “Había pequeños abandonados, hijos de madres solteras o que no podían cuidarlos o aquellos que nacían fuera el matrimonio. Ese fue otro papel clave”.
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