Nieves Concostrina: "Cervantes escribió una obra maestra y murió sin carbón para el brasero"

Con más de treinta años de experiencia, la periodista ha creado un estilo propio a través del que se acerca a la historia con humor sin dejar de ser rigurosa. `Menudas Q

Nieves Concostrina en la calle Espino de Madrid.
Nieves Concostrina en la calle Espino de Madrid.
Marta Rodríguez
14:49 • 15 feb. 2017

Menudas Quijostorias. Así era la España de Cervantes (La Esfera, 2016) es el último libro de Nieves Concostrina, periodista y escritora “enamorada del Parque Natural de Cabo de Gata”, donde se escapa siempre que puede.




Su fascinación por la historia es de sobra conocida, pero ¿de dónde nace su fascinación por Cervantes?
Más que fascinación es que simplemente me gusta, y es el trabajo lo que me ha llevado a ello. En 2005 tuve que hacer un espacio para RNE, La ruta del Quijote, sobre el cuarto centenario de su publicación. Y bendito el momento en que lo releí porque vi que era mucho más divertido de lo que recordaba. Tuve que documentar muchas cosas y ya no he parado de trabajarlo, pues en 2015 vino el cuarto centenario de la segunda parte y el año pasado el cuarto centenario de la muerte. 




Menudas Quijostorias vio la luz en 2016, coincidiendo con el cuarto centenario de la muerte. ¿Cómo se gestó el proyecto?
Lo cierto es que yo tenía la idea, me apetecía hacer algo porque había mucho material sobre la búsqueda de los restos que todavía no se había contado más allá de la hemeroteca, pero me parecía un poco atrevido ya que había salido mucha obra biográfica de académicos y no me quería meter ahí. Cuando la editorial y yo calculamos que había salido todo, decidimos publicar esta obra más ligera y sencilla. No se trata de desprestigiar mi libro, sino de que es algo más cercano. No es un libro sobre historia, ni sobre Cervantes, ni sobre el Quijote.




Pretende ser un paseo entretenido por la España de Cervantes, ayudar a entender a algunos tipos del Quijote, cómo funcionaban las mancebías, por qué había putas en las ventas, cómo era la policía de entonces y las condenas a galeras o qué vida llevaban los galeotes. Y todo eso entreverado con episodios de la novela. 




El Quijote y Cervantes están marcados por una serie de contratiempos: las erratas de la primera edición, el hecho de que el autor muriese en la más absoluta pobreza a pesar de haber publicado la gran novela en castellano. ¿Fue el alcalaíno víctima de la España de su tiempo?
Lo lamentable es que Cervantes escribiese esta obra maestra y se muriera sin carbón para el brasero. Antes, igual que ahora, se pirateaban los libros. Y una semana después de haber sacado el Quijote, ya estaba pirateado. A la gente le sigue haciendo mucha gracia la cultura del todo gratis y el hecho de que los escritores se mueran de hambre. 




En la primera edición salieron muchas erratas porque Cervantes estaba tan necesitado de publicar que cuando el editor se lo pidió, reunió todos los folios corriendo sin tiempo de repasar. Luego el corrector de imprenta lo leyó malamente y el que tenía que dar su permiso quizá ni lo leyó. Eso habla mal de nosotros. 




El Quijote es también una fuente inagotable de rifirrafes entre cervantistas, algo muy español. No se ponen de acuerdo ni sobre dónde lo escribió Cervantes. ¿Hay otra novela que haya generado tanta controversia?
No lo sé, pero es que Cervantes es el personaje más estudiado por su proyección internacional. Igual que Shakespeare es el maestro de las lenguas anglosajonas, él es el de las castellanas. Al generar tanto estudio, ha generado mucha discusión. A veces me pregunto si con él se han buscado tres pies al gato. Porque si este hombre no dijo el lugar de la Mancha al que se refería, quizá es porque no le apetecía decirlo. O porque literariamente le venía bien arrancar así. Por mucho que se investigue, nadie se puede meter en su cabeza. Pero discutir es sano y los cervantistas se lo han pasado muy bien en el último siglo y medio o dos siglos debatiendo sobre eso. 




Una de las partes más logradas es en la que contextualiza a “un escritor entre dos siglos, tres reyes y catorce papas”. Y a lo largo del libro, constata cómo Cervantes llevó a la ficción cuestiones del día a día. ¿Cuánto tiene de crónica el Quijote?
Es una excelente crónica social porque te va llevando de la mano por aquella España, la que transitó Miguel de Cervantes y por la que hace transitar a su Quijote y a Sancho. Si Cervantes decide que a don Quijote lo armen caballero dos putas y las convierte en damas, es porque él sabe que en las ventas siempre había rameras. Esas prostitutas acompañaban a los soldados, eran las más arrastradas del oficio y aspiraban a estar bajo la protección municipal porque entonces estaba regulada la prostitución en Valencia o Sevilla. 


Hace poco se han descubierto los legajos del juicio a un pirado que acabó condenado por atacar con la espada a unos molinos. Eso fue contemporáneo a Cervantes, quién sabe si lo trasladó a su obra. Él, como muchos, bebía de la realidad.


Acabado 2016 y, con él, el cuarto centenario de la muerte de Cervantes, ¿qué valoración hace en comparación con lo que ha hecho Reino Unido con Shakespeare?
Imposible compararlo. Reino Unido estuvo preparándolo mucho tiempo y muy bien. El balance de aquí no lo doy yo, lo dio la propia comisión organizadora que reconoció haber empezado tarde y mal. La conmemoración ha sido pobre, floja. Para el maltrato a la cultura siempre hay una excusa: la situación política, los presupuestos. Dicen los expertos que ha sido uno de los acontecimientos más importantes de las últimas décadas y uno de los peor organizados. 


El libro acaba con el capítulo La farsa de los huesos sobre el montaje que hizo el Ayuntamiento de Madrid para que la exalcaldesa Ana Botella figurara. ¿Somos un país desagradecido con los muertos y los escritores?
Desagradecidos no, descuidados. A los huesos no hay que darles tanta importancia, lo importante es su obra, pero cuando miras a Reino Unido y ves que conservan las tumbas de Newton o de Shakespeare y miras a España y ves que se han perdido Calderón, Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Murillo, Zurbarán o Tirso, eso te da la medida de un país. Y no es que se hayan perdido los huesos porque sean cenizas, es que se han perdido las tumbas y la explicación es sencilla: los enterramientos se producían en iglesias y la Iglesia nunca ha tenido ningún interés por mantener esos restos porque simplemente quería revender las tumbas. Le daba igual sacar a Tirso o a Zurbarán. Se ha perdido todo el Siglo de Oro menos Góngora, que como era de una familia con posibles pudo pagar una capilla en la Mezquita de Córdoba y sigue allí. Si no, estaría tan perdido como el resto.


En esta obra, vuelve a darse ese equilibrio que tanto la caracteriza entre el rigor histórico y el sentido del humor. ¿Puede ser una clave para hacer más accesible el Quijote a los jóvenes?
No lo sé, no soy docente y no sé cuáles son las claves para ayudar a aprender. Sé que el sentido del humor y mi estilo son así. Cuando hago información no, pero cuando hago mis piezas de autor en la radio o escribo mis libros, dejo que salga mi pluma, que es un poco gamberra. Si eso ayuda a algunos a acercarse a la historia, bienvenido sea. No tengo ningún interés en enseñar, pero me gusta picar la curiosidad. Luego cada cual beberá de fuentes más doctas. Yo no pretendo nada más que contar a la gente cosas que le pasan a la gente.



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