La lengua del imperio es el inglés. A día de hoy, ciencia, informática, música, hasta la semana de la moda de Madrid, utilizan terminología, anglicismos, o simplemente el idioma de Dickens en toda su expresión. Crowdfunding es una de las palabras que desde hace años pulula por nuestros oídos, zumbando el ambiente; quien inventa pone nombre al problema y a su resolución. En español, tenemos palabras que definen este fenómeno, pero se impone el barbarismo (en el buen sentido y acepción académica). Hoy leo que Orwell, de moda siempre por su 1984 (alegato contra el estalinismo de un trotskista, y contra cualquier totalistarimo, superventas en Amazon en los USA en tiempos de Trump), abogaba por usar en la literatura términos cotidianos frente a la maraña científica y extranjera. Siguiendo su letra, el ‘micromecenazgo’ sería la búsqueda de financiación para proyectos que sin ésta serían complejos de acometer, y en los que la unión de pequeños donantes hacen posible lo dificil: “un poco de pasta basta (Gior)”, decía un antiguo anuncio... Por una parte se difunde un proyecto, una idea, y se buscan prestamistas copartícipes que simpaticen con la causa. Internet le ha abierto las puertas al campo, no vamos a descubrir nada, y se ha visto que ahí todo es orégano (aunque cada vez el cerdo está mas capado). En la red se han creado plataformas en las que, previa mínima comisión, encauzan ideario y necesidad de financiarlo. La red atrapa no sólo nuestro tiempo, sino también buenas ideas a veces posibilitando este tipo de tracto entre la bombilla que ilumina y los idealistas que, apretando el interruptor, suman con su aportación pecuniaria.
A veces los proyectos son para un acto concreto. Tengo una amiga que está montando un concierto privado y con una pequeña ayuda de amigos va a conseguir que uno de sus ídolos musicales actúe para deleite propio, me incluyo, embadurnando de mostaza Granada. En distinto sitio, Almería, y a la misma hora, la Asociación Socio Cultural La Guajira, uno de los espacios más lindos donde he tocado y disfrutado viendo música; arrimada a la falda de nuestra Alcazaba; atalaya en la antigua medina donde respiramos salitre y bahía, se está promoviendo una campaña de financiación. La Guajira es uno de los oasis culturales de Almería (junto al Clasijazz, otro templo). Crean, impulsan, destilan propuestas culturales, con el flamenco como seña de identidad, pero abiertos a géneros dispares. En un marco de belleza sin igual, buscan algo tan simple como un piano propio para uso de actuantes, y la reparación de algunos desperfectos en su espacio. Si buscan en Verkami hallarán cómo aportar en su crowdfunding. Cualquier grano de arena hace una montaña. No se quejen después si se preguntan qué hace la cultura por ustedes, pregúntense mis paisanos qué hacen ustedes por la cultura. Por un espacio libre y bello. Como la mar que nos deslumbra...
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