Antonia Medina abrió en Laroya, en la Sierra de los Filabres, la primera casa rural de la provincia de Almería. Angelina y Engracia Ramos cultivan en Jauro, en Antas, una huerta familiar con 300 años de historia y comercializan aquello que producen siguiendo los métodos de sus antepasados. Vicky Schwarzer vela por la conservación de la flora del sureste peninsular desde el Jardín Botánico El Abardinal en Rodalquilar, en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.
Son tres de las quince historias que recoge Araceli Sobrino en su último libro, ‘Mujeres de tierra almerienses’ (Letrame, 2017), con el que persigue visibilizar el papel de la mujer en sectores estratégicos como la agricultura. Relatos de empoderamiento femenino, ligados al medio rural, de antes de que se pusiera de moda esa palabra que alude a la consecución de fuerza por parte de un colectivo desfavorecido.
En concreto, estas mujeres de tierra pertenecen a una generación que se incorporó al mercado laboral en la década de los 80 y los 90 y que, en muchos casos, son hijas de aquellas que ayudaron a levantar los primeros invernaderos. “Conocieron los inicios de la agricultura intensiva”, indica Sobrino a LA VOZ.
La más joven, Virginia Bosquet, enóloga de Laujar, tiene 33 años. Y la mayor, Engracia Cano, horticultora antusa, ha cumplido los 77. “Unas fueron a la universidad, pero a la mayoría las quitaron de estudiar con 12 ó 13 años y, al haber recibido una educación con tintes machistas, no son conscientes del mérito que tienen ni se sientan en la necesidad de reivindicarse porque, a pesar de ser autónomas, se sienten más amas de casa que empresarias”, explica la autora.
Se trata de mujeres que trabajan en profesiones que tradicionalmente se han asociado a los hombres. Mujeres pioneras y creativas que tienen el don de reinventarse con “el valor añadido de que han elegido vivir en los pueblos en contacto con la naturaleza, con la tierra, desde el respeto al medioambiente”. “Es el caso de Antonia Medina que, además de ser pionera en el mundo del turismo rural, es una de las últimas personas que viven en Laroya, es decir, su actividad profesional permite que el pueblo siga vivo”, subraya.
Algunas como Lola Gómez Ferrón, de la explotación agrícola Clisol, en El Ejido, e Inmaculada Idáñez, la primera mujer en entrar en COAG, actual presidenta de la Confederación de Mujeres del Mundo Rural (Ceres), son habituales de los medios de comunicación y han recibido reconocimientos de diversas instituciones, pero otras trabajan de forma totalmente anónima. “De hecho, este libro es también un intento de que las nuevas generaciones vean el trabajo que las ha precedido en cuestión de género y comprueben que no nos ha venido todo dado”, señala Araceli Sobrino.
“Almería es una tierra con limitaciones, pero si las mujeres no hubiésemos empujado tanto, los invernaderos no estarían donde están. Queda mucho por hacer, pero estas valientes de las que hablo en el libro han roto su techo de cristal, están donde querían”, expresa.
Presentación
Hilvanado a modo de viaje pues abarca distintos puntos de la geografía provincial de Vélez Blanco a Villaricos, pasando por La Cañada, El Ejido, Chercos, Lubrín o Laujar de Andarax y organizado a través de entrevistas personales, ‘Mujeres de tierra almerienses’ se presenta mañana miércoles 22 de marzo, a las 18.30 horas, en el Museo de Almería. La entrada es libre.
Aparte de la autora, asistirán al encuentro parte de sus protagonistas que llevarán una muestra de sus productos para una degustación. Participarán también la coordinadora del Instituto de la Mujer (el acto se enmarca en su programa del 8 de marzo), Francisca Serrano, y la presidenta del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas (que patrocina la publicación), Mª Teresa García.
De la ficción al mundo real
Desde que publicó su primer libro, la novela ‘La seda de Candeleire’, la mujer ha tenido un papel protagonista en la obra de Araceli Sobrino. Así sucedió en ‘La otra orilla’ y ‘Macarrones con tomate’. “Si lo habitual es que los hombres sean los héroes y ellas se queden en adorno o complemento, yo he tratado de invertir eso a través de personajes literarios fuertes que dirigiesen la trama”, confiesa.
En esa evolución natural de su interés por el feminismo, ahora ha querido dejar de inventar personajes y fijarse en mujeres reales, las de ‘Mujeres de tierra almerienses’. Línea que no descarta continuar explorando en un futuro.
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