Cuando un adolescente Salva R. Moya regresó a su Madrid natal tras pasar un par de años en Málaga, donde su padre había sido destinado, lo hizo con un casete en el bolsillo de los vaqueros. Una cinta en la que sus amigos del instituto le grabaron ‘Música de contrabando’, tercer disco de un grupo de Torremolinos que había logrado hacerse un hueco en la Movida. Y aunque él comenzó a escucharla para combatir la nostalgia, con cada golpe de ‘play’ en el ‘walkman’ se fue enganchado al sonido de Danza Invisible. Tiempo después, el fan se convirtió en periodista y pudo entrevistarlos en distintas ocasiones, hasta que la relación profesional devino en sincera amistad. Hoy, este reportero de la delegación almeriense de Canal Sur firma la primera biografía del grupo, ‘Compañeros de camino’ (Círculo Rojo, colección Guante Blanco Historia). Esta noche, a las 21 horas, la presenta en la Plaza de la Catedral junto a Javier Ojeda, voz y alma de los ‘Danza’, quien ofrecerá un acústico en una noche en la que letras y música se ponen a este lado de la carretera.
El libro, de cuatrocientas páginas y con más de cien ilustraciones, celebra los 35 años de trayectoria de los autores de ‘Sabor de amor’. “Nunca han parado de girar en todo este tiempo y cuatro de sus cinco componentes iniciales siguen juntos. Creo que es algo que ninguna banda española ha logrado”, relata Moya durante un encuentro con LA VOZ.
El periodista, especializado en analizar los comportamientos xenófobos en el deporte en obras como ‘Tarjeta negra al racismo’ (Fragua, 2011) y ‘Mordisco al racismo’ (Círculo Rojo, 2015), se sorprendió cuando Ojeda le invitó a indagar en su trayectoria, algo en lo que ha invertido cuatro meses. “Quizás no sea una biografía al uso. Cuento su historia de forma cronológica pero también a través de su discografía [casi una veintena de álbumes] y del análisis de sus canciones”.
Además, Moya traza un perfil personal de cada uno de sus miembros -uno de ellos, Manolo Rubio, es presentado por Javier Ojeda en cada directo como ‘El hombre de piedra’ al ser natural de Cantoria- y recoge dedicatorias de artistas como Amaral, 091, Los Secretos y Nacha Pop, entre otros.
No escatima en anécdotas ‘danzantes’, abundantes en un grupo que era temido en muchos hoteles madrileños en la efervescencia de la Movida. “Todo tiene su momento y ellos supieron reciclarse. Quizás el ser de provincias y no haberse quedado en Madrid sirviera para que no les castigan los excesos de la época”.
De esta forma, en las páginas de ‘Compañeros de camino’ vuelven a sonar, por ejemplo, aquella noche en el templo Rockola, que conquistaron tras ganar un certamen andaluz, y su multitudinario directo de 2015 en Torremolinos tras más de una década sin hacerlo por causas ajenas a la banda que, además, da nombre a una de sus calles.
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