Es difícil queen un solo libro de aventuras se encuentren el infante Alfonso de Orleans y Borbón, el último marqués del Almanzora, la II Guerra de Marruecos y Baden-Powell, fundador de los Scouts (antes llamados Exploradores). Se trata de una conjunción de personajes y hechos históricos a los que no sería fácil darle cabida en un mismo relato, aunque fuese de ficción. Sin embargo, todos aparecen en las páginas del libro histórico ‘Los Exploradores de Albox: Una odisea Scout en Almería’ (Arráez).
Una publicación posible gracias al ingente trabajo de investigación del historiador local Miguel Ángel Alonso. La relevancia de los nombres antes expuestos basta para imaginar cuál es el papel que los Scouts han tenido en la sociedad albojense. El libro repasa los principales nombres y acontecimientos vividos por los Exploradores albojenses desde su aparición, en torno a 1918, hasta que fueron disueltos con la llegada del franquismo.
Historias inéditas
Desde las diez pesetas mensuales que el marqués del Almanzora (socio de honor de la asociación desde que los vio desfilar frente a su palacio en 1919) otorgaba al mejor explorador hasta llegar a la colecta promovida en 1921 para ayudar a los albojenses que participaron en la II Guerra de Marruecos a quienes, junto al tabaco o la ropa interior, enviaron una estampa de la Virgen del Saliente. “Imagínate estar en el desastre de Annual y encontrarte algo así al abrir la caja”, exclama el autor. No sólo eso. El libro que fue presentado este sábado narra cómo en pleno campamento de Sierra Espuña (Murcia), el infante Alfonso de Orleans y Borbón (primo hermano del Reyo Alfonso XIII) probó un jamón valiéndose de cuchillo y tenedor, lo que provocó la risa de un albojense. Preguntado por el infante, el joven “le explicó que en su pueblo se comía el jamón cortándolo en tacos y con un cacho de pan. El infante le hizo cortar todo el jamón para comérselo entre los dos”, relata Alonso.
Estos acontecimientos ocurrieron bajo la mirada de Luis Rodríguez Sánchez. “La persona que ha soportado todo el peso de la institución. Pagaba las facturas, se le rompía el corazón si los niños no podían ir a campamentos y siempre les pagaba lo necesario...”. Convirtió a la tropa de Albox en una de las mejores de España con grandes y pequeños gestos. Como las excursiones organizadas para visitar al arqueólogo Luis Siret o cuando, en 1925, llevó a los exploradores a Águilas para que conocieran el mar. Una labor que le valió “el máximo galardón, el Lobo de Plata. Solo lo concede el jefe mundial, que era Baden-Powell”, subraya el escritor cantoriano.
Del mismo modo organizó las repoblaciones de árboles en el cerro de la Santa Cruz. “Decía que dentro de 100 años estos árboles recordarían a los Exploradores de Albox”. Un siglo después el tiempo le da la razón. Su recuerdo no puede estar más vivo. Así seguirá siendo gracias al trabajo de Miguel Ángel Alonso que fue presentado ayer en Albox.
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