Arqueología escolar. El Museo de Terque recupera un libro utilizado en los años 20

`Cartas de Leonardo`, de Benigno Ferrer, apareció en la biblioteca del maestro Juan Magán

Cubierta del libro escolar, foto de su autor, Benigno Ferrer Domingo, y dos de sus novelas.
Cubierta del libro escolar, foto de su autor, Benigno Ferrer Domingo, y dos de sus novelas.
Evaristo Martínez
21:05 • 06 ago. 2017

Los Museos de Terque siguen conectando el presente con el pasado gracias al trabajo del infatigable Alejandro Buendía. Uno de sus últimos hallazgos, dado a conocer en el número 138 del boletín mensual que Buendía dirige junto a Lourdes López, ha sido el libro escolar ‘Cartas de Leonardo (Correspondencia de un niño)’, obra del maestro e inspector de escuela Benigno Ferrer Domingo que se empleó en aulas de la provincia durante los años 20.




Este “acto de arqueología material de la escuela”, dice el artículo principal del boletín de agosto, ha sido posible gracias a la recuperación del volumen, que apareció en la biblioteca de Juan Magán González (1874-1943), un maestro de Felix.




El texto seguía las “corrientes pedagógicas” de la Escuela Activa, que focalizaban “la base de la educación” en la actividad propia del niño. Así, la obra de Ferrer Domingo presentaba a Leonardo, un amigo ausente, que escribía a sus compañeros de colegio cartas breves en las que les sugería “cuestiones amenas y útiles” que despertaran su interés, de forma que “leyendo, comentando, investigando y escribiendo” aprendieran mientras trabajaban.




Impreso en Almería en la imprenta de Emilio Orihuela en el año 1925, la primera edición comenzó a venderse en la Librería Moya del Paseo del Príncipe. En 1930, se amplió con más páginas e ilustraciones pasando a publicarse por la “importante” editorial de libros de escuela Hijos de Santiago Rodríguez de Burgos, donde alcanzaría en 1934, tres ediciones”, puede leerse en el boletín de los Museos de Terque.




‘Cartas de Leonardo’ empleaba un recurso habitual en las escuelas desde comienzos del siglo XIX hasta la mitad del XX, “con el objetivo de acostumbrar a los niños a la lectura de materiales escritos no tipográficos”: hasta la página 69, el volumen está impreso en manuscrito, y ya en caracteres tipográficos hasta el final. Este género mixto servía además para la enseñanza de la escritura, “al transmitir los diferentes tipos de caligrafías y al enseñar a redactar documentos útiles en diferentes situaciones de la vida”.




En las aulas
Según recoge Alejandro Buendía, existe constancia documental de la utilización de ‘Cartas de Leonardo’ en las escuelas de Almería. “Un cuaderno de rotación que conservamos de la escuela de niñas de Berja, de 1933 recoge fragmentos de este libro, en un ejercicio dedicado a Almería”. Y la maestra de Ohanes María Gordillo también dejó testimonio en un artículo publicado en ‘La crónica meridional’ en 1926. “Repartí a las secciones más adelantadas de mi escuela ejemplares de este libro… con la adquisición del citado manuscrito se ha enriquecido nuestra escuela con una verdadera joya didáctica”.




Benigno Ferrer Domingo, nacido en la localidad valenciana de Masamagrell en 1878. Estudió Magisterio en la Escuela Normal de Valencia. Defensor de una enseñanza laica, libre y gratuita, fue nombrado inspector de primera enseñanza de Almería en 1919. En 1923 pasó a ser inspector jefe provincial, donde desarrolló hasta el inicio de la Guerra Civil “una enorme actividad como renovador de la pedagogía y como activista político dentro del Partido Socialista Obrero Español de Almería”: fue presidente de su federación provincial y diputado por Almería en 1931 y 1936.




En 1934 publicó un segundo libro escolar, ‘Camino adelante (el libro de los niños)’, y escribió tres novelas: ‘Un ladrón de honras’, ‘Los héroes del aire’ y ‘La casa de los duendes’.


Tras exiliarse a Francia en 1939, donde permaneció escondido durante la ocupación nazi, e n el año 1940 el régimen de Franco “lo depura en rebeldía de su carrera docente” y sus libros son prohibidos en las escuelas.


En 1942 se le condena en rebeldía a 30 años de reclusión mayor y tres años después se traslada a México, de donde vuelve  en 1956, conmutándose la pena por la de seis años de confinamiento en su domicilio en Madrid. Allí muere a los 83 años en 1962.



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