“Desde el primer momento yo he tenido claro que lo que quiero es buscar el sonido primigenio de Antonio de Torres”, dice Joaquín Carrillo. “La guitarra se rediseña, y se convierte en lo que es, de su mano. Él determinó unas medidas, un baretaje interno, un diámetro de boca, una altura, una curvatura… que son las que, por una razón u otra, permanecen hasta hoy”.
“Y todos los cambios que se han hecho han pretendido modificar, buscar cosas... ¿Lo han mejorado, lo han empeorado?”, se encoge de hombros y abre las manos. “Yo, sin ánimo de juzgar a nadie, sigo siendo purista y sigo buscando el sonido que Torres hacía”.
En el abigarrado taller de su casa de El Alquián, hay instrumentos musicales por todas partes. Algunos aún esperan para entrar en el proceso de reparación, otros muestran sus entrañas sobre el banco de trabajo. Muchos ya han vuelto a sus estuches para una nueva etapa en manos de algún músico o estudiante...
Joaquín es categórico: “cualquier instrumento de cuerda, tanto pulsada como frotada, yo lo arreglo”. Violines, violonchelos, contrabajos, guitarras... Incluso muestra dos pequeños charangos, uno de ellos con el cuerpo hecho del caparazón de un armadillo. Pero cuando sus ojos realmente brillan de orgullo es al mostrar las guitarras que él mismo construye. Sus creaciones, su gran pasión.
Música
Joaquín Carrillo Ufarte nació en Almería capital en 1963, y desde que tiene memoria se recuerda haciendo dos cosas: arreglando y construyendo proyectos con sus manos, e interesado por la música. “Tengo una historia de músico, desde que era un adolescente”, dice. “Empecé tocando la guitarra en la escuela, en los coros de iglesias... Luego formamos un grupo de música latinoamericana, Humahuaqueños, y estuve con la tuna del colegio universitario..., la música siempre ha sido una satisfacción personal”.
La vida lo llevó a trabajar como conductor de autobús, y en el año 2000, aproximadamente, tuvo que jubilarse. Casado y con un hijo, su camino en la lutería comenzó cuando, años después, este entró a estudiar contrabajo en el Conservatorio. Un día, a un amigo se le rompió el instrumento, y el profesor le comentó a Joaquín que aquí no tenían dónde arreglarlos, y había que mandarlos fuera para ello.
Joaquín se ofreció a repararlo, y aquello lo enganchó. Le fueron llegando mas y mas encargos, la voz se propagó..., y ya hoy no para. Sus instrumentos ‘fetiche’ son la guitarra y el violín, “no me preguntes por qué”, sonríe. Luego dedicó años a buscar información, a conseguir maderas, a probar, y allá por 2012 construyó su primera guitarra.
Ha hecho varias, siempre siguiendo la estela de Torres. Hace unos años, Carles Trepat probó una y quedó prendado. “Visitó mi taller y me dijo que que no desfalleciera, que estaba en el buen camino...”.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/5/vivir/137272/un-luthier-en-busca-del-sonido-de-torres