Un sombrero, de los que tanto usaba, sobre la silla de anea, el foco sobre él y todo el público puesto en pie ovacionando durante más de un minuto la estampa final. El Auditorio Municipal Maestro Padilla se rindió el sábado a la magia que hace que, pese a que hace ya más de diez años que falleciera, su figura, su trayectoria artística y humana siga cosechando el aplauso unánime. ‘Bajo El Ala del Sombrero’, un espectáculo teatral y musical protagonizado por su hijo Juan, fue un nuevo vivo ejemplo de que Juanito Valderrama es uno de los artistas más queridos y respetados de la música en España del siglo XX. Un espectáculo encuadrado en el ‘Otoño Cultural’ del Área de Cultura, Educación y Tradiciones del Ayuntamiento de Almería, en colaboración con el Programa Estatal de Artes Escénicas (PLATEA) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
“El 2 de diciembre de 1935, en el Teatro Metropolitano de Madrid, nació para el arte Juanito Valderrama”. El brillante texto de la obra hizo un repaso por la vida del artista de Torredelcampo, desde sus primeros pinitos con el cante, con ocho años, cantando saetas o acompañando a su abuelo y a su tío de pueblo en pueblo, a cómo con quince años se vería fuera de la pensión de Madrid y sin abrigo por haberse encaprichado su dueña con su candor de juventud.
‘Bajo El Ala del Sombrero’ permite, además de conocer las andanzas y aventuras del pequeño y querido Juanito, conocer y coincidir en su biografía relatada con otros nombres fundamentales para la canción y el flamenco de la época: la Niña de la Puebla, Sabicas, la Niña de los Peines, Pepe Pinto o Pepe Marchena, con quien se sumaría cantando por el frente en una Guerra Civil cuyo inicio le coge en Adra. Fuego y llamas para una brillante aparición de la bailaora almeriense Anabel Veloso, que acompaña a Valderrama en un espectáculo completado con Rubén D. Levaniegos a la guitarra, Manuel Molina al piano y Manuel Luque a la percusión. En esa compañía coincidirá con el Niño Ricardo, guitarrista que le acompañará en la composición de muchos de sus éxitos posteriores.
Después llegará Villarrosa, donde actuará para la aristocracia de un país cuyas carreteras estaban destrozadas y en el que las cartillas de racionamiento hacían lo propio por el hambre. Después seguiría forjando su maestría al cante en la Casa de los Pavón, puesto que Pepe Pinto le ofrece compartir espectáculo al 50%. Con las 600 pesetas ahorradas se compra un coche de gasógeno y monta su primera compañía con guitarrista, bailaora y José Palanca como cantaor invitado. En el 43 haría una gira por España con Concha Piquer, cobrando 1.500 pesetas por función. Ese giro leve hacia la canción española le abre la puerta a Quintero, León y Quiroga, que le componen dos éxitos que llevó a Juanito Valderrama al éxito en todas las radios: ‘Como Una Hermana’ y ‘Madre Hermosa’ y las comedias musicales, traición para los puristas que después se cobrarán la afrenta en los años setenta y ochenta, con los ‘mairenistas’ dando la espalda a todo aquel flamenco que hubiera hecho canciones.
Mágico fue el recuerdo sobre cómo una niña de once años le pide que la lleve de gira. Sería Dolores Abril, a quien reconocería seis años más tarde protagonizando un espectáculo propio. “La foto que le dedicó con 11 años sigue estando en la mesita de noche de mi madre”, confiesa Juan.
En tiempos de la Movida, olvidado por los programadores, Juanito Valderrama se iría de gira en una carpa móvil con otras ‘víctimas’: Antonio Molina, Rafael Farina y el humorista Emilio El Moro. El olvido llegaría a tal punto que, según relató Juan Valderrama, su padre nunca superó la afronta que fue que en ‘la Expo’ se acordaran de todos los cantaores y artistas menos de él. Tiempos duros en los que la familia “se vio en la ruina”, hasta que Joan Manuel Serrat lideró un tributo en 1994 que lo relanza hasta sus últimos días, recibiendo las medallas de Andalucía, al Trabajo, un premio Ondas, un homenaje en el Festival del Cante de las Minas, que él promovió, como también “se llevó de gira a Camarón, bautizó a Carmen Linares, financió el entierro de Pepe Marchena, grabó más de 1.000 cantes y canciones, cinco películas…”.
Un cálido homenaje para un artista y trabajador incansable.
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