Baria y sus gentes. Las ciudades perdidas siempre han ejercido un poderoso influjo sobre el imaginario colectivo. La curiosidad por reconstruir la vida pretérita a través de objetos dormidos es intrínseca al ser humano. Y para volar nosotros tenemos a Baria, gracias al Museo Arqueológico de Almería, con una maravillosa exposición: Baria, dioses, tumbas y gentes. Ciudad fenicia y romana. Su peculiaridad, amén de una expresión moderna e impecable, reside en su óptica social con tintes de perspectiva de género, donde la mujer adquiere su protagonismo real: el de la aportación del cincuenta por ciento de los individuos. Detrás de esta manera novedosa de contar la Historia, tiene que haber expertos y expertas que estén por la labor de querer hacer las cosas de otra manera. En Almería contamos con doctores en Historia de gran altura y con la actual directora del Museo de Almería, Beba Pérez, así como con la Asociación Luis Siret, alma mater de nuestro Museo. Con todo este engranaje se programan actividades muy jugosas.
Y el jueves pasado tuve el placer de asistir a una de ellas, una conferencia impartida por la doctora en Historia de la UAL, Mª Juana López Medina, claro ejemplo de este espíritu fresco que parece estar contagiando nuestros museos y del que el Arqueológico de Almería es un ejemplo a imitar.
López Medina elige para su charla un título sugerente: Las mujeres de Baria “a la moda” en época altoimperial y sus desigualdades sociales.
La romanización. Al igual que otras ciudades de fundación fenicia, Baria era aliada de los cartagineses. En 209 a.C., tras tomar la capital Qart Hadasht (Cartagena), Publio Cornelio Escipión toma Baria con su ejército. Durante dos siglos la ciudad paga tributos a Roma y sus habitantes construyen nuevas calles sobre los restos fenicios, obteniendo la categoría de municipio latino.
Para invocar a las mujeres de Baria, la doctora elige dos objetos de su época romana: un alfiler de pelo (acus crinalis) y un ungüentario. Ambos están relacionados con el acicale femenino de clase alta, datados en el S. II d. C y que lucen en la exposición permanente del Museo.
Alfiler de pelo. Fue encontrado en 2004 en lo que fueron las viviendas relacionadas con la actividad comercial. Es un elemento reconocible por todas nosotras y que se sigue utilizando para sujetar el pelo en moños y trenzas. La doctora López nos acerca con imágenes a las distintas modas de peinados según los hallazgos en monedas, pinturas y mosaicos, para datar la pieza en cuestión, un delicado alfiler hecho de hueso animal, tallado con mimo. También podían ser de oro o de ámbar, pero los más frecuentes se construían en bronce o hueso. La cabeza del alfiler, donde se localiza la ornamentación, se compone de una testa de una mujer que luce un peinado muy concreto, el encargado de datar la pieza, según la moda del momento. Y para ello vamos pasando por los peinados de las mujeres de Roma, hasta llegar al que nos ocupa, uno en forma de casco alto de trenzas: época altoimperial, justo después del emperador Trajano (98-117 d. C). Entre rizos y tupes, entre Julias y Mesalinas, una se pregunta cuán poco evolucionó la vida de las mujeres hasta el siglo XX de nuestra era, y solo en determinadas zonas del planeta. Las ricas de la Roma Imperial, a pesar de contar con sus peluqueras personales (ornatrices), con sus abalorios y ungüentos exóticos, vivirán exclusivamente para esculpir su imagen, donde el pelo era de capital importancia. Además tenían que lucir velo en público. Vidas hueras delante de un espejo, ambas separadas apenas por una aparente libertad.
Ungüentario. Pieza de vidrio muy frecuente en la época, que servía para contener aceites aromatizados. Su vidrio verde soplado, con un depósito globular, cuello largo y borde asombrillado, infiere un misterio al contenido que hace volar la imaginación hasta los famosos venenos que se usaban para suceder al poder, también hasta el siglo XX. Este ungüentario está datado entre los siglos II y III d. C.
Después ya podemos escuchar el bullicio del mercado de Baria; oler a plantas, a salazón a fruta fresca…
Y yo paseo entre sus mujeres:
Dicen que anoche llegó un barco con perfumes del Jordán y que valen más de cuatrocientos denarios de plata la libra.
Plecousa, la ornatriz de Lalage, se apresura a adquirir sus encargos: un hermoso alfiler de hueso y un perfume oriental, de esos recién expuestos. El dinero no es problema. Después sube a paso ligero la colina que la lleva de vuelta. El sol apenas se ha despegado del horizonte. Va rezando a la diosa Isis. Confía en que la borrachera mantenga apartado de ella al amo el resto de la jornada. Hoy toca complacer a la señora.
Que la peinadora no tenga nada que temer: odio a la que le araña la cara con las uñas y le pincha los brazos con una horquilla que se ha quitado del pelo. (Ovidio, Arte de Amar, 2 a. C.-2 d. C.)
La exposición: ‘Baria, dioses, tumbas y gentes. Ciudad fenicia y romana’ puede visitarse en el Museo Arqueológico de Almería hasta julio de 2018
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