Histrión Teatro es una compañía a la que le precede la buena crítica del trabajo que roza la excelencia. Gema Matarranz y Alejandro Vera bordan esta versión del poeta desde el binomio hombre-mujer. La dramaturgia de Juan Carlos Rubio, junto con la dirección Daniel Veronese, conforman el todo.
Impacto visual
La única ley del teatro es el juicio certero del espectador. Desde la oscuridad se da paso a la obra. Después llegan ellos, Gema y Alejandro, para desnudar el alma del poeta, esa que habita la Eternidad.
No vamos a abrir el telón para alegrar al público con un juego de palabras, ni con un panorama donde se vea una casa donde nada ocurre y a donde dirige el teatro sus luces, haciéndoos creer que la vida es eso… Venís al teatro con el afán único de divertíos, pero hoy el poeta os hace una encerrona porque aspira a conmover vuestros corazones, enseñando las cosas que no queréis ver. Los actores vestidos de negro salen desde el fondo del patio de butacas dirigiéndose al escenario con paso firme. Van desmontado la escena desde el dulce salón en colores pastel que nos ha recibido, para dejar tan solo sobre las tablas un muro construido con archivadores negros, de donde irán saliendo todos los elementos necesarios para contarnos la historia de Lorca, desde una perspectiva fresca. El poeta quiere que os sintáis en mitad de la calle.
El hombre
He descubierto una cosa terrible, yo no he nacido todavía. Desde la poesía y la música se trenza un discurso utilizando como base las cartas que el artista escribió a sus seres queridos. Mezclando los recuerdos, rememorados desde la celda de tortura, los dos actores personifican los anhelos de un muchacho que heredó la pasión de su madre y la inteligencia de su padre. Y entre una escenografía impecable se va perfilando el retrato del hombre.
Federico García Lorca (Fuente Vaqueros 1898). Niño rico de pueblo andaluz. Un paraíso infantil donde hizo muchos amigos. Los enemigos vendrían cuando sus alas doradas le llevaran a sobrevolar la inmundicia del género humano. Y tiraron a matar desde el fango. Fue ejecutado en Granada el 19/8/1936.
Me gusta tanto la palabra recuerdo, verde, jugosa…
De Madrid al mundo
Entre un texto exquisito se desgrana al soñador que supo capear el temporal de una familia tradicional, saliendo de una Granada asfixiante. Yo emprendo sereno este viaje. En mi maletín llevo una buena provisión de luciérnagas. Madrid y su Residencia de Estudiantes es el soporte que le ratifica su decisión de volverse dramaturgo, intentando que la diva del momento, la actriz Margarita Xirgu, quiera leer sus textos. Y los archivadores del muro, como cajas de sorpresas, van sacando cartas, olas azules que mecen y ahogan sueños y frustraciones.
Quiero despertar los lados profundos del alma. Quiero ser todas las cosas.
Las cartas ponen de manifiesto las dudas y disgustos que Federico inflige, sobre todo a su adusto padre, mientras su madre se erige como su cómplice y le sugiere tácticas para seguir combinando lo que se espera de él en su casa con lo que espera de sí mismo, mientras clama como cualquier madre: pero, ¿cuándo vendrás a vernos?
Etapa de éxitos
Pobre muchacho, tiene dentro una azucena imposible de regar. El mariquita organiza los bucles de su cabeza. Yo soy desilusión por no poder alcanzar la felicidad y el amor de verdad. Los mariquitas del Sur cantan en las azoteas. La música de los gitanos, Los cuatro muleros, la carne de muchacho contra muchacho van esculpiendo al Federico libre y exultante, ese que toca el cielo con sus manos y se refleja en su obra. Queda patente su amor por y con Dalí, su pasión desatada donde mira cara a cara a su homosexualidad sin cortapisas en los locos años veinte. Sus cruciales viajes a América están presentes. También los tristes versos de un Poeta en Nueva York. Todo el mundo está a sus pies y ya se ensaya Bodas de Sangre. No obstante, Federico atina al apartarse de la sobreexposición zalamera que construye la muerte del genio. Quiero ser un poeta por los cuatro costados, amanecer en poesía. El hombre y la mujer que Federico lleva dentro se van fundiendo de la mano de sus intérpretes. Alejandro nos deja mudos ante su voz afinada y brillante, ante sus bailes enjutos y precisos, mientras la presencia escénica de Gema aporta la risa y los matices de emoción del personaje único que ya nos sabemos disociar. El teatro social, su cariz político, sus ganas de cambiar el mundo desde el arte quedan patentes en este recorrido por las arterias lorquianas.
Muerte en Granada
¿No son aquellas las luces de Granada? Te ruego, papá, que a este señor le entregues mil pesetas como donativo para las Fuerzas Armadas. Federico llora arrodillado, desesperado mientras repite esa frase como un mantra.
Dejadle volver, quiere morirse siendo amanecer…
Se vacían todos los archivadores de cartas, inundando el suelo del escenario. De pronto, un cuchillo corta la música, la alegría, la vida. Se ponen a recoger con avidez los papales, las letras. Pero ya es tarde… Un tiro en la sien acaba con la carne. Nace la leyenda.
¡Que abran las puertas!, gritan los artistas otra vez vistiéndose de calle y cruzando la platea hacia la salida, ¡que el teatro es de todos, esta es la escuela del pueblo!
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