Su único recuerdo familiar es un montaje fotográfico. Un montaje que hizo posible lo imposible: que ese padre al que nunca conoció, su madre y ella apareciesen juntos en una instantánea. Instantánea que representa la vida feliz que jamás tuvieron. En lugar de una vida feliz, la huida de Málaga. Huida frustrada porque, ya en el camino, Juan González recibió la noticia de que su esposa, María Nieto, había traído al mundo a una niña. Ella. Era el 9 de febrero de 1937. Juan se dio la vuelta. La guerra impediría que llegara a abrazarla.
José Morales se escapó de Ronda y puso rumbo a Málaga y de Málaga a Almería. Acuciado por la amenaza de ser fusilado por haber colaborado con los milicianos. Sus recuerdos del camino eran sufrimiento. Sufrimiento de mujeres, niños y ancianos que huían como podían. Con lo puesto. La juventud le permitió tirar para delante, incluso en algunos tramos montarse en un camión hasta llegar a su destino. Aquí estuvo refugiado antes de que lo mandasen al frente. Luego, el Jarama, Aranjuez, la Batalla del Ebro, Teruel. Nunca olvidaría las escenas de dolor en las cunetas, ni las bombas.
Desde su cortijo entre La Mamola y Polopos, cerca de la costa granadina, María López vio venir a la muchedumbre. Por el camino y monte a través. Desarropada, con las alpargatas rotas, sin comida, en estado de desesperación. Pedían agua, pan, algo de abrigo. Pero en aquella época no se andaba sobrado de nada. Como mucho, higos, almendras y algo de matanza. De modo que los primeros se lo llevaron todo y los últimos ya no pedían, cogían. Hasta no quedar nada.
Tenía solo ocho años, pero Andrés Berenguel aún recuerda aquel hecho insólito. Su pedanía de Albuñol, El Pozuelo, atestada de gente. La curiosidad lo llevó a la taberna, donde un niño menor que él merodeaba a unos hombres con fusil que bebían vino. Vestía una camisilla, un pantalón roto y llevaba descalzo al menos un pie. Los soldados le preguntaron su nombre y de dónde venía. No contestó. De pronto, apareció una camioneta abarrotada. Cogieron al niño cada uno de un brazo y lo lanzaron arriba. Nada más se sabría de él.
Emoción, desasosiego
Laura Guerrero, nieta de Juan González; Rafael Morales, hijo de José Morales; Ernesto García, hijo de María López, y José Antonio Berenguel, hijo de Andrés Berenguel, caminan sobre los pasos de sus antepasados en la segunda Marcha Senderista de La Desbandá, que mañana sábado 17 de febrero culmina en Almería. Caminan entre la emoción de recordarlos y rendirles homenaje y el desasosiego de revivir el genocidio que supuso el bombardeo fascista por mar y aire a miles de civiles indefensos.
“Para mí tiene muchísimo significado, hemos recorrido muchos tramos de la carretera original”, indica Rafael Morales, que además coordina la actividad. “Mi madre está presente durante todo el camino, va conmigo”, alcanza a decir Ernesto García antes de que se le quiebre la voz. “Yo los tengo muy presentes, a mi abuelo, al que no conocí, y a mi abuela, a la que conocí llorando de negro y así murió, llorando de negro. Mi madre cumplió 81 años el otro día y dice que estoy aquí por ella, que no puede”, expresa Laura Guerrero, nieta de aquel hombre que nunca llegó a abrazar a su hija. Y añade: “El año pasado lloré mucho haciendo este homenaje”.
Ellos cuatro caminan sobre los pasos de sus antepasados, pero también sobre las miles de víctimas anónimas y olvidadas. Abandonadas y mal enterradas quién sabe donde. Y no están solos. Ni mucho menos. Como si la red de solidaridad que se tejió en el 37 nunca se hubiese roto -red trenzada por habitantes de las localidades entre Málaga y Almería y extendida gracias a las Brigadas Internacionales-, les acompañan personas de Suiza, Bélgica, Navarra, Cataluña, un colectivo de mujeres de Madrid y la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales.
“No por casualidad el cónsul de Canadá ha estado apoyándonos estos días, ya que en La Desbandá hubo una brigada canadiense”, señala Marcos G. Sedano, de la comisión organizadora de la marcha.
Solidaridad
Desde que se echaron al camino el pasado 7 de febrero, el número de participantes en la Marcha Senderista de La Desbandá fluctúa de los 400 del fin de semana pasado al medio centenar de los días laborables, cuando entre una mayoría de jubilados hay excepciones como la barcelonesa Ángeles Muñoz. Trabajadora de ayuda a domicilio de 52 años, se ha pedido vacaciones para poder viajar al sur y rememorar este episodio de nuestra historia. “Ignoraba que hubiera sucedido y me pareció importante venir en solidaridad con esas mujeres, niños y ancianos, porque en una democracia estos hechos deberían ser reconocidos como un genocidio”, destaca.
Paso sobre paso, los lazos creados en la primera edición se fortalecen. En el camino y en los actos que celebran al finalizar cada etapa, momento que aprovechan para rescatar testimonios de aquellos que presenciaron el suceso. “He escuchado el relato de personas de 90 años que nos esperan como agua de mayo para poder hablar de estas cosas, porque las han tenido guardadas durante mucho tiempo. Las oyes y difícilmente no te pones a llorar”, apostilla Muñoz.
Todavía se les ponen los pelos de punta al evocar el multitudinario recibimiento del pasado domingo en Salobreña. La gente cantando el himno de Andalucía. Los senderistas de la memoria, orgullosos. “Esta marcha ha contribuido a la unidad de todos los colectivos memorialistas; la propia Ley de Memoria Democrática de Andalucía, que se aprobó en mayo, recoge el papel de la sociedad civil para sacarla adelante, y desde la Desbandá se ha hecho un trabajo digno”, valora Sedano.
En Castell de Ferro, aparte del cónsul de Canadá en Málaga, Carlos Lamothe, estuvieron arropados por el director general de la Memoria Democrática de Andalucía, Francisco Javier Giráldez. Una calurosa bienvenida que esperan repetir mañana sábado a su llegada a Almería capital.
Compromiso
“¿Te has dado cuenta? Llevan la bandera de Cataluña”, dijo un viejo de Castell cuando vio pasar a la comitiva de la marcha senderista. Al explicarle que ni mucho menos se trataba de la señera, sino de la bandera republicana, el hombre -con la lógica aplastante de quien tanto ha vivido y todo lo relativiza- les preguntó si creían que serviría para algo el esfuerzo de andar 250 kilómetros, en once etapas, durmiendo aquí y allá.
“A veces los pasos no valen para nada, pero otras valen para mucho”, reflexiona Marcos G. Sedano tras desvelar que el Partido de la Izquierda Europea se ha comprometido a llevar al Parlamento de Estrasburgo la petición de que Alemania e Italia pidan perdón por su intervención en la masacre de la carretera de Málaga.
Juan González jamás abrazó a su hija. Ella y su nieta se aferran aún a aquel montaje fotográfico. José Morales sobrevivió a la guerra, cambió el exilio por volver a su pueblo con su novia, pasó por un campo de trabajo y vivió en paz. No sobrevivió al franquismo. María López fue represaliada por haber ayudado a los refugiados. Andrés Berenguel vive para contar el relato de aquel hecho insólito de febrero del 37.
Programa de actos para mañana sábado
La segunda Marcha Senderista de La Desbandá cruzó el límite de la provincia de Almería el pasado miércoles. Después de hacer escala en Adra, Almerimar -en El Ejido-, y Aguadulce -en Roquetas-, mañana sábado 17 de febrero llega a la capital en torno a las 12 horas. La organización espera recibir una calurosa acogida de los almerienses en la entrada a la ciudad por Pescadería.
A las 13.30 horas, está prevista una ofrenda floral en el monumento a las víctimas del campo de concentración nazi de Mauthausen y la actuación de la cantautora de La Chanca Sensi Falán, en el Parque de las Almadrabillas.
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