180 años nos separan de su nacimiento, 110 de su muerte, y sin embargo su figura es un faro que alumbra más allá del tiempo. El talante de Nicolás Salmerón como político, abogado, filósofo y profesor ha trascendido como almeriense universal. Como el ilustre paseante que da majestuosidad a Puerta de Purchena, nuestro kilómetro cero. Poco se sabe, por el contrario, del padre y del marido. Del hijo de una extensa familia de Alhama de Almería. De la persona y del hombre.
Poco se sabe porque “era muy poco dado a manifestar sus emociones, una persona austera en todos los sentidos, también en el aspecto emocional”, sostiene la investigadora Mª Carmen Amate. Porque el fabuloso orador, uno de los mejores de la política del último tercio del siglo XIX y principios del XX, tenía problemas a la hora de expresar sus sentimientos, lo que le suponía casi “desnudarse, desnudar su alma”, de modo que difícilmente escribía una carta y, cuando la escribía, no solía ser de índole íntima o personal.
“Mandaba a sus propios hijos a escribir por él”, revela Amate, que en el último número de ‘El Eco de Alhama’ se ha enfrentado al reto de desentrañar al Salmerón más humano con el enorme hándicap de las pocas cartas suyas que se conservan. “He recurrido a algunas que pertenecen a la familia y a otras que están en la Real Academia de la Historia y que vinieron en 2003, cuando hicimos la gran exposición sobre él; con ellas, he tratado de mostrar cómo era”.
Nicolás Salmerón era, en primer lugar, una persona muy recta. Eso es conocido. También coherente en extremo y “facilitadora de la unión familiar”. “Para él, la familia era el núcleo sobre el que giraba su existencia; no sólo la más próxima: mujer e hijos, sino también hermanos, sobrinos. Y eso lo fue demostrando una y otra vez tratando de mantener a la familia casi en un altar”, reflexiona.
Ese apego familiar se manifestó ya siendo adolescente. Mientras estudiaba en Madrid, compartía casa con su hermano Francisco, que también se dedicaba a la política. Entre ellos, surgen desavenencias fundamentalmente por temas ideológicos. Cada uno militaba en un partido distinto: el hermano entre los monárquicos, él dentro del republicanismo. A raíz de eso, él siente que no debe seguir viviendo con su hermano.
“Entonces, su profesor Julián Sanz del Río, al que le tiene una admiración tremenda, le dice que se vaya a vivir con él, que es viudo, está solo y no va a significar ninguna carga, al contrario. Hay una carta preciosa en ese sentido, donde le dice que para él sería un enriquecimiento que savia joven, y de las características de Salmerón, compartiera su vida”, continúa Amate.
Nicolás, que entonces tenía 23 años, lo piensa y lo repiensa y escribe una carta cariñosísima a su profesor en la que le da las gracias, pero le dice que no puede hacerlo porque la familia está por encima de todo.
El exilio
Durante su exilio en Francia, tal y como aparece en otra misiva, Salmerón recibe noticias de un sobrino. En ese momento, su economía no andaba muy boyante. Tiene un montón de hijos y poco trabajo: lleva causas de españoles exiliados como abogado. De hecho, cuenta la investigadora, han aparecido documentos que ponen de manifiesto que republicanos almerienses van a París y le llevan dinero.
“El sobrino, hijo de una hermana suya de Alhama, quiere estudiar Medicina, pero los padres son agricultores y en la carta le pide ayuda para irse a Madrid. Salmerón le contesta y le dice que, en efecto, él le va a ayudar, que ahora mismo no puede mandarle dinero, pero que en su nombre vaya a ver a un amigo, que le va a dar lo que necesite y, cuando él vuelva a España, le pagará. Pero, sobre todo, le pide que sea responsable y consecuente y que todo lo que la sociedad va a hacer por él revierta luego en la sociedad. Le exhorta sobre los valores de la educación y el esfuerzo personal en una loa a esos valores, y todo a un chico de 14 años”, apunta.
Más Salmerón: genealogía y filatelia
En el número 37 de ‘El Eco de Alhama’, otros dos artículos recuerdan a Salmerón. El primero es un estudio genealógico de Dolores Segura, de la Academia Andaluza de la Historia, que trata de romper ese falso mito extendido por Internet según el cual el padre era de Torrejón de Ardoz y la madre de Níjar. “Ni una cosa ni otra, son de Alhama y de Gádor”, defiende la directora de la revista, Mª Carmen Amate.
El segundo está relacionado con la conmemoración del 180 aniversario del nacimiento del que fue primer presidente de la República. Con motivo de la efeméride, la publicación alhameña ha editado dos tarjetas postales prepagadas y, en este artículo, el director de la oficina central de Correos de Almería, Francisco J. Gutiérrez, pone de manifiesto la relevancia de la figura de Salmerón en la filatelia almeriense. “Es el personaje que más ha salido, coleccionistas de toda España nos han solicitado esas tarjetas”.
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