Seguir al frente de tu propio negocio a los 80 años es algo de lo que pocos pueden enorgullecerse. Mari Luz Egea es una farmacéutica de Roquetas que puede contar este logro. Cada mañana se pone su bata blanca para dispensar detrás del mostrador. Sus niñas, como ella llama a sus 10 empleadas, son parte de la familia y el negocio es uno más de sus cinco hijos. Ha vivido el franquismo, la revolución de la minifalda, conducía durante la dictadura e iba a los guateques con el cantante granadino Miguel Ríos.
Creyente y trabajadora, no se dio de baja cuando recibía la quimioterapia. “ Me encomendé a mi abuela paterna, todos decían que era una santa”. Dice que las mujeres tenemos que conciliar bien nuestros trabajo con nuestra vida familiar para tener nuestra independencia económica.
¿Mari Luz cuando usted estudió había muchas mujeres en la facultad?
En farmacia sí, más de la mitad éramos mujeres, tendrías que ver mi orla. Una de mis amigas de esa promoción también tiene su propia farmacia. En aquellos años tuve la suerte de que me dieran clase verdaderas eminencias.
Puedo decir que el nivel de enseñanza era más alto, estudiábamos latín y griego, pero lo que siempre se me dio fatal fueron las labores. Las mujeres teníamos que aprender a coser y yo no sé ni pegar un botón, era una asignatura más que teníamos que aprender y aprobarla me dio mucho jaleo. También estudiábamos griego y francés.
Mi título está firmado por Franco, pero para mí la dictadura era que no podíamos votar. Me saqué el carnet de conducir y era soltera, llevaba mini faldas. A la facultad íbamos bien vestidas, la falda por debajo de la rodilla y los chicos no se ponían vaqueros. Por lo demás hacíamos guateques, allí conocí a mi marido, Pepe, que falleció en 2018, él era ingeniero, fíjate que cosas más opuestas.
¿Entonces para usted la dictadura está olvidada?
Sí, pasado es pasado. A mi madre le quitaron el título de maestra, su diploma estaba firmado por Manuel Azaña, que era presidente en la república. Cuando entró la democracia se lo devolvieron y pudo cobrar su pensión como maestra.
¿A qué se dedicaba su padre?
Mi padre era militar y lo trasladaban por toda Andalucía, de hecho yo nací en Cuenca, estudié lo que sería bachillerato en Sevilla y la carrera universitaria en Granada. Éramos cuatro hermanos y todos estudiamos una carrera universitaria.
¿Por qué decidió quedarse en Andalucía?
Cuando terminé los estudios dudé de si dedicarme a la investigación, pero vendían una farmacia en Serón y la compré estuve allí hasta que salió la plaza en Roquetas de Mar en 1993 y me trasladé. Al principio en aquella farmacia también tenía análisis clínicos.
¿Siempre ha trabajado con mujeres?
Sí, me entiendo mejor con mujeres, un hombre trabajó conmigo, Cristóbal, hasta que murió. De aquí nadie se va disgustado, sólo se marcharon dos empleadas en todos estos años; una que tiene su propia farmacia y la otra que obtuvo un buen puesto como investigadora. Y son amigas mías.
¿Qué es lo más importante para mantener un negocio durante tantos años?
La dedicación, sin duda. Estar pendiente de cada detalle, ser constante, y asegurarse de que todo funcione correctamente. Claro que las cosas han cambiado ahora hay mucha más competencia. Antes era más sencillo hacerse un nombre en el negocio. Puedo seguir en la farmacia porque tengo muy buena memoria, me gusta mucho leer, sobre todo historia, pero las piernas ya me fallan.
Recuerdo que algunos de sus hijos han trabajado con usted.
Sí, dos de ellos, ahora cada uno tiene su negocio y solo uno es farmacéutico y trabaja aquí. Mis hijos viven en Almería excepto uno que vive en Granada. Cada mañana desayuno con uno de ellos en la cafetería y después a empezar mi rutina. El primer café me lo tomo en la casa escuchando la radio, tengo cuatro transistores en casa y cada uno suena una cadena diferente de radio, sé de qué pata cojea el periodista antes de que empieza a hablar.
¿Diría que vive la vida que quiere?
Sí, con mucho orgullo puedo decir que he trabajado para vivir la vida que deseaba.
¿Qué le recomendaría a una mujer joven que quiere conciliar su vida profesional con su vida personal?
Que trabaje en su independencia económica sin descuidar su vida personal. Tener sus propios ingresos te dará la libertad de decidir y llevar ambas cosas en equilibrio.
Quienes la conocen en el pueblo saben que es una emprendedora y siempre ha apostado por renovar y ampliar su negocio. Cuando abrió en Roquetas se situaba en la galería Juan Bonachera, allí los botes de fajalauza decoraban los altillos, como los boticarios antiguos. Después se trasladó abriendo durante 12h y en festivos e incorporando un robot dispensador. Por último se enclavó en la avenida de Roquetas de Mar donde la placa de la entrada lleva su nombre como licenciada.
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